54 años de amor, trabajo y convivencia

Felix Peyre
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Unieron sus destinos siendo adolescentes. Siempre juntos, en las buenas y en las malas. Él ejerció el sacrificado trabajo de tambero y lechero. Ella, ama de casa y lo ayudó cuando pudo. Criaron tres hijos. Junto a ellos, hoy honramos a San Valentín.



Isabel Maldonado (70), apodada Carola, y Luis Hidalgo(73), son protagonistas de una historia de amor y trabajo, que nos complace destacar al celebrarse el Día de San Valentín. Son oriundos de la limítrofe localidad de Carlos Salas, pero hace una década viven en nuestra ciudad.

Placentera mateada en su casa de la calle Isabel La Católica, donde vivió el recordado Elpidio Martínez. Carola preparó unos exquisitos amargos y mate por medio se fueron desgranando recuerdos y vivencias.

Se conocieron cuando ella tenia 16 años y él 19. No se separaron jamás. Luis fue tambero durante muchísimos años. Carola, además de ama de casa, lavó ropa “para afuera”, como de decía en aquellos tiempos. Lucharon codo a codo para sostener la familia y apostar a un futuro sin riesgos.

“Éramos muy amigos con los hermanos de Carola”, dice Luis. “Siempre andábamos juntos. Nos conocimos y nos casamos, el 30 de noviembre de 1967”. Han pasado 54 años y el vínculo sigue intacto.

 


La charla se matiza con una reseña de los trabajos realizados por Luis, que sintetizamos más abajo. Sucede que su compañera siempre estuvo a su lado y cuando fue necesario le dio una mano.

Siempre que compartimos encuentros con matrimonios de tan larga data, surge la pregunta obligada. ¿Cuál es el secreto para sobrellevar tantos años de convivencia?. Una sonrisa invade el rostro de Carola y exclama: “Criarnos juntos". Enseguida agrega: “Y aprender a convivir, No es cuestión de agarrar un bolso e irse. Hay que tolerarse".

“Mi hermano -agrega Carola- después de tantos años, nos dice que ya no somos matrimonio "somos hermanos". Estamos bien, contentos. Criamos tres hijos, Luis, Silvio y Nicolás, de quienes estamos muy orgullosos. Y disfrutamos los nietos".

Con una sonrisa y gesto de satisfacción, Luis comparte las palabras de su esposa. Una historia de vida, de amor y trabajo compartido, que enriquece nuestra adhesión al día de San Valentín. Y para concluir, una expresión de Carola, que exime de mayores comentarios: “En la vida sin luchar no se logra nada”.


TAMBERO TODA LA VIDA

La ardua tarea de tambero y repartidor domiciliario, requiere un párrafo aparte:

"Yo fui tambero toda la vida. Tambo a mano. Cuando venimos a Pehuajó, nos instalamos en la esquina de La Salada, para hacer un reparto con un patrón que tenia, Juan Agostinelli. El reparto que agarré era de Silvano Coronel”, rememora.

Luis amó su vida en el tambo, conforme de desprende de su relato. “Dos y media de la madrugada me levantaba y hacía el tambo. Después a repartir. Cuando cruzaba el puente el primer cliente que había era Santiago Del Pup.

Repartía la planta urbana y después cruzaba la Balcarce. Tenia que llevar leche a Vialidad, Municipalidad, Banco Nación. Y tenía que estar temprano, Por ejemplo la Municipalidad preparaban el café para las 8. Después pasábamos al otro lado de la ciudad, pasábamos la Rivera Indarte. A las dos o dos y media de la tarde de vuelta al tambo”.

En esos tiempos otros repartidores recorrían las calles pehuajenses. “Había varios lecheros en ese tiempo, los Piccinini, Don Pancho Campaña, con quien éramos vecinos. Solía hacer una parada, eso de las 11 y media, en el boliche de los Carretero (Hernández y Goyena) y tomaba un copetín”, acota Luis con inocultable satisfacción.

Al producirse la llegada de la leche envasada en sache, dejaron el tambo aledaño a La Salada y se fueron a la estancia La Marcela, de Duggan. “Eran 18 mil hectáreas y ahí también fui tambero, pero ordeñaba 4 o 5 vacas y criaba algunos terneros guachos. Cuando me fui entregué 110 terneros”, recuerda Luis.

Después de 5 años, dejaron esa estancia y fueron a otro tambo, en Carlos Salas. Ahí, Carola se animó. A propósito Luis, acota: “Un tambo chico lo hacemos entre los dos, decía y Yo le decía mirá que el tambo es bravo. Si bien era un tambo chico…”


 

“Tenia un amigo -añade Carola- que iba a trabajar en el tractor, entonces le lavaba la ropa y me reemplazaba en el tambo. Después íbamos a ver alguna domada.

En 1981 deciden dejar la tarea de tamberos y optan por una actividad totalmente diferente. Instalan una especie de almacén de ramos generales en Carlos Salas donde estuvieron más de 30 años, hasta que en el año 2012 deciden dejar el pago natal y radicarse en Pehuajó.

Al referirse a esa experiencia comercial, Luis señala: “Yo seguía yendo al campo y ella quedaba en el negocio, donde era bravo tratar con la gente. Un día me dice, yo me voy a hacer lo que hacés vos en el campo y vos quedate acá. Ya no se aguanta la gente, uno protesta por una cosa, otro por otra”.

                                           Ahora a disfrutar más aún hijos y nietos

 

Etapa cumplida y a optar por otros horizontes. Ahora, su hijo mayor sigue con esta actividad comercial, aquí en Pehuajó. Herencia de padres, que sobrelleva actualmente, después de haber sido empleado del negocio.

Ahora la vida de Luis y Carola es más tranquila, aunque él sigue yendo al campo. "Para estar sentado acá encerrado, mejor hacer algo allá, lo que se pueda".

Igualmente, cuando es necesario, ayuda a su hijo en el negocio aquí en la ciudad. Juntos, disfrutan los nietos que representan la mayor riqueza obtenida en 54 años de convivencia.

 

Queridos tíos: Felicitaciones en este día y muy especialmente por la convivencia de tantos años. Que sean muchos más con salud y bienestar.
Con el cariño de siempre: Tu sobrino, Juan Carlos Zalazar

 

 

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