Trabajo constante, duras pruebas y la fuerza del amor para superarlas

Felix Peyre
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Más de 50 años de trabajo ininterrumpido al calor de la tintorería. Valentía para afrontar y superar adversidades. El respaldo de sus afectos y la actitud para demostrar que las frustraciones también marcan y enseñan en el camino de la vida.


Bien es cierto que muchas veces la vida pone a prueba para medir la fortaleza que permita seguir adelante. El conocido convecino, Sigfredo Lauro Cedrés (90), asimiló vivencias muy duras y traumáticas, pero nunca claudicó. Complace exaltar su trabajo, sus logros y la fuerza para superar obstáculos y seguir adelante.

Nació en un campo cercano a la localidad de Roberts (partido de Lincoln). Sexto hijo de padres inmigrantes de Uruguay. Eran 12 hermanos, 6 varones y 6 mujeres. Al recordar su infancia, sintetiza:

“Transcurrió en el campo hasta los 10, 12 años. Me asignan trabajar con el dueño de la casa, en Roberts, como pago del alquiler. Una etapa muy triste de la vida. Ingresé a la escuela solo por tres años. Era tan poco el dinero que ingresaba que la comida cotidiana era polenta. A medida que crecieron los varones se fueron yendo del pueblo a buscar una vida mejor”.

Más tarde vendría la convocatoria al servicio militar y luego de cumplir con la Patria se queda en Buenos Aires e ingresa en el ferrocarril. Posteriormente, conoce a quien sería su esposa. Se casan y se trasladan a Trenque Lauquen donde tienen dos hijas. En 1964, surge la oportunidad de instalar una tintorería en Pehuajó. “Al principio fue difícil, con dos nenas chicas, pero salimos adelante, con el comercio que se instaló en calle en Del Valle 784”.

 

TRABAJO SOSTENIDO


Fueron tiempos de intenso y sostenido trabajo para Cedrés y su esposa. “Pasaron 6 años de arduo trabajo donde además teníamos lo que hoy se llama delivery, en una bicicleta de reparto se recogía la ropa de los clientes y luego se devolvía limpia y planchada”.

El esfuerzo dio sus frutos. “Compramos un terreno y edificamos en calle Varela 485 donde aún vivo. Se instalaron todas las máquinas nuevas de la tintorería. Fueron tiempos de mucho trabajo que permitieron invertir en algunas propiedades”.

Uno de los mayores anhelos de Sigfredo era tener un hijo varón. El 13 de junio de 1966 nace en Pehuajó el preciado hijo. A propósito, cuenta que “para asegurarme, la enfermera me lo muestra desnudo. Era varón. Después de las dos chancletas, el hijo varón representaba la hombría, mi mayor anhelo, la continuidad del apellido”. Eligió el nombre Fabián por Fabián Leyes. Siempre amó el folklore y es apasionado de la historia gauchesca”.

 

SITUACIONES EXTREMAS Y DOLOROSAS


El quehacer del tintorero fue constante e ininterrumpido. Daba respuesta a numerosa clientela, hasta llegó a instalar una sucursal en Echeverría y Hernández. El trabajo y su familia fueron prioridad. A sus hijas mujeres las mandaron al Colegio San José, para poder dedicarse al trabajo y porque su esposa era religiosa y muy creyente.

Sigfredo cosechó pocos, pero grandes amigos. Hizo de la amistad un culto. Pero no todo fue brillante y placentero, tuvo que afrontar situaciones extremas y muy dolorosas. Su relato, obviamente consternado, muchos más en plena senectud y con limitaciones físicas, permite reseñar las aludidas vivencias.

En el año 1986, cuando sus vidas estaban más relajadas, con los hijos crecidos, la tragedia llega a la familia. Regresaban de Río Cuarto, luego de asistir a un casamiento, con sus dos hijos menores. En las cercanías de General Villegas, sufren un terrible accidente, donde pierde la vida su esposa Eda Mabel Crespo.

Él y sus hijos sufren graves heridas, pero logran recuperarse. No fue fácil reponerse para seguir. Hubo un apoyo y respaldo fundamental. Su hija mayor, ya recibida de maestra con su primer nieto Federico Fidalgo (hoy cirujano plástico) y una nieta, Amparito Fidalgo, de solo dos meses (hoy farmacéutica) junto a su hija María del Carmen y su hijo Fabián, fueron quienes lo movilizaron para seguir adelante.

 

NUEVA RELACIÓN Y NUEVOS TROPIEZOS



Años después conoce a Felisa. Ambos viudos concretan una relación y conforman una nueva vida amorosa, que continúa hasta la fecha. Ahora los tropiezos no cesaron y la tragedia volvió a pegar muy duro en su vida. En diciembre de 2010, en un fatal accidente pierde al hijo varón, el preferido, el más amado. La familia se derrumbó y una vez más había que reponerse ante la dramática adversidad.

Ante la trágica partida de Fabián, una vez más la familia lo respaldó con la fuerza necesario para reponerse. Su pareja, Felisa y los nietos Luisina Cedres, Facundo Cedres, Máximo Cedres, Joaquin Cedres, Luciano Cedres y Felicitas Cedres. Y las bisniestas Sara Buscemi, hija de Luisina y Clara Fidalgo Cañón, hija de Federico.

“Yo soy el bastión. No puedo dejar, no puedo quebrar, porque todo se vendría abajo”. Y así con todo el dolor de su alma, con el corazón destrozado, el luchador tintorero se reconstruyó a sí mismo. A los 80 años, sumido en un profundo dolor ante la ausencia de su querido hijo, no se dejó vencer y continuó.

 

BAJAR LAS PERSIANAS


La tarea compartida junto a Felisa en la tintorería, paulatinamente se fue achicando, pero tampoco se rindió, se adecuó a las circunstancias y claudicó cuando le diagnostican maculopatia. La pérdida de visión tornó insostenible el emprendimiento comercial y con 85 años de edad, y luego de 54 años de intenso trabajo, dijo adiós al oficio de tintorero que abrazó desde la juventud.

Indudablemente, bajar las persianas de la tintorería y retirarse fue otro trago amargo. La edad y sus consecuencias marcaron el destino. Actualmente, camina por la calle Varela, comparte con su hija mayor, revive experiencias y de una manera muy diferente sigue aferrado al ámbito donde transcurrió su vida, al que llama simplemente “mi lugar de estar” …

Por encima de los dolores afrontados, en la senectud florecen los logros alcanzados y el corazón se impregna de goce junto a sus descendientes, de manera muy especial con sus nietos y bisnietas.

El abuelo no tuvo una vida para nada fácil, pero su siembra fue una constante. Hoy, los frutos revitalizan la sonrisa en su rostro…

  

“PILDORITAS”


-Su vida siempre fue siempre muy rutinaria. Los domingos al mediodía reunía a su familia. Asado infaltable hecho por él y disfrute de los nietos.

-Momentos de pleno goce cuando viene su bisnieta, que le trajo la alegría de una nueva vida en su camino.

-Siempre fue muy agradecido con sus clientes y con sus leales empleadas, especialmente a quien estuviera 40 años como planchadora y a quien bautizada como la prima que no tuvo, Irma Acosta.

-Un recuerdo latente. Cuando puso la sucursal y como encargada asume quien fuera vecina contigua, Haideé Vidondo, viuda del odontólogo Maggio.

-El lema de la tintorería fue una constante: “No hay mejor propaganda que la conformidad del cliente” y “El cliente siempre tiene la razón".

-A hijos y nietos, siempre inculcó y tildó como legado las máximas del General San Martin a su hija Merceditas.

-Al hablar de los vecinos, sostiene: “Nunca te debes llevar mal con ninguno. La vida nos enseña a todos por igual”.

-Entre sus preferencias, destaca el número 13, porque un día 13 llegó a Pehuajó y un día 13 nació el hijo tan deseado.

 

 PING PONG


- ¿Un deseo?: “La paz”.

- ¿Un recuerdo?: “Mi hijo”.

- ¿Una gratitud?: “Mi madre”.

- ¿Una frustración?: “La muerte de mi hijo”.

- ¿Un reproche?: “Ninguno”.

- ¿Un rencor?: “Ninguno”.

- ¿Un amigo?: “Varios que ya no están”.

- ¿Una esperanza?: “Salud, trabajo y paz para todos”.

- ¿La tintorería?: “Permitió desarrollarme y tener una buena vida”.

- ¿Pehuajó?: “Ciudad donde llegué para quedarme”.

- ¿Sigfredo Lauro Cedrés?: “Un hombre simple, que aplicó valores inculcados por su madre y luchó contra la adversidad”.

 

 ADHESIÓN DE LA FAMILIA

"Nuestro afecto y homenaje al hombre que a pesar de la pobreza de su infancia y las tragedias de su vida, tuvo inteligencia para aprender, aplicar valores que atesora. Un hombre de sensibilidad escondida, luchador contra la adversidad, de perfil bajo, de pocas pero sabias palabras. Un hombre que odia la confrontación y prefiere callar. Que no cree en nada, solo en sí mismo, con la seguridad de que siempre hizo las cosa bien".

¡Gracias por todo!

TU FAMILIA


Imágenes captadas por su nieta Luisina cuando realizó estudios de fotografía.



  

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