Un
“pehuajense” gesto de honradez trascendió con la rapidez. Redes sociales y
medios de comunicación de diversos lugares del país se hicieron eco. La buena
noticia entre tantas malas. Detalles y reflexiones que estimulan las buenas
costumbres.
El
convecino Gustavo Rovira fue una de las gratas noticias de las últimas horas.
Encontró un millón de pesos y se los devolvió a su dueño. El gesto fue
reflejado en numerosos medios de difusión cuando fue conocido a través de las
redes sociales.
Reconforta
destacar acciones de esta índole, poco frecuentes en tiempos donde proliferan
actitudes reñidas contra las buenas costumbres, totalmente alejadas de los
valores de honestidad y honradez.
Rovira,
junto a su madre, luego de comprar en un comercio de la ciudad dos archivadores
metálicos, encontró en su interior dos sobres. Uno contenía 180.000 pesos y en
el otro 7213 dólares. Tranquilamente podría haber hecho oídos sordos y sumarlos
a su peculio. Pero el inesperado hallazgo, cuando acomodaba los armarios, lo
movilizó interiormente y hasta le quitó el sueño.
Al día
siguiente llamó al vendedor e informó el hallazgo. Al rato retornó a Pehuajó y
entregó en mano ambos sobres. Seguramente, Gustavo experimentó una sensación
muy especial. Había hecho lo que corresponde, como remarcó en todas entrevistas
periodísticas.
Solo él
sabe que sintió interiormente, tanto al descubrir el contenido de los sobres,
durante la noche de insomnio y las horas posteriores hasta concretar la
devolución. Las sabias y claras enseñanzas recibidas en la niñez se reactivaron
en su mente. Aquellas que señalan el camino del buen comportamiento con respeto
y honradez.
Esa huella
de la niñez siempre está abierta. A veces, tentaciones absurdas o malas
compañías suelen obstruirla con piedras dañinas y mezquinas. Pero lo que se
mamó de chico siempre está. La acción de Gustavo así lo evidencia y sirve de
reconocimiento hacia los padres, presentes o ausentes, que inculcaron a sus
hijos procederes para transitar por la vida.
El respeto,
la decencia, la sinceridad y la honradez. Ser honrado es la cualidad de mayor
valía, porque lleva implícito el respeto hacía nuestros semejantes y a uno
mismo.
Sobrellevar
una conducta honrada no es moneda frecuente. No tiene precio. Ponerla en
práctica enriquece el corazón y se traduce en un ejemplo digno de tener en
cuenta e imitar.
Por eso,
por encima del impacto noticioso que provocó el gesto: ¡Gracias Gustavo! por permitirnos
comprobar que no todo está perdido. Que se cultivan y practican los valores
elementales. Que la ambición no siempre seduce. Que la honradez es la riqueza
más grande a la que puede aspirar un ser humano en su vida terrenal.
QUIÉN ES
GUSTAVO ROVIRA
Nació en
Pehuajó. Tiene 42 años de edad y es hijo de Elsa Monasterio y Rodolfo Rovira.
Cursó la escuela primaria en Curarú y la secundaria en la Escuela Agropecuaria
de Cuartel II. Tiene domicilio en nuestra ciudad, pero centraliza sus
actividades en la zona rural de Curarú.
Al margen
de actividad en el campo, se capacitó en disciplinas vinculadas al arte y la
creatividad. En 1994, empieza con tareas de iluminación y conoce al músico
Eduardo Tumbarino con quien comienza a jugar con la música de la década del 60.
Su
inclinación musical se profundiza y el año 2001 forma, en Juan José Paso, el
grupo “Los Diamantes” que persiste hasta el 2010. En el año 2008, alejado del
grupo comienza a realizar trabajos de sonido e iluminación en cumpleaños y
eventos sociales, para añadir posteriormente video y fotografías.
Sus
creaciones fotográficas forman parte de nuestro sitio web en distintas
secciones, y configuran una adhesión desinteresada de imponderable valor. Y más
de una vez nos aporta temas vinculados al campo, a la vida rural, a su gente.
Allí donde el trabajo y el sacrificio es una sana costumbre, que germina y
florece para bien de todos.
El relato de Gustavo Rovira en su cuenta de Facebook que alcanzó inesperada repercusión