Un almacén y despacho de bebidas muy particular en el barrio de Calaveras

Felix Peyre
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Funcionó en Mitre y Gorriti, propiedad de quien tradujo el Martín Fierro al catalán. Por las noches había enriquecedoras charlas y fue “parada” de carniceros cuando iban al viejo Matadero.




Oportunamente, cuando nos referimos -en esta sección- al primer biógrafo de Pehuajó, destacamos al mozo del lugar, Enrique Martí y Muntaner, el traductor del Martín Fierro al catalán, apreciado convecino admirado por sus conocimientos y erudición.

Conforme lo corroboran investigaciones de José María Amarillo: “Enrique fue propietario del almacén “La Catalana”, ubicado en la esquina de las calles Teniente General Bartolomé Mitre y Juana Manuela Gorriti. Lo atendía por lo general su esposa, muy laboriosa, de modo que no estaba mal el nombre que llevaba este comercio, rindiéndose un homenaje a ella”.

Además de expender comestibles, como era común en esos tiempos, funcionada un despacho de bebidas. Aquí, afirmó Amarillo, “hacían un alto en el camino, para tomar una copa de vino y comer tortas negras, los carniceros que iban el viejo Matadero. No era “Un alto en el camino” como en la tela del célebre artista Prelidiano Pueyrredón, pero resulta semejante. La única diferencia consiste en el paisaje, uno rural y el otro urbano”.

Las noches en “La Catalana” tenían atractivos muy especiales. “Frecuentaban el despacho de bebidas profesionales y vecinos con el objeto de entablar conversación y escuchar las charlas interminables del dueño de casa, plenas de sabor en todos sus aspectos”. Admiraban la erudición y conocimientos de Enrique Martí y Muntaner sobre “los temas más dispares, fruto de infinidad de libros que pasaron por sus manos”.

Costumbres de otros tiempos, muy distintas a las actuales, características de la idiosincrasia pueblerina, cuya evocación complace destacar.



 

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