La necesidad de limar asperezas y vivir en comunidad

Felix Peyre
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Había que arreglar diferencias y se hizo una asamblea, pero se frustró por efecto de las mismas diferencias. Y un carpintero, sin tener en cuenta esas diferencias, dio el ejemplo. Ignoró defectos y cultivó las cualidades.

 
La celebración de la festividad de San José, coincidentemente con el día del carpintero y el artesano, es propicia para rendir culto al Santo que honró el silencio, el trabajo, la humildad, el amor, la compasión y la misericordia, recordando una fábula con simple y profundo mensaje en tiempos de absurdos desencuentros.

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notifico que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entro el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos.

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. ¿Ocurre lo mismo con los seres humanos?

Cuando en una comunidad, los miembros buscan a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve densa y negativa. En cambio, cuando tratamos con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es ahí donde florecen los mejores logros humanos.

Es fácil encontrar defectos. Cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.

 

-Un cordial saludo a todos los artesanos y carpinteros. El afectivo recuerdo de quienes ya no están entre nosotros y el deseo compartido de hacer el bien sin mirar a quien, y dejar de ver la paja en el ojo ajeno. El momento que vive la humanidad lo requiere más que nunca.

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