Cuando se decide compartir la vida con los demás

Felix Peyre
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Vivencias de un bombero voluntario que desde la infancia se identificó con la benemérita institución. Recuerdos imborrables y sugerencias fruto de las experiencias compartidas. 
 

Desde muy niño comenzó a concurrir al cuartel del bomberos voluntarios e identificarse con su quehacer. Además, en la casa de Pablo Javier Pisani (45) se respiraban aromas bomberiles, se percibía la vocación de servir. Su padre era bombero voluntario, había ingresado en 1977 y se retiró en el 2004. “De ahí se explica -dice Pablo al preguntarle cuándo y por qué decidiste ser bombero- cuando empecé a decir bombero, aunque no lo sabía porque era pequeño. El destino ya marcaba gran parte de lo que iba a ser. En 1991 arranque con el curso de bomberos”.

Como siempre sucede el día del ingreso a la institución es imborrable. “Fue en octubre allá por el 92. Si mal no recuerdo Julio Peña estaba de presidente. Fue emotivo porque yo tenía recién cumplidos los 18 años. Estaban mis padres, mi abuelo. Como se hace tradicionalmente en forma habitual cada vez que un bombero joven ingresa al Cuerpo la mayoría de los familiares tienen estar presente”.

Y si el ingreso perdura ni hablar de la primera salida. “Fue a fines de octubre o principios de noviembre de 1992. No existía el puente, estaba el cruce de rutas. Un accidente de autos donde lamentablemente había una persona fallecida que no la vi. pero que sabíamos que íbamos a un lugar donde había gente muerta. La sensación era incertidumbre, un poco de incredulidad al no saber realmente qué es lo que pasaba. Me quedó marcada la incertidumbre de no saber con que te encontrabas. Era nuevo y la instrucción de esa época es totalmente distinta a la que hay hoy”.

EPISODIOS QUE NO SE OLVIDAN
Al recordar distintas intervenciones durante su trayectoria, Pablo puntualiza hechos muy especiales que han calado muy hondo en su interior. “La primera allá a fines del 95 o principios del 96. Yo trabajaba en la distribuidora De Avila. Hacía servicio de encomiendas, salía a las 5 de la mañana de viaje. Iba hasta Treinta de Agosto. Esa madrugada yo me levantaba a las 4 y 20 y a las 5 sonó la sirena. No fui porque tenía que trabajar y no quería perder el trabajo. Llego a Treinta de Agosto a una casa de una la familia que llevaban encomiendas para el lado de Carhué. No salió nadie, entonces me volví. Era una familia conocida que la veía día por medio.

Cuando volví me encontré que esa familia había fallecido en la curva saliendo de la Shell, la primer curva enseguida. Ellos venían en un Gacel desde Buenos Aires. En ese momento se estaba haciendo la ruta nueva y habían quedado a las banquinas descalzadas y una chica que iba en un 147, no sé si era de Pehuajó o de Casares, mordió la banquina y el auto se le cruzó justo cuando venían esta gente encarando a la curva. Se chocan de frente. Falleció la chica del Fiat 147 y toda esta familia que venía con los padres.

Ese fue el que más me marcó porque conocía a la gente, tenía un trato asiduo con ellos. Y es el día de hoy, que lo reconozco, a mí me cuesta en la madrugada levantarme para ir a alguna salida. Lo he hablado, en el Cuartel lo saben. Es más psicológico que perezoso”.

“También -añade- me quedó marcado el incendio de la Mueblería (Mitre y Hernández). Cuando se apaga el incendio soy yo quien encuentra los cadáveres. Me costó un par de días conciliar el sueño”.

Un recuerdo: Pablo junto a Brisoli, Murgia, Romero, Ferraro y Sànchez, los dos ùltimos fallecidos.

DOS ETAPAS Y LA MISMA PASIÓN
La vida bomberil de Pisani, se divide en dos partes. En el año 2000 se alejó por razones particulares y en el 2011 retornó ante un pedido de Lucas Chavez, reincorporación que implicó actualizar capacitación, una imperiosa necesidad que es prioridad en la institución pehuajense.

Recoger los sentimientos de un bombero siempre es productivo y ayuda a comprende rnejor la benemérita tarea. ¿Qué se siente cuando ves que se cumplió con un servicio, se salvo una vida, una propiedad, etc.?:

“Siento que todo lo que nos enseñaron se cumplió con creces la meta. Hacer un buen trabajo es lo más importante. Es lo único que te interesa porque no te permitís otra, no tenes margen de error en algunas situaciones, más si son bienes personales o inclusive personas físicas a las cual es estas trabajando. Contra el destino no se puede luchar.

Por ejemplo vas a un accidente y hay gente fallecida, lo que primeramente se guarda es respeto y luto por quienes están ahí. Y si son bienes personales se trata de salvaguardar la mayor cantidad posible. Uno siempre tiene que trabajar desde esa visión, no desenfocarse el trabajo y hacer con la mayor celeridad posible sin generar mayores daños, subsanar y solucionarle los problemas a la gente”.

El estridente llamado de la sirena, así como moviliza a la población, el bombero experimenta una sensación muy especial. Afirma Pablo: “Con el sonido de la sirena me pasa lo mismo como la primera vez, con la diferencia que ahora con 45 años que tengo uno hace las cosas más pausadamente o menos alocada. Antes por ahí estabas en cualquier situación dejabas todo y no te importaba nada y salías con total vehemencia y no medias el riesgo que podría pasar.
Hoy uno hace las cosas más medidas, sabe controlar los tiempos y es como una frase de Napoleón “vísteme despacio que estoy apurado”. La edad y la experiencia llevan a manejarte de esa manera.

Siempre se lo recalco a los chicos nuevos cuando recién ingresan y no miden las consecuencias, máxime que hoy el tránsito es tan peligroso y la gente está muy loca andando en la calle. Estamos muy acelerados. Lo que más le inculco a mis compañeros, aunque la adrenalina a veces es difícil de manejar. Siempre les inculcó que las cosas se hagan pensando”.

UNA FAMILIA BOMBERIL

Hablar del rol de la familia de Pablo Pisani en relación a su condición de bombero voluntario, reviste matices muy especiales. “Tiene dos etapas. La primera etapa del 92 al 2000. A mediados de la década del noventa, en el 96 ingresó mi hermano también. Éramos una de las pocas familias en la provincia de Buenos Aires o de Argentina que estaban el padre con sus dos hijos. No teníamos referencias de otro lugar. Hoy con las redes sociales se simplifican mucho las cosas, pero en ese entonces en los cuarteles de alrededor no teníamos precedentes.

Obviamente mi madre siempre siguiéndonos. Y ahora en la segunda etapa, mi papá se jubiló en el 2003, mi hermano cambió la profesión de bombero, se hizo policía y está prestando servicio como oficial en el partido de Villegas. Y en Bomberos sigo yo y le he transmitido la pasión a mi señora. Ella ahora es partícipe de la comisión.

Yo me casé en 2009 y en 2011 volvía al Cuartel. En charlas que tuvimos quedó en claro que el Cuartel era mi primera opción, entonces mi señora se tuvo que amoldar a eso. Es complicado expresar lo qué es la pasión, no solo en esto sino en distintas situaciones que manejo. Entonces a mi señora no le quedó más remedio que seguirme,en esta locura y ahora hace ya un par de años que está en la comisión directiva de la actual comisión”.

EL RESPETO POR SOBRE TODO

A cada bombero entrevistado le pedimos un consejo o una sugerencia para los jóvenes que deseen ser bombero y de pronto no se animan. Y aquí el soldador y herrero pehuajense, es frontal, claro y contundente:

“Voy a ser un poco duro pero es que lo siento. Yo soy educado y adiestrado desde la vieja guardia. Son cosas que si no las sentís no la podes practicar. Nací en el 74 y en el 78 ya iba al cuartel. Desde esa época me fui familiarizando con Bomberos.

Mucha gente lo desconoce si se nace o se hace, depende de la situación. El único inconveniente es que lo ves a diario en la sociedad, los jóvenes han perdido el interés por todo y a veces, a no tener un un faro, una guía de lo que es la conducta, te encontrás de golpe en el cuartel donde todo se sigue de manera disciplinada porque es la costumbre que hay. Siempre prevaleció el respeto y el saludo, cosas que hoy día se han perdido.

Entonces le resulta muy chocante a los jóvenes y dificultoso, pero aún así yo creo que siempre encontrarás una aguja en el pajar. No hay que perder la esperanza porque sino se estaría terminando una profesión que es de las nobles, más seguras. Hoy en día, en la calle, mucha gente respeta a los bomberos, por lo menos en Pehuajó, pues en otros lugares se empiezan a tener respideces con bomberos. En Esquel apedrearon a un móvil estando trabajando y en Trenque Lauquen no hace mucho tiempo. En Pehuajó gracias a Dios nos respetan y nosotros tenemos que seguir con nuestra conducta alta, para que seamos un espejo para la sociedad.

Es lo que más recalco. Los chicos que quieran ingresar que se animen, que no es nada de otro mundo. Se tendrán que adaptar obviamente, tener un montón de pautas de conducta que por ahí no las tienen adquirida desde la casa. Eso es lo lamentable, lo que he visto que he ido variando y cambiando fuertemente en esta sociedad”.

Las expresiones precedentes nos permiten conocer más de cerca a otros de los servidores públicos voluntarios, que en forma constante están a disposición de sus semejantes. En este caso, con particulares connotaciones familiares. Nos vamos, allí queda Pablo con su mundo laboral, junto a su familia y a su padre Antonio, atento y alerta porque en cualquier momento suena la sirena.



PING PONG

-¿Un recuerdo?: “La recuperación del agua de una estatua de mármol. Allá por el año 96 o 97, en Epecuen. Pesaba 1097 kilos".
-¿Un deseo?: “Que la gente no siga teniendo como el faro a seguir, que nos tenga de guía en su vida”.
-¿Una ingratitud?: “No tengo”.
-¿Una gratitud?: “Ser reconocido como bombero por la sociedad”.
-¿Un amigo?: "Mi hermano”.
-¿Un rencor?: “No tengo”.
-¿Un amor?: “Mi señora”.
-¿Una esperanza?: “Que la gente no esté tan acelerada”.
-¿Dios?: “Es mi guía”.
-¿Un ídolo?: “José Hernández. El Martín Fierro es mi guía”.
-¿Pehuajó?: “Mi casa”.
-¿Bomberos Voluntarios?: “Donde la pasión toma estado físico. Porque la pasión no se puede explicar pero ésta es la excepción a la regla”.
-¿Pablo Pisani?: “Una persona que decidió compartir su vida con los demás”.


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