Belta y Antonio, una vida de trabajo, amor y servicio

Felix Peyre
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Dos enfermeros muy apreciados. Unieron sus destinos profesionales y sentimentales. Fueron ejemplo de solidaridad y vocación de servicio.


La celebración del Día de la Enfermería es propicia para evocar a dos convecinos, que seguramente muchos pehuajenses recuerdan y al mismo tiempo permitir que nuevas generaciones conozcan quienes fueron y qué hicieron en nuestra comunidad.

Laura Beltina Charras e Italo Antonio Manasse, el enfermero y la enfermera, que además de cumplir funciones en establecimientos asistenciales, atendían requerimientos en su casa de calle Del Campo y cuando era necesario acudían a las casas de familia.

Al margen de su actividad profesional, compartieron una historia de amor y de vida, no exenta de vicisitudes y contrariedades. Pero siempre con un envidiable espíritu siguieron adelante, aferrados a la fe, el amor y la solidaridad que los caracterizaba.

A manera de homenaje, en esta fecha que honra a todos los profesionales de la enfermería, reproducimos el relato de la convecina Diana Canseco, publicado en agosto de 2009, en una edición gráfica producida por la Comisión de Asociados del Banco Credicoop, dedicada a vecinos pehuajenses que cumplieron destacados roles comunitarios.

ITALO ANTONIO MANASSE 
y LAURA BELTINA CHARRAS

Laura Beltina Charras, “Belta”, nació el 19 de enero de 1921 en San Gregorio, provincia de Santa Fe y fue anotada en el registro civil de Diego de Alvear, próximo a su lugar de nacimiento. Su madre fue Laura Gregoria Saccone y su padre Juan Marcos Charras, siendo ella la tercera de los hijos de este matrimonio. Vivió sus primeros años de vida en un puesto de los campos en San Gregorio, donde comió maíz “curado” y a raíz de la intoxicación producida estuvo al borde de la muerte.

En ese tiempo el matrimonio viene a Pehuajó con sus hijos y Pedro D. Duhalde le da un empleo en la policía y el intendente lo envía al pueblo de Francisco Madero como tal en 1929. La madre de Belta se descaderó en el parto de su séptimo hijo, y fue trasladada al hospital de Pehuajó donde quedó internada durante años; por lo que ella se hizo cargo de todos los hermanos. El padre, por no dejar solos a sus pequeños hijos en la casa, los llevaba a la Comisaría y los niños permanecían en las celdas de los presos, por lo que ella, tiempo más adelante comentaría risueñamente, que en Madero vivió en pleno centro y estaba “presa” en el calabozo.

Así transcurrió su infancia, cursando solo hasta segundo grado de la escuela primaria, jugando con sus hermanos, trepándose a las plantas, como un chico de pueblo y, a su vez, haciéndose cargo de ellos, hasta que tenía aproximadamente 14 años.

Su abuela materna, que vivía en Buenos Aires, se anoticia que su hija estaba internada en el Hospital después de cinco años y que sus nietos vivían con su yerno en Madero, entonces decide venir a buscar a Belta y su otra hermana mujer, llevándoselas a Buenos Aires. Las chicas extrañaban al cambiar de ámbito y de costumbres, ya que esa familia se encontraba en buena posición económica y no tenían la libertad ni la tranquilidad del pueblo, por lo que lloraban y pedían de volver. Al tiempo -un año- la abuela las trae de vuelta.

A Charras lo trasladan de policía a Pehuajó en el contexto de problemas entre conservadores y radicales, y así llega ella a esta ciudad cuando tenía 18 años. A todos los hermanos los envían a trabajar y a ella la mandan a aprender a bordar al Colegio de las monjas “San José”, hacerse cargo de las tareas de la casa y planchar toda la ropa. Al año siguiente entra a trabajar al entonces Sanatorio del Oeste como planchadora de ropa y en ese momento se abre el curso de enfermería, cuando ella va a averiguar para realizarlo, necesitaba el séptimo grado, que no lo tenía hecho, entonces decide estudiar y rendir libre y en el curso de enfermería la aceptan diciéndole que esperarán para el certificado hasta septiembre. En ese tiempo ella trabajaba durante todo el día, cursaba para enfermera y luego estudiaba para conseguir el certificado de séptimo grado, y logró todos sus objetivos al finalizar el año.

Mientras realizaba el curso, le habían propuesto el cargo de serena en el Sanatorio del Oeste y empezar inmediatamente a trabajar a partir de las 22 horas, pero ella decía que no tenía práctica, que cómo iba a hacer, pero sin embargo igual tuvieron la confianza de dejarla durante la noche, y a partir de ahí no dejó nunca de trabajar como enfermera.

ITALO ANTONIO MANASSE
Italo Antonio Manasse nació el 24 de febrero de 1914 en Carlos Tejedor, siendo el primero de los hijos del matrimonio constituido por Adela Belegnoni y Pacífico Manasse, ambos inmigrantes italianos. Su padre se dedicaba a la ganadería y, especialmente, criaba cerdos, en esa zona.

Sus primeros años de vida transcurrieron en el campo y la familia iba aumentando, ya que allí fueron haciendo sus ocho hermanos, de los cuales tres fallecieron a temprana edad. Fue a la escuela primaria hasta terminar séptimo grado y, en ese tiempo, cuando él tenía 18 años, su padre se da cuenta que no servía para los trabajos del campo, ya que era un joven muy débil de contextura y de salud, decide traerlo a Pehuajó al Sanatorio del Oeste para saber qué es lo que tenía, lo dejó allí y él regresó al campo.

En ese tiempo el doctor Peláez acomodó un altillo en el Sanatorio permitiéndole vivir en él y dándole de comer. El realiza los mandados. Al tiempo que vive acá, el doctor Ballerio y el doctor Peláez lo envían a hacer el curso de enfermero, obteniendo el título.Es ahí que conoce a Belta, quien con los años sería su compañera…

Trabajó poco tiempo en el entonces Sanatorio del Oeste, comenzando a hacerlo en forma particular, con los enfermos en sus domicilios, concurriendo a ellos en el horario que correspondía, fuere cual fuere, con mucha responsabilidad y dedicación.

…Y UNIERON SUS DESTINOS…
Comienza el noviazgo entre Belta y Antonio y se casaron a los tres meses, el 16 de marzo de 1949, y se fueron a vivir a la casa de los padres de ella. Fueron de luna de miel al campo, en Colonia Seré, partido de Carlos Tejedor y a conocer a la familia de él.

Al tiempo compran una casa en la calle Del Campo, que se la prestan a un hombre que es pintor (ellos siguen viviendo con los padres de Belta) y se produce un incendio en ella, por lo que deciden acomodarla e ir a vivir alli.

Alrededor de tres años después de haberse casado se agudiza la enfermedad de él, que en ese tiempo no se podía precisar lo que padecía, tenía que hacerse una operación compleja o quedaba destinado a una silla de ruedas. Ella toma la decisión de llevarlo a Buenos Aires para hacerlo operar y asi es como él pudo seguir caminando aunque con algunas dificultades.

El 18 de septiembre de 1957 nació Laura y esta beba es llevada por la partera al hogar del matrimonio. De repente, se encuentran con el dilema de quien iba a cuidarla cuando ellos salían a trabajar, entonces deciden construir un departamento contiguo a la casa para que vinieran a vivir allí los abuelos maternos.

El 19 de julio de 1970 nace Patricia Elizabeth, otra de las bebas que se integra a esta familia. Luego se suman a ellos seis hermanos, hijos de un sobrino de Belta, y otros dos chicos, Yolanda y Rafael, que eran maltratados por su familia original y son recibidos por todos ellos con mucho cariño, brindándoles amor. A todos, el matrimonio les inculcó el respeto, los hábitos cotidianos de higiene y de alimentación.

Belta lavaba y planchaba la ropa de todos; Antonio también cocinaba. Cuando uno de ellos dos salía, los chicos quedaban al cuidado del otro. A los chicos se les imponía el estudio, se les aconsejaba hacerlo como un modo de superarse, y si no lo hacían debían trabajar, siendo el dinero para ellos, porque no le exigían hacerse cargo de los gastos de la casa ni colaborar con ellos. Solo dos de los chicos, Laura y Patricia, estaban adoptados con sus papeles, pero todos recibían el mismo trato y la misma dedicación, no había diferencias entre ellos. Laura, al culminar sus estudios secundarios, decide empezar a trabajar y Patricia se traslada a Buenos Aires, logrando recibirse de Licenciada en Enfermería, en la U.B.A.

Cierta noche, una persona requiere sus servicios para un familiar que vivía en una quinta. El sale con su suegro en su auto, con dicha persona, y en un momento dado los hace detener, bajarse y descalzarse. Allí los deja y el delincuente huye en el auto con toda la documentación. Unos cazadores
que aciertan a pasar por el lugar, los encuentran y los traen a su casa. Hacen la denuncia policial, y el auto recién aparece unos ocho meses después, en bastantes malas condiciones, en la ciudad de Tucumán. El caso se trató en los Tribunales de Mercedes (Buenos Aires), recuperan el vehículo y el
sujeto queda detenido. Este episodio, el primero de este tipo en Pehuajó, por tratarse de la familia Manasse-Charras, conmocionó e indignó a la comunidad en sumo grado.

Belta fue elegida “Mujer del Año”, la primera vez que se realizó esta condecoración, destacando su dedicación para atender y aliviar a los enfermos y su gran solidaridad en la comunidad pehuajense en el homenaje realizado el día 24 de septiembre de 1990.

Cuando Belta tenía 70 años sufrió un accidente cerebro-vascular que la dejó postrada y permaneció hasta el último momento en su casa, rodeada de su familia, y al cuidado de su hija Laura, su yerno Santiago y de Antonio, hasta que fallece a los 74 años de edad, el 22 de noviembre de 1995.

A Antonio le cuesta seguir viviendo después de este duro golpe y en el año 1999 sufrió una fuerte caída en su casa y no quiso volver a levantarse (aunque podía) y dos meses después de la caída fallece el 16 de mayo de 1999, también en su casa y al cuidado de su hija Laura, yerno y nietos.

Diana D. Canseco
Homenaje a vecinos pehuajenses
Comisión de Asociados del Banco Credicoop
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