Su vida se apagó el pasado 15 de octubre. Había nacido el 11 de abril de 1932. Tenía 85 años. Fue brillante entrenador de la Agrupación Pehuajense de Atletismo. Se destacó en el ámbito local, provincial, nacional e internacional. Honró a Pehuajó en cada escenario deportivo. Educó e inculcó la importancia del deporte a varias generaciones. Respetado, responsable y de firmes convicciones.
Educó, formó niños y jóvenes. Compartió logros con muchos de ellos. Entre tantos, el velocista Pedro Bassart quien participó en los Juegos Panamericanos de 1971 y llegó a correr los 100 metros en 10.4. La fondista Adriana Irene Calvo, que brilló a nivel internacional y forma parte del rico historial del atletismo pehuajense.
Cuando veía las condiciones de un chico no escatimaba esfuerzos para formarlo como deportista y como persona. Trabajó incansablemente por una juventud sana. Sintió y gozó los logros. Basta mencionar algunos nombres: Héctor Elizón, Julio Pedalino, María Luján Torres, Irma Martín, Alicia Sasso, Mabel Médici, Leopoldo Napurí, Marisol Piazza, Ángel Pedicino.
Fue conductor de equipos argentinos en torneos realizados en Chile, Colombia, Bolivia, Perú, Estados Unidos, Rusia, Uruguay, Cuba. Su labor fue reconocida en distintos ámbitos.
En 1988, en Mar del Plata, recibió el trofeo “Barón Pierre de Coubertin”.
El atletismo fue su pasión, compartida por toda la familia que lo apoyó constantemente. Pehuajó fue su cuna, que honró en todo el país y en mundo. Su obra, sus logros, su conducta, son ejemplos que perduran. Digno es imitarlos y transmitirlos a las nuevas generaciones.
Nos dejó un grande del deporte pehuajense. Un maestro. Dios lo ampare.
