“Ayudar desinteresadamente”

Felix Peyre
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La actividad bomberil siempre le despertó interés. La sirena en todo momento la puso en alerta. Sin saberlo, llevaba la vocación en su cuerpo. Un día se animó y se sumó al curso. Hoy es una de las bomberas pehuajenses. Ama su actividad y disfruta ayudar a sus vecinos.

Natalia Soledad Basciolotte nació en Pehuajó hace 31 años. Además de trabajar como secretaria en un consultorio médico, desde hace meses cumple funciones en el cuartel de Bomberos Voluntarios de Pehuajó formando parte de la flamante camada de mujeres que se incorporó al cuerpo.

La pehuajense realizó el curso de ingreso en 2015 y hoy transita sus primeros momentos como bombera voluntaria. Al referirse a los primeros instantes al servicio de sus vecinos, expresa: “Sentí adrenalina pura hasta llegar al cuartel, el ir en camino con el sonido de la sirena es algo inexplicable y desesperante porque no sabemos qué pasa hasta que llegamos, y una vez que estamos en el servicio he estado super agradecida por el apoyo y consejos de mis compañeros para trabajar”.

“En mis primeras dos salidas recuerdo que no tenía handy aun, así que fue despertar en plena madrugada con el sonido de la sirena, levantarme y salir, algo sorprendente porque tengo más de 15 cuadras de casa al cuartel y no siempre se logra escuchar la sirena”, recuerda.

Sobre su decisión de sumarse a Bomberos Voluntarios, Natalia afirma que siempre tuvo “esa curiosidad” por la actividad. “Antes escuchaba la sirena y necesitaba saber qué pasaba, y enseguida trataba de averiguar, buscaba en las radios y bueno hoy en día con las redes sociales es mucho más fácil informarse, y si agarraba un diario lo primero que buscaba era las salidas de bomberos. Cuando escuché en la radio que estaba abierta la inscripción para incorporar personal femenino, terminé mi horario de trabajo y pasé por el cuartel y me anoté”.

FAMILIA Y VECINOS

Ninguna de sus familiares y allegados había tenido relación con la actividad bomberil, por lo que su iniciativa sorprendió en su círculo íntimo. Pero nunca hubo resistencias ni la mínima posibilidad de dar rever la determinación. “Cuando mi familia se enteró, yo ya estaba inscripta. Era una decisión tomada sin marcha atrás así que solo les quedó aceptar. Yo no tenía ni familiares ni amigos dentro del cuartel, llegué sola hasta que hice amistades…”.

Para Natalia, los pehuajenses son “muy agradecidos y colaboradores” cuando la solidaridad golpea sus puertos. “Siempre responden favorablemente. Siempre digo que dejar conformes a todos es algo totalmente imposible, la crítica siempre está, en cualquier circunstancia de la vida, pero bueno hay que alimentarse de las críticas positivas. Errar es humano y la vida no viene con un instructivo, ¿no?, a veces hay que ponerse en los zapatos del de al lado”, concluye.


SER BOMBERA VOLUNTARIA
“Es ayudar desinteresadamente, sin saber si es a un familiar o al enemigo. La sirena suena y nosotros salimos. También dedicamos tiempo para que nuestro cuartel este lindo, en orden y mantenemos los materiales y móviles en condiciones para estar listos al momento de prestar un servicio”.
“La sociedad se sorprende aún al ver a una mujer en servicio, si bien hace unos años hubo personal femenino en actividad, creo que llama la atención todavía. Pero bueno, las mujeres somos necesarias siempre”, señala Natalia, entre risas.

“Todo lo que hago lo hago con gusto, mi trabajo me agrada aunque me demande mucho tiempo. En casa soy una visita, me hago mi ratito para ir a gimnasia, trato de no descuidar a la familia y estar en los eventos y festejos importantes. Pero bueno, el tiempo nunca alcanza y eso que por ahora no tengo hijos que me demanden más tiempo… Mientras pueda seguiré con este ritmo, cuando las circunstancias de la vida demanden otra cosa, empezaremos a suprimir actividades. Por ahora vivo la vida feliz, viajo bastante y disfruto cada momento... No me quejo de la vida que llevó, al contrario, agradecida”.

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