¡Gracias, Pato!

Felix Peyre
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Escribe “Chico Feo”

“Sentí aquel pibe que a los 9 años debutó en la sexta de Calaveras. Es difícil explicarlo. A los 52 años es un poco especial. Nunca perdí las ganas de jugar al fútbol. Lo llevo muy adentro”.

Y no es para menos, Daniel “Pato” Lamanna transitando la década a los 60 volvió a jugar en primera, para darle una mano al equipo que conduce su hermano “Palito”. Nos referimos a Juventud Unida de Henderson, ahora llamado “la Juve”, un equipo de barrio, que nació como el “Cala” pehuajense, que se inspiró en el potrero cercano a la cuadra de las toronjas en calle Alberdi, como aquel donde “Fumique”, en el barrio Belgrano, sacaba los pibes de la calle y les enseñaba a jugar a la pelota y enamorarlos del más popular de los deportes, cuando todo era a puro pulmón, cuando no se pensaba en ganar dinero sino en transpirar la camiseta, disfrutar y amar lo que se hacía.

Por eso, el domingo 8 de agosto, cuando en Henderson el “Pato Lamanna” pisó el césped del Demetrio Hernández, una cancha de barrio hecha por jugadores, directivos e hinchas de otros tiempos, muchos de los cuales miran ahora desde el cielo la permanencia del club de sus amores, al veterano pehuajense que cosechó títulos y campeonatos en toda la región, le renació el niño que anida en un rincón del corazón.

No es fácil explicar con palabras lo que pasó por su mente. “Se me vinieron a la memoria un montonazo de cosas cuando pisé la cancha, otra vez con los botines puestos. Es algo bárbaro y el apoyo de mi familia que siempre me alentó, es muy importante.

“Es muy fuerte. Sentís una adrenalina tremenda”, reflexionó después del inédito debut con la camiseta de “La Juve” que seguirá luciendo y defendiendo hasta el final del campeonato, sin importar ganar y mucho menos pelear posiciones, porque ya no quedan chances.

Pero acaso no es más importante el gesto de Lamanna de jugar junto a pibes adolescentes, que no podían creer que el “Pato pelado” jugara los 90 minutos de igual a igual. Es la actitud de uno de los referentes del fútbol pehuajense para mostrarle a las nuevas generaciones de futbolistas que es posible. Los cultores de las estadísticas lugareñas sostiene que el hecho es inédito, recuerdan a “Caracol” Paredes que jugó a los 48, pero de 52 (casi 53 porque los cumple en septiembre) no hay antecedentes.

Gracias “Pato” por el gesto y por actitud. Por hacernos revivir el niño que late en cada corazón. Gracias por hacernos sentir el olor, el ruido, el aroma, el encanto del barrio, como aquel del barrio Belgrano que te vio nacer, aquel del barrio de Mataderos donde surgió tu amado Calaveras que te vio crecer, y como el hendersonense barrio de Juventud Unida que te ve madurar.

Gracias “Pato” en nombre de quien escribe, que allá lejos y hace tiempo, en esa misma cancha donde vibró tu corazón a los 52 años, cuando niño intentó patear una pelota y quedó en el intento nomás, era queso y salame juntos. Y gracias en nombre de muchos que jamás olvidan sus raíces.
Gracias también por reafirmar con tu gesto, como dijiste a esta revista en abril de 2014, que a los chicos “primero hay que hacerle querer la camiseta”.

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