Alma y corazón de bombero

Felix Peyre
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Siempre se acerca al cuartel. Es parte de su vida. Fue de los primeros cadetes del Cuerpo de Bomberos y testigo de una época de sacrificios para forjar el crecimiento de la entidad de servicios. Recuerdos y vivencias que calan muy hondo en los sentimientos. Apropiados para valorar el rol del bombero que como todos años, cada 2 de junio, recibe el merecido reconocimiento de la comunidad.



La benemérita institución está presente en forma permanente en la vida de Oscar Lezcano (72), hoy jubilado pero siempre predispuesto al servicio. “Entré al Cuerpo de Bomberos en 1960 como cadete porque todavía no tenía los dieciséis años cumplidos. Fui uno de los primeros cadetes de esa tanda. Éramos ocho los que entramo. Te puedo nombrar a Hugo Ilari, Oscar Bonora, Carlitos Maffioli, David López, el Nesco Farías, “Tablón” Pereyra, Chino López. Ángel Cervini ya había entrado también un tiempo antes porque su padre era oficial de bomberos”.

Los tiempos eran distintos y el ingreso como cadete estimuló aún más su vocación. “Éramos los primeros cadetes, tenemos fotos con ropa verde con birretes. En ese tiempo no teníamos ni ropa. Nos dieron los cascos de los alemanes, como le decíamos nosotros”, recuerda sonriente y mira con nostalgia una foto de aquella época.

UNA INVITACIÓN INESPERADA
Una tarde en el viejo predio de KDT, hoy plaza España, llegó el segundo jefe de Bomberos en busca de pibes para sumarlo al cuerpo. “En ese tiempo se corrían las carreras de bicicletas en el circuito de KDT, no estaba ni la Terminal hecha, sólo estaba la cancha y había una pista. Y ahí se corrían todos los domingos. Un día estábamos todos los que íbamos siempre, que éramos como ocho o diez, y justo estaba el fallecido Segundo Jefe, Augusto Amaya. Se acercó a nosotros y nos dijo si no queríamos entrar como cadete para formar el futuro cuerpo de bomberos. Nos dijo que si nos animábamos que nos acerquemos el próximo lunes a Bomberos, con aviso de nuestros padres”.

Y no fue fácil la decisión porque requería el “sí” de sus progenitores. “Y bueno, peleando con mi padre para que me diera permiso… Y el 20 de octubre de 1960 entramos los ocho de ese grupo. Después de nosotros, a los cuatro o cinco años, entró otra tanda y se fue renovando. En el Cuerpo Activo no alcanzábamos los veinte”.

Fueron años de esfuerzos, sacrificios e ingenio. Lezcano recuerda a su jefe, Don José Dragani y, entre otros nombres, a Rubén Ziliotto, Banegas, Cervini, Duval Goncalvez. La formación del bombero era una constante. “Todos los domingos hacíamos prácticas. Primero hacía cosas diferentes para cadetes y bomberos, y después ya nos ponían a todos juntos con los bomberos viejos para que fuéramos aprendiendo”.

INTERVENCIONES QUE NO SE OLVIDAN
Y el joven Lezcano, saliendo de su adolescencia, afrontó siniestros que todavía viven en sus retinas. “Antes de los 18 años ya había tenido dos o tres salidas a incendios importantes. Uno de los primeros que salí, y más importante, fue cuando se quemó el Bollo, la confitería frente a la estación, el famoso Bollo. Ahí tuve mi debut siendo cadete, pero como faltaba gente nos llevaron a todos aunque sea para colaborar”.

“Tuvimos muchos incendios grandes. Fuimos a uno grande en Villegas, otro a un molino elevador grande de Bolívar. Fue una actividad regional, fui a muchos lugares grandes”, evoca y hasta aporta relatos precisos de intervenciones bomberiles, que alternaba con su trabajo de peón de albañil, con Figueras, tanto en el campo como en la ciudad.

Dejar el cuartel es imposible. Como le pasa a todos los servidores retirados, siempre se vuelve al querido edificio de la calle Landa, ámbito donde también aportó lo suyo. “Son cosas que le quedan a uno y que no se borran nunca. Nosotros nos formamos de la nada. No teníamos nada. Salíamos al campo para pedir cemento, arena, piedra, para levantar el edificio. De Loma Negra nos donaron el cemento para terminar el edificio. Los intendentes nos dieron una mano muy grande a nosotros. El padre Keegan también fue uno de los promotores para mantener el cuerpo de bomberos”, señala Lescano al recordar al párroco que inculcó la vocación de servicio en bomberos voluntarios y en la agrupación de boys scouts.

AMISTAD Y COMPAÑERISMO



Haciendo balance, al celebrarse un nuevo día del bombero voluntario, Oscar manifiesta su complacencia. “Estoy contento con servir a la comunidad. Aparte en los últimos años hemos recibido una buena remuneración con la jubilación, antes no teníamos nada. Ahora tenemos IOMA y una buena jubilación, gracias a Dios. El gobernador Felipe Solá inició los trámites y Daniel Scioli después logró firmar la jubilación. Gracias a ellos tenemos los beneficios”.

Sobre el final de encuentro, recuerda a muchos convecinos que cumplieron roles directivos muy importantes para el crecimiento de la entidad. Y al valorar “la amistad y el compañerismo” que reinaba entre comisión y cuerpo activo, menciona a dirigentes como Don Juan Villamur, Tito Tarnogol y Héctor Cozzarín: “Eran un bombero más…”

Nos vamos. Dejamos a Lezcano, que además de bombero, fue activo empleado de la construcción, mozo de grandes banquetes y calificado asador, tareas a tener en cuenta en otra ocasión. Un mención especial para el apoyo de sus seres queridos, elemental para todo bombero. “El acompañamiento de mi familia fue importante. Primero en mi casa con mis padres, y después cuando me casé mi señora también. Los chicos, todos”.
“Al cuartel voy siempre, a la tarde pasó. Me atrae porque siempre te encontrás con un amigo, compañero. Siempre nos encontramos”, enfatiza Lescano y acota: “Sigo estando en reserva y si hago falta me llaman. Pero ahora hay mucha gente y joven, más capacitados que nosotros. La capacitación que teníamos nosotros es muy distinta a la de ahora”.

Pero hoy como ayer, con mayor o menor tecnología, con pocos o muchos recursos, subsiste algo superior e innato: “vocación de servicio y entrega total por los semejantes”.

Recuerdos imborrables



”Vivimos cosas lindas y muy feas. Un choque grande en el cruce de Capitán Castro con un camión cargado con hacienda que chocó con el tren”.

-”Otra cosa que me quedó marcada para toda la vida fue un accidente acá entre Herreras Vegas y Bolívar. Un camión frigorífico se chocó con un micro que iba para Mar del Plata. Murieron cuatro personas, y saqué una nena muerta del interior”.

-”Hemos pasado buenos momentos en Bomberos. El compañerismo que había antes era hermoso. Ahora tienen todo y además mucho adelanto por suerte, nosotros no teníamos nada. Ni ropa a veces. No conseguíamos botas, si nos quedaban grandes igual la usábamos. En ese tiempo usábamos la ropa que nos mandaba la policía de La Plata y las pocas mangueras que teníamos había que estar tapándole los agujeros”.

Reconocimiento y acompañamiento
Oscar Lezcano junto a bomberos retirados en ocasión de tributarles un reconocimiento. A la derecha, Oscar y su familia, sostén silencioso de los bomberos voluntarios en todo momento.

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