Los Mazzoconi: “Te ponías la camiseta y sentías el barrio…”

Felix Peyre
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83º ANIVERSARIO DEL CLUB CALAVERAS - A pocas cuadras de la actual sede, nos encontramos con los hermanos Mazzoconi, donde todos los días disfrutan del atardecer pehuajense. Además de hablar de la actualidad, el fútbol es tema obligado. Y naturalmente, Calaveras, la divisa que comenzaron a amar desde chicos, de la mano de sus padres. Recuerdos y emociones que ratifican el sentir del Cala con todos sus matices.



Oscar, Walter, Horacio, Jorge, Sergio, Eduardo y Ricardo aprendieron de pequeños lo que significa amar una camiseta. Son los hijos de Alberto Mazzoconi y Francisca “Paca” Bergues, que de niños fueron testigo de la pasión por los colores y vieron cómo sus padres dejaron todo por el club del barrio.

Atlético Calaveras fue el amor de la familia. Alberto fue presidente de la entidad durante tres años y Francisca llegó a ser líder de la Comisión de Mujeres. Estuvieron cerca de la institución siempre, y durante todos los días de sus vidas transmitieron a sus hijos el amor por la camiseta del Cala.

“Mi madre era muy joven y trabajaba a la par de los hombres. Hacían empanadas, vendían choripanes. Ella tuvo familia, y cuando había baile en el club, a nosotros nos metían adentro de una canasta de llevar pan y ahí dormíamos yo y mi hermano mayor”, recordó Horacio (69), al ejemplificar de qué manera vivía y sentía la familia Mazzoconi cada instante junto a Calaveras.

Horacio nació, se crió y aún vive en el barrio. Tiene mil anécdotas, “la mayoría gloriosas”, aseguró. “Tenemos historia en el club. Cuando se hizo la cancha nueva mi padre hizo todas las puertas de entrada con caños y ya cuando nosotros crecimos empezamos a jugar al fútbol, y ahí terminamos nuestras carreras”, señaló.

UNA PASIÓN SIN LÍMITES


Campeones 1964. De izquierda a derecha, el tercero Jorge Mazzoconi. De derecha a izquierda, el tercero Eduardo Mazzoconi. Acompañan Pardo, Juan Villavicencio, Agesilao, García, Cataño, Juan C. Pascual y Learra.

El ex jugador, técnico y dirigente de la institución del Matadero recibió a Mirá Pehuajó junto a su hermano Walter (57) y realizó un rápido repaso de sus años en el club de sus amores. “Comencé a jugar en las divisiones inferiores y luego pasé a la segunda categoría, y de ahí a primera. Ganamos dos campeonatos, en el 68 y 69, pero uno lo tuve que abandonar porque me tocó el servicio militar”.

“En Calaveras teníamos actividades de básquet, fútbol, boxeo, eran múltiples las cosas para hacer. Tenemos muy lindos recuerdos. Yo he formado parte de la comisión directiva pero ahora ya me retiré. Tuve que dejar por problemas de salud”, dijo.

A pesar de su amor, y aunque le duela hasta el alma, en la actualidad decidió no ir más a la cancha: “No puedo ir porque peleo, y no quiero perder compañeros. Una vez fui para probar, y estaba atrás del arco de Calaveras, y al costado sobre los baños y los vestuarios había mucha dele putear y decirle cosas a Calaveras y le grité para que salga y fuimos a pelear. Cuando fue a dar la vuelta, lo miro y era el inolvidable ‘Pinguino’ Borghi, un amigo del alma. Entonces nunca más fui”.

En sus últimos año como futbolista, Horacio compartió campo de juego con Walter, que temporadas después sería parte de uno de los mejores equipos de la historia del club, multicampeón a finales de los 70 y principios de los 80.

LA MUCHACHADA DEL BARRIO
1ra. Campeona 1969. Parados: Julio Acuña, Hugo Andrade, Osvaldo Carrica, Ángel Planes, Juan Kilduff, Horacio Mazzoconi, Alfredo Martínez, Juan C. Más (K) y Víctor Pérez Fernandez (DT). Hincados: Eulogio Aveldaño, Omar García, Teófilo Torres, Raúl Martín, Manuel Hernández, Héctor Hernández, Rubén Médice y Héctor L. Pascual. Mascota: Jorge Torres.


Para Walter, “Calaveras es diferente a todo. Ningún equipo quiere llegar a una final con Calaveras. Si tienen queelegir a uno, al último que elegirían es a Calaveras. Para ganarle te tenés que matar porque tiene un estilo de juego diferente, no luce pero rinden todos. Antes era así, te ponías la camiseta y sentías el barrio, ahí estaban los Mazzoconi, los Atún, los Pascual, son todos de Calaveras, se iba uno y entraban dos”.

Y agregó: “Calaveras toda su historia fue competitivo. Si no llegó a la final estuvo en el Petit Torneo, y en las divisiones inferiores lo mismo. Me acuerdo en el tiempo nuestro cuando éramos borregos le ganábamos a todos. Cinco o seis goles a cualquier equipo. Salimos campeón siempre. De mi generación creo que nunca perdí un campeonato. En quinta todo lo que jugué lo gané, y de ahí pasé a primera que también salí campeón”.

A diferencia de su hermano Horacio, Walter todos los domingos asiste al ‘7 de Abril’ a alentar al Cala: “Voy a la cancha, hay un grupo hermoso detrás de los muchachos de Calaveras, nos juntamos a tomar mate y a hinchar como antes se hinchaba para nosotros. Somos los mismos muchachos del barrio, que ya no estamos en el barrio pero nos criamos ahí”.

En tanto, Horacio indicó que “a mí me gustaría que mucha gente se acuerde cuando el Club Atlético Calaveras hacía los bailes en donde está el restaurante Don Beto. Era hermoso, era para mirarlo. En Calaveras estuvo Troilo, Goyeneche, La Banda de Carlino, Los Patinadores, Edmundo Rivero. Era una cosa de locos. En esa época había un auto que salía con micrófono a hacer la propaganda. Cuando venían esos espectáculo se hacían desfiles, era un día de fiesta. El que no podía ir a los bailes, disfrutaban del desfile. Son cosas que nunca se vieron. Jamás. Nada será mejor que eso. Todo de primera”.

“FUMIQUE HIZO UNA ESCUELA DE FÚTBOL”

Campeones de primera 1980. Parados: Rubén Prieto, Walter Junco, Jorge Atún, Miguel Romero, Pablo Banegas, Daniel Barraza, Jorge Macagnani, Jorge Tallarico y José Criado. Hincados: Rodolfo Pascual, Eduardo Atún, Carlos Llanos, Walter Mazzoconi, José Lamanna, Juan C. Saravia, César Lamanna. Mascota: Ignacio Gardes.

Ambos coincidieron en señalar la importancia de Héctor Omar Díaz, más conocido como ‘Fumique’, en la historia del club. Junto a otros descubridores de jugadores, fue una de las piezas fundamentales en la formación de equipos de inferiores que luego brillaron en primera división.

“A Fumique el club lo va a recordar toda la vida, a todos nosotros nos llevó él. Trajo al club a todos”, aseguró Walter, y añadió: “Cuando jugamos éramos todos del barrio. Ahora juegan de cualquier lugar en los clubes. Nos mirábamos y éramos todos vecinos. Patiés, Di Salvo, Atún, Mazzoconi, Pascual… Todos de alrededor del club. Bien de barrio, y después se sumó la gente del Barrio Belgrano que los trajo Fumique, vinieron los Lamanna, todos… que eran una eminencia, con los Barraza que vinieron de Las Toscas. Qué equipo tenía Calaveras, tenía para ganar diez años seguidos. Era una escuela de fútbol que la hizo Fumique. A nosotros nos daban una naranja y nos corríamos todo para jugar”.

Por su parte, Horacio destacó también a otros referentes de la vida de Calaveras: “Mario Dubra trabajó muchísimo con las divisiones inferiores, hizo mucho jugadores, y nadie le dio importancia. A Víctor Pérez Fernández, que nos sacó campeón después de 17 años. Nunca se acordaron de él. Hay cosas malas y buenas como en todos lados, pero el que es fanático tiene que cantar todo; lo bueno y lo malo”.

SENTIMIENTOS COMPARTIDOS

Lamentablemente no coincidió la presencia de Jorge cuando realizamos la entrevista. Se sumó después, pero si bien su actuación quizás no alcanzó los ribetes de sus hermanos, él también pisó el cuadrilátero de juego defendiendo la divisa de Mataderos. Y él, como todos los Mazzoconi, siente y vibra con el Cala.

Como tantas familias del barrio, el berretín futbolero caló muy hondo en el corazón de los Mazzoconi. Ahora, con características diferentes y a cada uno a su manera, se conmueven con las malas y las buenas del club de sus amores.

Y seguramente, las mismas sensaciones experimentan Oscar, que vive dentro de la barriada, Ricardo y Eduardo alejados de la ciudad y Sergio que desde una estrella ilumina el populoso barrio.

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