Guardiola, el primer poeta

Felix Peyre
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Como es sabido, Pehuajó nació bajo el signo de la poesía con el libro de Rafael Hernández sobre la nomenclatura de las calles, en el año 1896. Y el primer surgido en el suelo pehuajense fue Juan Benigno Guardiola. Nació el 12 de febrero de 1889 y se dedicó a escribir versos cultos y lunfardescos.

La primera antología lunfarda, publicada en nuestro país, en el año 1961, certifica que Guardiola fue el primer poeta canyengue del suburbio pampeano. Sus poesías cultas, encuadradas dentro del post romanticismo argentino, fueron publicadas por las revistas porteñas “PBT”, “Caras y Caretas” y “El Hogar”. Lamentablemente su producción nunca fue publicada en libro.

A propósito de su identidad pehuajense, en noviembre de 1964, el entonces miembro académico de la Academia Porteña del Lunfardo, Osvaldo C. Guglielmino, ratificó a través de una comunicación académica, el nacimiento de Guardiola en Pehuajó, seis años después de la fundación de esta ciudad.

Señala además, que comenzó a producir versos de este tipo aproximadamente a los veinte años. “Vivió permanentemente aquí y participó como testigo y actor de todos los diversos y característicos acontecimientos del “pago chico” que tan fielmente recogió Payró en su clásica obra. Preferentemente los políticos, en el ámbito gauchesco-ciudadano del comité. Por eso he dicho en otro lugar “que registró una tipología y un momento históricamente sociales del interior argentino”, sostiene el escritor pehuajense.

A modo de ejemplo de su poesía culta, en su creación titulada “El corazón no envejece”, dice: “Hora es ya de que olvides, corazón, tus afanes / de que enmiendes, discreto, tus antiguos amores / corazón, te haces viejo y es preciso que sanes / de las bellas lecturas de los tiempos mejores”.
Y con respecto a su estilo canyengue, satírico, burlón, en “Los Cafishios de Pehuajó”, sostiene: “En este pueblo remishio / donde sobra fulería, / la crónica le batía / cada paica a su cafishio. / El rufo, que es un gran mishio, / le llevaba la corriente / dejándole que presente / algún gringo por marido, / o algún turco mal vestido / o un gallego dependiente.

Quizás el nombre de Juan Benigno Guardiola debería perpetuarse en una calle de la ciudad. Sería un justo reconocimiento en este solar de profunda raigambre poética.
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