Disfrutar la vida con lo que se tiene

Felix Peyre
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Entró a la Terminal de Ómnibus “Comodoro Pedro Zanni”, para cubrir una suplencia de 30 días pero se quedó 42 años. Carlos Mylek Se identificó con el trabajo y los funcionarios de turno confiaron en él. Cumplió los 60 años y se fue, convencido de que todo tiene un tiempo. Ahora cambió la vida. Disfruta a su familia como jamás lo hizo.


Fue alumno de la escuela 20 y en la adolescencia trabajó junto a su padre. “Hasta los 18 años en movimiento de ladrillos, arena, escombros, etc, en un camioncito”, recuerda Carlos Mylek, hasta que un día se achicó el trabajo y se hizo necesario ubicar otro lugar. Corría el año 1973, Pehuajó padecía inundaciones y surgió la posibilidad de entrar a la Municipalidad.

“Entré y me mandaron a limpiar alcantarillas, desagües. Estaba Salvador Invenenato de capataz general, después se jubila y pasa de capataz Ernesto Moore. Me acuerdo que estaba en el viejo taller, en calle Zanni. Largaron todos los barrenderos, los camiones y demás. Yo quedé solo. Me preguntaba ¿dónde me mandará este hombre?. Y Moore, a quien no conocía, me dice ‘Te vas a la terminal’. ‘¿Y tengo que llevar herramientas?’, le pregunto. ‘Vas a reemplazar a uno que está de vacaciones. Vas por un mes, si no le andás vos a Galvo (era el encargado de la Terminal) no le va a andar nadie’, me dijo”.

Y por esa suplencia comenzaría una historia de trabajo que se prolongó hasta diciembre de 2015. Nunca lo pensó. Así, Carlos evoca los inicios: “Empecé, por un mes, hacía de todo, cuidaba el jardín, cortaba el pasto, limpiaba los baños, la sala de espera. Y se cumplió el mes, don Galvo me preguntó si me sentía cómodo. ‘Sí’, le dije, ‘no tengo problemas’. El Director de Servicios era Lorenzo Vives y Galvo un día lo para y le consulta. ‘No’, dijo Vives, ‘a Mylek yo lo preciso. Cumple el reemplazo y se va’. Galvo insistió y otra vez le dijo no. ‘No lo puedo dejar acá a Mylek’”.

EL DESTINO ESTABA ESCRITO
Otra vez desconcertado en cuanto al destino, pero la incertidumbre duró poco. “Llegó el día de irme, viene Vives. Yo estaba podando los rosales y me pregunta ‘¿Querés quedarte acá en la Terminal?’. ‘Sí’, contesto, ‘para mí mejor así no ando de un lado a otro, aunque no tengo problemas en trabajar donde sea. Si me deja acá mejor, si hasta estoy cerquita de casa’. Entonces, respondió Vives, ‘te quedás y si tenés algún problema o te sentís incómodo te cambio’. Y quedé hasta el día que me jubilé”.

Cuando se retira Galvo, en 1992, Mylek queda como Encargado. Los recuerdos lo invaden al ahora retirado cuidador, encargado y parquero de la Terminal. “Cuando entré era chiquita, un ligustre la separaba de las instalaciones del club KDT donde estaba la cancha de básquet y pista de baile. Después se ensanchó y se hizo la plaza España”.

TRABAJAR Y CUMPLIR



La remodelación aumentó el trabajo de mantenimiento. Claro que se fueron sumando más empleados, entre ellos la esposa de Carlos y su hijo Fernando, que ahora continúan en el mismo ámbito y con idénticas tareas.

Carlitos, o “El colo” Mylek como muchos lo llaman, afirma: “No tuve nunca problemas, hice muchos amigos, pasaron muchos Intendentes, pero siempre cumplí con mi tarea. Jamás pensé estar casi toda la vida en la Terminal. Pero me gustó, pasé de todo, calor, frío, lluvias. He ido a trabajar con gripe, pero no quería faltar. Recuerdo que solo una vez falté porque en un accidente sufrí una quebradura expuesta”.

Está feliz y agradecido. No dudó en retirarse y tiene muy clara la nueva rutina de vida. “Doy gracias a Dios que me pude jubilar a los 60 años por los 42 años de antigüedad, y no tuve que esperar los 65. Estaba muy contento con mi laburo. Por las cosas lindas que pasaban. Por los amigos que coseché. He tenido también algunas cosas malas, algunos que me defraudaron, pero no veía la hora de terminar. Me quería ir, estaba cansado”.
Y repite: “Lo que más me gustaba era atender la plaza, los jardines, me encanta”. Por eso, ahora sin compromiso de horarios de entrada y de salida, el oficio continúa: “Me dedico a atender jardines, veredas. Y feliz mente tengo cualquier cantidad de clientes. Uno recomienda a otro y así voy sumando”.

Pero la jubilación, lejos de ser una preocupación, para Mylek tiene aire de bendición. “Ahora lo que disfruto mucho, más que nunca, es mi familia. Y todos los días disfruto mi nieto”. Además disfruta las carreras de autos que le encantan y la pesca que siempre le gustó. Obviamente, como fanático hincha de Boca, se alegra y sufre con un presente xeneize, no del todo feliz, pero que pronto pasará.

Carlos, observa la plaza España, los juegos, las plantas, las flores, y el amplio edificio de la Terminal. Agacha su cabeza, luego levanta la vista y nos dice:

“A veces, cuando por la calle Del Campo siempre veía pasar el coche que te lleva al descanso final, miraba los cortejos y el último tiempo pensaba ‘para qué tanto trabajar’ si todos terminamos en ese coche y nada nos llevamos. Por eso, ahora sí, a disfrutar la vida con lo que tengo”.

RECUERDOS
-“¡Ah! Lo que me acobardó era limpiar los vidrios. Ya los últimos años no lo podía hacer. Me cansaba mucho. Prefería irme con una pala, podar plantas, carpir, pero limpiar vidrios, no, para nada”.

-En algunos amaneceres le tocó vivir algunos desencuentros entre jóvenes cuando terminaban una larga noche de diversión. “Era cuando se permitía la venta de alcohol. Y se armaban algunas “roscas” bárbaras. Me ponía mal, pero nunca me pasó nada. Mucha bronca porque te ensuciaban los baños y te dejaban cada “regalito” los pibes”.

-“Las cargadas como hincha de Boca siempre existieron. Cuando llegaba a la Terminal, que entraba a las 5 de la mañana, si había perdido Boca tenía la puerta de la oficina donde guardábamos las herramientas, llena de papeles cargándome. Pero, después me tenían que aguantar a mí. Todo tiene revancha en el fútbol”.

-“Nunca olvidaré a personajes que siempre acudían a la Terminal, que ya no están. Entre ellos Cartucho y Cartucha. Cartucho me abría la canilla de la plaza, para enfriar una botella de vino. Me dejaba un charco que parecía La Salada. Y otro personaje “Tito”, el lustrador, que bien temprano llegaba todos los días. Un personaje inolvidable”.

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