Ama su trabajo y adora su familia

Felix Peyre
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No es fácil y hasta poco común sostener un emprendimiento comercial y criar, al mismo tiempo, una familia numerosa. Dorita Buccheri es un claro ejemplo. Lleva 35 años de actividad comercial y no imagina el futuro sin ella. Es madre de 5 hijos. Anhela tener muchos nietos y sostiene que con fe todo es posible en la vida.




Tarde de sábado. Se demora la apertura del negocio. La ciudad invadida por motoqueros. Dorita Buccheri junto a Manuel Francisco Arive “Manolo”, su esposo, rememora el camino recorrido como mujer comerciante, esposa, madre, ama de casa. Todo empezó cuando trabajaba en la histórica tienda El Hogar. “Un grupo re lindo de trabajo. Trabajé hasta el año de casada. Decidí dejar el trabajo, porque quería tener hijos y no quedaba embarazada, pero los visitaba todos los días en la tienda porque los extrañaba y me vuelven a llamar para ir a trabajar”.

Quizás estaba decidida a volver, pero Manolo le propuso encarar un emprendimiento personal. “Entonces decidimos poner un negocio. Fuimos a Buenos Aires, varios días, para ver el rubro. Me enganché con todo lo referente a chicos y lanas porque me gustaba mucho tejer. Y en diciembre de 1980 inauguramos el local en la esquina de edificio Pehuajó, frente a la Terminal de Ómnibus, con lanas, ropa de bebés, pañales, juguetes, cochecitos”. Luego funcionó en Del Campo 771, Landa 763, Cambaceres 650 y finalmente en Rivarola 433.



UNIFICAR TRABAJO Y FAMILIA

El propósito de tener hijos seguía latente. Hoy, supone que alguna connotación psicológica habría. Si bien sostiene que el negocio fue su primer hijo, rememora: “A los tres meses quedo embarazada. Después cuando íbamos por el tercer hijo, teníamos el negocio en Landa 763, yo quería cerrarlo al negocio y Manolo me dice, por qué en vez de cerrarlo nos vamos a casa. Y nos fuimos a la calle Cambaceres donde vivíamos, donde no había pavimento aún. Manolo decía que había que darle un premio a quien fuera a comprar un día de lluvia”.

Y allí siguió adelante el emprendimiento, alternando entre mostrador, cocina, tareas del hogar y la atención de los hijos, en aquellos tiempos de pañales de tela que implicaba un doble trabajo. Al crecer los chicos y reafirmar el deseo de unificar trabajo y familia, se hizo necesario cambiar de ámbito. “Salimos a buscar casa donde hubiera patio y lugar para el local comercial, a fin de poder hacer todo a la par. Unir, el negocio, los hijos, la familia, todos juntos. Y lo logramos”, afirma Dorita tres décadas después. “Pasamos épocas lindas y de las otras. Pero todo lo superamos. Trabajando y criando los hijos. Llegamos a cinco hijos”.




UNA MADRAZA


La pregunta es inevitable: ¿Es posible llevar adelante un comercio, durante tantos años, y formar y criar una familia numerosa?. “Sí”, responde Dorita y agrega: “Con Manolo a la par, porque siempre me apoyó en todo. Desde organizar la comida, hacer los mandados y hasta bañar los chicos. Me ha ayudado en todo”.

En forma constante, sumaron esfuerzos y voluntades. Claro que hubo dificultades y no se dieron por vencidos. “En el momento que pensé en cerrar, Manolo me dijo que no porque así cómo habían venido los hijos seguidos, así se iban a ir. Y la verdad que hoy la casa es para nosotros dos. Igual los chicos pasan todos los días y estamos felices de haberlos ayudado”.

La sensación de “nido vacío” que se experimenta en todo hogar. Lo importante es tener el convencimiento de haber dado todo por los hijos. Y esta mujer, de hablar pausado y carácter apacible, ha dado ejemplos. Siempre estuvo mamá Dorita junto a sus hijos. “Cuando había fiesta en la escuela, ponía un cartelito “Estoy en el colegio”. Ese día cantaba tres veces el himno nacional, pues me tocaban turnos mañana y tarde, jardín y escuela”.

Le preguntamos a Manolo, que atentamente y en silencio presencia el díalogo, si se puede aten der negocio y familia. “Todo es obra de Dorita. El negocio es de ella. Yo le ayudé, pero ella se hizo sola. A veces, la acompañaba a Buenos Aires para hacer compras. Es una madraza, porque criar cinco hijos y atender el negocio, por más que yo la ayudara, ella impulsaba todo”.




FELICIDAD COMPARTIDA

Dorita, mira a su compañero de toda la vida y se dibuja en su rostro una sonrisa de admiración y reconocimiento. Y al hacer un balance, es clara y contundente. “Me siento muy feliz. Elegiría la misma persona, Manolo, que ha sido mi vida. Y los cinco maravillosos hijos que conforman una familia feliz”.

Y Manolo también exterioriza su sentimiento. “Me siento contento. Feliz de verla feliz a Dorita. A veces las madres se quedan en la crianza de los hijos solamente. Ella, es muy activa. Hoy, jubilada, vive el negocio con una alegría y unas ganas. Es un poco la prolongación de la crianza de los hijos con respecto al trabajo. Ahora, empieza a lidiar con los nietos”.

Los momentos difíciles quedaron atrás. Las naturales ausencias de los seres queridos y hasta el padecimiento de un serio accidente de tránsito. La fortaleza matrimonial de Dorita y Manolo siempre prevaleció. “Tenemos mucha fe y eso nos ayuda a estar siempre unidos”.

Que más se puede pedir. Qué más se puede decir, si esta mujer, con natural simpleza de gestos y palabras, nos dijo todo. Ama su trabajo y adora la familia. Su trabajo, el negocio que considera su “primer hijo” y no imagina el futuro sin él. Su familia, que ya suma 17 integrantes, es su mejor vidriera, que no tiene precio. Es su riqueza mayor, la bendición de la vida.




RETAZOS

-Se heredaron clientes y costumbres desde los tiempos de tienda “El Hogar”. Ahí cuando atendían Pedalino y Apestegui, el cliente no se iba sin comprar. Un poco aprendí de ellos”.

-“Cuando fuimos a poner el negocio propio estuvimos viendo que nombre ponerle. Y aquí otra vez el aporte puntual de Manolo para decidir: “A vos te conocen por Dorita, entonces ponele Dorita”. Fue muy fácil la decisión, hoy es una marca en Pehuajó.

-“La vocación por esta actividad nació en tienda “El Hogar” y es el día de hoy, que pasa por el negocio Apestegui, se detiene y hablamos. Compartimos muy lindos recuerdos”.

-Han pasado varias generaciones. “Vienen chicos y me dicen Dorita vos no te acordás de mi. Yo los hacia renegar, cuando venía con mi mamá. No me quería probar guardapolvos. Me da mucha satisfacción que vengas los hijos de clientes a comprar ahora para sus hijos. He vuelvo a abrir cuentas yá a bisabuelas. Es muy lindo”.

-Dos de las hijas, Pilar y María Clara, herederaron apego por la actividad comercial. “Ambas aprendieron desde el mostrador cómo tratar a la gente. Pili está en otro rubro, pero Clari creo que aprendió un poco de colaborar y ayudarme a mí”.

-“De todos los hijos tengo colaboración. “Quenqui”, que es María Eugenia (arquitecta) y no está viviendo en Pehuajó, siempre está apoyando con sugerencias y proyectos, para remodelar el negocio con buenas ideas”.

PING PONG
-¿Un deseo?: “Ver crecer a mis nietos”.
-¿Un recuerdo?: “Vacaciones en familia”.
-¿Una esperanza?:  “Paz mundial”.
-¿Un rencor?: “No tengo”
-¿Una gratitud?: “Mis cinco hijos”.
¿Una ingratitud?: “No tengo”.
-¿Un ídolo?: “Mi papá”.
-¿Un amigo?: “Manolo”.
-¿Un amor?: “Manolo”.
-¿Un hobby?: “Tejer”.
-¿Tienda El Hogar?: “
Mi escuela”.
-¿Pehuajó?: “Mi lugar”
-¿El futuro?: “Más nietos”.
 -¿Dios?: “Todo”
-¿Dorita Buccheri?:
“Simple, sencilla”.
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