Romina, la enfermera que asistió un parto en Chiclana

Felix Peyre
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Hace poco más de un año se radicó en Chiclana. Llegó en busca de un terreno y encontró trabajo. Se llama Romina Grillo (32) y está haciendo sus primeros pasos en la noble misión de enfermera, al tiempo que continúa su capacitación. Nunca imaginó vivir una situación semejante. Atendió un parto, de madrugada, en la sala de primeros auxilios. No quedaba otra alternativa. Relata lo vivido, se emociona y siente que cada día ama más lo que hace.



Es domingo, el otoño comienza a hacerse sentir. Romina, más relajada, cinco días después, relata la emergencia vivida en la madrugada del martes 5 de abril de 2016. La satisfacción y la felicidad que experimentó no se pueden describir con palabras. La transmiten sus expresiones, sus gestos, sus sentimientos.

Romina vive a una cuadra de la sala de primeras auxilios. Activa o pasiva, está de guardia las 24 horas. “Aproximadamente, entre las 00.30 y 00.45 horas, me avisan que la señora Florencia Barconte, embarazada, estaba descompuesta y se sentía mal. Fui a verla y estaba comenzando el trabajo de parto. Tenía contracciones cada minuto y medio, una tras otra”.

No había mucho margen para pensar. “Así que tomé la determinación de que el parto sea acá, en Chiclana. Ya que no íbamos a llegar con los tiempos a Pehuajó. Era de noche y lloviznaba. Las calles son de tierra y no era conveniente arriesgar”.

MOMENTO DE DECISIÓN
“No, no llegábamos”, sostiene y agrega: “Si llamaba a Pehuajó, tampoco era posible porque el viaje tiene un tiempo estimado de 25 minutos. Insisto las calles son de tierra, esa noche lloviznaba. Y peor hubiese sido que el vehículo se encaje con la madre dentro y en trabajo de parto”.
Es evidente que no había opciones ni tiempo para pensar. La enfermera toma la decisión. “Le comuniqué a la familia que el parto lo iba a hacer en Chiclana, pero en la salita de primeros auxilios, ya que tenía todo el material básico necesario para hacerlo. Y para allí fuimos”.

“Le coloque la vía (el suero) a la mamá –relata Romina- y fui preparando dos mesas con todos los elementos a utilizar. Se prendió la estufa, para que la mamá y la beba no tengan frio. Y empezó la tarea, vale destacar que es el tercer bebé de la mamá y esto ayudo mucho”.
“La mamá estaba muy tranquila por suerte y la familia estaba fuera de la sala.

Yo estaba sola en la salita con ella, hasta último momento, que llamé al ambulanciero Facundo que estaba esperando del lado de afuera. Lo llamé para que ayudara y me alcance las cosas necesarias y yo poder ocuparme del recién nacido”. Y el desafío dio los resultados esperados. “Así que bueno a las 2 de la mañana en punto, nació Magalí con 2,650 kg, en perfecto estado”, concluye el claro relato de Romina ante la emergencia suscitada.

TODOS MUY EMOCIONADOS
-¿Vos cortaste el cordón umbilical?
-“Le realicé a la mamá y a la beba todo lo aprendido en la tecnicatura superior de enfermería que es donde yo actualmente estoy estudiando. La limpié a la mamá y a la beba, y luego corte el cordón. Después llamé al abuelo Elvio, estábamos todos muy emocionados, y le pedí que sostenga a Magalí, mientras yo retiraba la placenta”.

El relato de Romina exime de mayores comentarios. Tremendo placer compartido. “Luego de que todo ya estaba en orden y realizado, llamé al hospital Aramburu y me comuniqué con maternidad para dar aviso a lo que había sucedido”.

-¿Seguramente, no podían creer?
-“Si… la verdad fue muy sorprendente para la partera y para el pediatra, Marcela Pérez la partera y el Dr. Juan Vicente, el pediatra”.
De acá de Chiclana, fuimos en el auto de Fernando Haim al hospital de Pehuajó, escoltados por el policía local y el patrullero. Nos daban el paso necesario en la ruta y ya entrando a Pehuajó volví a llamar para que nos esperaran en la puerta. Y gracias a Dios, estaban todos afuera esperándonos con gran curiosidad, muy atentos”.

RETORNO A LA TRANQUILIDAD
Fue el momento en que Romina mermó su ansiedad, bajó tensión, renació la tranquilidad. “Magalí y su mamá ya estaban a que ya estaban instaladas en el hospital con medios que yo no cuento en Chiclana. Revisaron a la mamá y a la bebita, le hicieron estudios. Y ambas estaban en perfectas condiciones. Ya eran las cuatro de la madrugada.

La enfermera de Chiclana, retornó a Chiclana. Ya en su casa “uno cae”. Todo había pasado y con un final feliz. Recuerda el episodio y afirma: “La verdad para mi fue una sensación inexplicable, única y maravillosa. Yo soy madre de tres bellos hijos y los tres nacieron por cesárea. Así que yo en lo personal no tuve parto natural. Esto fue doblemente maravilloso para mi”.

Romina Grillo agradece nuestra inquietud periodística al tiempo que sigue recibiendo llamados y mensajes a su celular y a su cuenta de Facebook. Detiene su mirada y piensa. Solo ella sabe lo que siente en su interior.

Se juntan muchas cosas y muchos recuerdos. Hay muchas felicitaciones y halagos por su coraje y valentía. La familia de Magalí Barconte le han pedido que sea la madrina de bautismo. Sus compañeras de la Tecnicatura en enfermería comparten su felicidad, así como sus profesoras Ana Gallo, Graciela Melo y Alejandra Angelucci. Valora de sobremanera el aporte de la Dra. Mónica Andrada y Andrea Médice, que en la materia “Materno infantil” le enseñaron el abc sobre embarazadas, partos y recién nacidos.

Hace un año y medio que ejerce de enfermera. “Amo lo que hago, cada día me gusta más”, nos dice al despedirnos. Es la enfermera de Chiclana, uno de los pueblos rurales más pequeños de Pehuajó. Un oficio de 24 horas, porque la entrega y el amor a sus semejantes no tiene horarios.
Romina Grillo es oriunda de Buenos Aires. Lejanamente, su familia está emparentada con Ernesto Grillo, aquel brillante jugador de Boca Juniors. Su papá también se llama Ernesto.

Llegó a Chiclana en busca de un terreno. Habló con el Delegado Municipal y le dijo que era enfermera. Justo en el pueblo no había enfermera. “Conseguí el trabajo pero no el terreno”, acota sonriente.

Ahora vive a una cuadra de la salita de primeros auxilios. Siempre alerta. Sostiene que “las enfermeras de los pueblos tienen que vivir en el pueblo donde trabajan, porque trabajan las 24 horas”.

¡Ah!, y al final, nos dijo: “La verdad es hermoso Chiclana”.

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