Un peculiar perfume a jazmín y manzanilla

Felix Peyre
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por Ricardo Roberto González Cancelo
(Cuento Fantástico)

Como si hubiera sido la explosión que produce un motor de automóvil fuera de punto, de la misma manera fue que sonó aquella cosa extraña que vino del cielo, al tocar la tierra. Después; ganó el silencio.

La densa oscuridad reinante lo hubiera cubierto de miradas indiscretas, de no ser que el sibilino objeto, centellaba perdido en una hondonada a escasos trecientos metros del lugar que me encontraba.

Recuerdo que una fina llovizna como de cenizas, en un instante pareció cubrirlo todo, pensé por un momento que aquello podría ser radiación atómica. Pero no, simplemente era tierra; mezclada con una porción de arena blanca, la que solo consiguió molestarme un poco la garganta.

Desde la ventana que daba a la cocina de mi casa de campo, podía ver a aquella impresionante nave, como por unas ventanillas que tenía sobre la cimera, irradiaba luces, y hacían girar un cono azul, del que escapaban círculos concentres formando en el espacio un espectacular y fantástico arco iris.

El viento estaba del cuadrante sur, y traía a mi ventana un suave perfume que me supo a una mezcla combinada de jazmín y manzanilla.

Después, lo insólito. Una densa llamarada cubrió el espacio donde se hallaba estacionada aquella colosal nave extraterrestre.

Tome mi prismáticos para apreciar mejor a aquel insólito e histórico momento y me afirme al alfeizar de la ventana presto para verlo todo sin perder detalle alguno.
Un escotilla de la nave se abrió y una potente luz que emergió de su interior, acompañó el descenso y la presencia de un ser de lo más extraño.

Las llamas parecían quemarlo porque andaba entre ellas, su traje era muy brillante y además tenía forma humana. Caminó unos metros y luego se cayó al piso. Allí fue el sumo de mi asombro. Pude ver como el extraño, en convulsivos movimientos, se fue abriendo como un bolso con cierre relámpago y de su interior salieron tres individuos, los que se desenroscaron como culebras y al instante dejaron aquel cuerpo en mitad del campo, adoptando otra forma por demás extraña.

Yo no cabía en mí, estaba viendo algo realmente increíble y el fastidio de no poder compartirlo con nadie debido a la soledad absoluta en la que me encontraba.
Puedo decir que sus cabezas era como polígonos regulares, y en cada uno de sus lados cada quién tenía una cavidad como si fuera la boca.

Ostentaban unos ojos saltones muy parecidos a la conocida mosca o porque no decir, a las misma abejas.

Sus formas eran realmente asquerosas y a pesar de que caminaban erguidos, eran similares a los bichos cascarudos negros, con patas de langostas escamadas y fibrosas.
Los tres avanzaban en la dirección en la que me encontraba y el perfume aquel de manzanilla y jazmín se hizo más intenso y se perpetuó en el aire.

Yo no sabía que hacer, estaba realmente aterrorizado y para colmo ya me habían localizado y sus ojos como linternas me iluminaban todo el rostro. Estaba petrificado, de haberme podido mover, tal vez aquellos seres no me hubieran dejado poder contarlo.

A unos tres metros de mí se detuvieron, y el que parecía ser el jefe, sin mover los labios y con voz de resonante címbalo; comenzó a hilvanar una extrañas palabras, que legaron a mí cerebro como bellas notas musicales y que les puedo asegurar que no se porqué tan perfectamente entendí.

-¡NO TEMAS TERRÁQUEO!, me dijo.

- Estamos aquí en profundo son de paz. No intentes nada contra nosotros, porque conocemos el alto grado de agresividad que ustedes tienen.

Nuestra presencia en tu planeta solo tiene un pacifico propósito del que queremos informarte y dejarte un muy útil mensaje:

- DILE A QUIEN CORRESPONDA: Que los seres de la Dimensión Azul y de la Cuarta Esfera, les advierten que cuiden al planeta Tierra. Porque hemos registrado en el cosmos mucha basura espacial arrojada por ustedes y están de esta manera contaminándolo todo, como hacen con vuestro ríos y mares que ustedes allí tienen.

Diles también que suspendan la carrera espacial y armamentista en pos de provocar nuevas acciones bélicas, nuestros guardianes del espacio exterior controlamos el ecosistema de todos los planetas del sistema solar y es por eso que nosotros estamos aquí desde ya hace un buen tiempo.

Ustedes se están autodestruyendo, rompiendo cada día y poco a poco la capa de ozono. Nuestros ozonometro, reactivo que usamos para medir la presencia y cantidad de este tan útil elemento en la atmósfera, nos está diciendo que en algún momento esto les va a traer muy severas consecuencias. Dile allí, a los que mandan, a los Organismos Internacionales, o a quién corresponda, que cuiden el planeta al maravilloso planeta azul, que desde nuestra perspectiva es el más hermoso de todos.

El extraño ser, con voz de címbalo, me dejó la expresión de una sonrisa, giró sobre sus membradas patas, cosa que hicieron los otros dos imitando tal movimiento, también giraron y despacio, volvieron al lugar en donde estaba el hombre del principio. Se acostaron sobre él y retomaron la forma del singular individuo.

Luego, volví a oír la misma explosión del auto con motor fuera de punto, y la nave se suspendió en el aire girando sobre un eje imaginario. Hizo un centelleo a modo de saludo; y en milésimas de segundos, se perdió en el espacio azul. Dejándome en la despedida y como obsequio; aquel perenne perfume de MANZANILLA Y JAZMÍN.

Cuento de mi futuro libro “Historias de Punta Riel” (Derechos reservados).
RICK CANCELO (El Incondicional)

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