Silvia Jamar y el encanto de instruir a personas mayores

Felix Peyre
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El auge de la computación e internet motivaron la inquietud periodística. Silvia Jamar ha cumplido meritoria labor en la transmisión de conocimientos para dominar las nuevas tecnologías e incursionar en el nuevo mundo de la comunicaciones, Una experiencia que enriquece tanto a quien instruye como a quien recibe la capacitación. Testimonios de convecinos capacitados, el enfoque de un comerciante del sector y el diagnóstico de un profesional de la psicología, corroboran en esta realidad de Pehuajó.



Vivimos comunicados. Siempre lo estuvimos, y esto no cambiará. Pero lo que sí varió fue la forma. Y para algunas personas, el cambio fue más brusco, más notable. Con el crecimiento del uso de las redes sociales, y en particular de Facebook, gran número de adultos mayores decidieron volcarse en el mundo digital para no “perder el tren” y seguir en contacto con sus seres queridos, amigos, vecinos, o simplemente, para entretenerse, informarse y/o divertirse.

Para muchos resultó todo un desafío: primero debían aprender a manipular objetos hasta entonces desconocidos, y luego, entrometerse en un mundo nuevo, lejano pero deseado. Y así fue que varios vecinos comenzaron a vivir una nueva experiencia social: adaptarse a una nueva forma de comunicar(se). Algunos se animaron y ‘metieron mano’ con la ayuda de sus familiares, y otros, necesitaron recibir capacitación, adquirir nuevos conocimientos.

Silvia Jamar es profesora de informática y computación. Comenzó en la actividad a fines de la década del noventa en la Escuela 20 de Pehuajó, ofreciendo clases a los alumnos de la entidad primaria, gracias a la predisposición de las autoridades de la escuela Mabel Maffioli y Graciela Álvarez. Desde ese momento comenzó una intensa trayectoria que hoy la encuentra, desde hace más de diez años, dictando clases para adultos mayores.

Empezó “de la mano de Stella Iglesias, la Asistente Social”, recuerda, y relata que la idea era “dar talleres para la comunidad educativa, y así se formaron grupos de adultos que superaban los 100 alumnos por mes; y yo, sin estar formada para trabajar con adultos, me empecé a sentir muy cómoda en cada grupo y se generaba un clima de confianza y mucho interés por aprender”.

El taller se dictó durante tres años, “tiempo que me ayudó a hacer muchos contactos y algunos todavía perduran”. En el año 2003, se cerró el gabinete de computación y Jamar empezó a ofrecer clases a domicilio: “mi primera alumna fue Victoria Gómez de Depaoli, y desde entonces no paré de trabajar””, comenta.

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- ¿QUÉ QUIEREN APRENDER?
- ¿GRANDES? SÍ, MUY GRANDES
- PARA APRENDER NO HAY EDAD

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