Talento, creatividad y pasión

Felix Peyre
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Es pehuajense y ama el tango. Comenzó su carrera artística en Pehuajó y enriqueció sus aptitudes en Capital Federal y Santa Rosa, La Pampa, ciudad actual de residencia. Juan Andrés Martín tiene treinta y cinco años, es profesor y bailarín. Tuvo el honor de ser semifinalista en el Mundial de Tango 2010 y hoy disfruta de su Escuela de Tango, junto a su socia y pareja de baile Yanina Estigarria.

A Juan siempre le gustó bailar. “Desde que supe caminar, creo. Escuchaba música y me movía”, recuerda. Un día vio bailar a Marta Staroni y Julio Núbile, y desde ese momento, su inclinación por el tango fue definitiva. “Estaba en una cena, los vi bailar y les dije a mis papás: ‘yo quiero bailar eso’. Eso era tango y se dio la oportunidad de empezar a aprender con ellos en un taller que dictaban en el Teatro Independiente Pehuajó”. El pehuajense tenía solo 15 años.

Tomó clases con la destacada pareja durante cinco años hasta que se radicó en Santa Rosa. En tierras pampeanas, Juan Andrés estudió “con algunos profesores de esa ciudad y cuando se fue perfilando que esto que empezó siendo un hobby se transformara en profesión, decidí viajar a Buenos Aires a tomar cursos de verano, donde asistí a la escuela de Carlos Coppello y Mora Godoy”.

Además, el ex integrante del grupo de teatro Los Tipitos realizó un curso en Tango Danza Teatro y participó en clases de Tango Orgánico con Marcela Trapé “con quien aprendí un método nuevo de entrenar el cuerpo llamado Body Awareness”.

“Y como quería aprender más, sensación que aún sigo manteniendo, empecé a estudiar el Profesorado de Tango en el Conservatorio Fracassi, donde me recibí de Profesor Superior de Tango y gracias a eso hoy se puede dictar en Santa Rosa”.

Juan también se formó profesionalmente como bailarín: “aprendí Clásico con las profesoras Inés Mazzone, Belén Echenique, en Santa Rosa, y Nadia Freedon, en Buenos Aires.”

En la actualidad, el pehuajense tiene su propia escuela de tango en Santa Rosa. “Dicto clases diarias de tango salón y milonga lisa y con trapié porque es lo que más gusta a la gente. Pero como ya lo dije me identifico más con el tango Escenario, recién este año he podido formar un grupo para poder enseñar esta disciplina”, explica Martín.

¿POR QUÉ EL TANGO?
“El tango tiene la particularidad de que no es una danza solitaria siempre se construye al menos de a dos, y sus estilos son tan amplios que la pueden bailar todas las personas y es una danza que no tiene límites de combinaciones y movimientos, solo hay que tener creatividad. En mi caso que amo el tango de escenario que fue por lo que yo empecé. Puedo combinar y fusionar varias danzas. Para las milongas y baile social, me encanta el tango salón, me divierte bailar el canyengue pero a la hora de subirme al escenario me gusta el tango con mucha destreza y fantasía. Desde muy chico tomé clases de teatro y tuve la suerte de pertenecer al glorioso elenco Los Tipitos, y con el tango puedo unir dos pasiones: la actuación y la danza. Y yo abordo la danza desde un personaje, no desde el Yo que baila”.

LA PARTICIPACIÓN EN EL MUNDIAL DE TANGO
“Llegamos a participar con mi compañera de baile y socia de la escuela, Yanina Estigarria, con quien veníamos entrenado duro tomando clases con diferentes profesores. Ensayando trabajando con el coreógrafo Cesar Luís Gómez y también con el profesor y bailarín de tango Claudio Orso. Surgió la oportunidad participando de la Sub Sede de la provincia de La Pampa.

Ahí salimos seleccionados para representar a esta provincia en la semifinal del mundial de tango 2010. Son sensaciones encontradas las que tengo. Por un lado, es
muy lindo estar bailando en un teatro de Buenos Aires, ante tanta gente y un escenario enorme. También ver bailar a parejas de todo el mundo y con tanto nivel. Por el otro lado, no es una experiencia que fomente mucho el intercambio porque la gran mayoría va a competir, ve al otro no como un par sino como un rival, entonces uno no solo tiene que estar preparado para bailar sino también para competir.

La enseñanza que a mí me dejó es que uno tiene que ser fiel a su estilo, seguirlo alimentando y hacerlo crecer y no pensar en lo qué otros hacen, cómo lo hacen y qué es lo que quiere ver. Si un artista no deja su alma llena con lo que hace entonces no sirve de nada la tarea realizada”.

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