Cuando la educación y los valores caminan de la mano

Felix Peyre
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El profesor Esbel Oscar Pujol (87) y su esposa, Elda Celia Ricci (81), son nuestros elegidos para rendir tributo al Día del Maestro y al Da del Profesor. Pujol, conocido en el ambiente educativo y familiar con el apodo de Pochi, cumplió sobresaliente actuación en la ciudad. Estuvo desde el año 1955 en la Escuela Normal donde se jubiló siendo rector. Elda fue maestra en el Colegio San José y secretaria del Colegio Nacional. Llevan 58 años de matrimonio. La familia y la educación fueron prioridad en su vida. Están convencidos que la noble tarea de inculcar valores y dar educación a los hijos, es la clave y la herramienta fundamental para transitar por la vida.


Atardecer invernal en Del Valle y Gutiérrez. Junto a Esbel y Elda recorremos el tiempo transcurrido. Con un claro dejo de natural nostalgia en sus ojos, Pochi dice: “nací en Zuviría 845, mis padres eran extranjeros y dispararon de la guerra. Mi madre era madrileña y mi padre, catalán”.

Pujol recuerda la panadería de su padre. Allí creció y recibió los consejos de sus progenitores, quienes le enseñaron que “la educación es lo fundamental para el desempeño de un ser humano en la vida”. El profesor rememora que “en casa, cuando se pudo, mis padres les dieron una carrera a los hijos. Nos inculcaron a todos el esfuerzo, y sobre todo, que hay que prepararse”.

Esbel realizó sus estudios primarios en la Escuela Sarmiento y continuó su formación en la Escuela Municipal, mientras trabajaba en la panadería de su padre. Luego Pujol cursó el magisterio en la Escuela Normal, siempre alternando entre estudio y trabajo. “Y una vez que termino, mi padre me dice ‘¿vos quéres seguir estudiando?’. Y sí, a mi me gustaba mucho Historia, y bueno, entonces inicié en La Plata. Y en las vacaciones venía y trabajaba en la panadería”.

“TENGO QUE ESTUDIAR”
No fue fácil por aquellos años el sostenimiento del estudio en La Plata, pero Pochi tenía una habilidad: jugaba bien al fútbol. “Mientras estudiaba, durante un tiempo, venía los domingos a jugar al fútbol para San Martín. Y allá, estuve jugando un tiempito en Gimnasia y Esgrima La Plata. Jugué un año y yo decía que esa no era mi carrera, pero igualmente me pagué un año de estudios jugando al fútbol. Pero bueno, dije: ‘no, tengo que estudiar’.

Y allí priorizó el estudio antes que el fútbol. “Seguí con Historia, mis padres me apoyaron.”, recuerda. Tras recibirse, Pujol retornó a Pehuajó pero inicialmente no encontró ubicación docente, y por el término de dos años, trabajó en Casa Duhalde de Buenos Aires.

“Más adelante –señala- tuve la posibilidad de ingresar a la escuela, ya que no había profesores universitarios como lo era yo. Ahí ingresé. Felizmente llegué a ser profesor de la Escuela Normal y del Nacional. Empecé a trabajar y después me gustó la función”.

LA ESCUELA NORMAL, SU SEGUNDO HOGAR
En forma permanente, Pujol remarca su apego por la educación: “siempre me gustó. Entonces me fui otra vez a La Plata a estudiar para rectorado, para estar en la dirección de la escuela. Estudié en el Instituto Mariano Acosta, estuve dos años preparándome. Después me presenté para concurso acá. Primero estuve de vicerrector y después rendí para rector”.

El crecimiento de la Escuela Normal durante su gestión fue notorio y siempre convencido de la importancia de la educación, junto a otros entusiastas pehuajenses, trabajó por la generación de nuevos servicios educativos: “creamos el Instituto del Profesorado “Rafael José Hernández”, que fue el primero de toda la zona. Luego se crearon otros profesorados y los primeros profesores del Instituto eran docentes que traíamos todos con formación universitaria”.

UNIDOS POR EL AMOR Y LA DOCENCIA
Elda siempre acompañó a su esposo, en la tarea educativa. Empezó como docente en la escuela de hermanas, en el Colegio San José. Era maestra y secretaria, “porque en aquel momento había pocos alumnos, sobre todos venían chicos de campo y eran pupilos. En primer grado tenía cinco o seis chicos, entonces las hermanas me dijeron, como las demás chicas tenían dos grados cada una, yo tuve a cargo la secretaría”.

“Cuando me fui de la escuela de Hermanas, él (Pujol) ya había entrado al Colegio Nacional y se entera que había una vacante en la Secretaría”, relata. Por aquel entonces, el Rector era el profesor Iza, que fue quien llamó concurso. Elda no dudo, se presentó y comenzó a trabajar.

Más adelante, logró ingresar también a la Escuela Normal. Impartió conocimientos tras la jubilación de Hilda Gortari, mi maestra de primer grado de la Escuela Normal: “entré como suplente de ella y más adelante, pasé a provisoria y cuando llamaron a concurso, ahí entré como titular”.

Al final del encuentro, cuando las primeras sombras de la tarde invadían el living de la casa, el tema de la educación y los valores dominaron las impresiones del octogenario matrimonio docente.

Pochi afirma con vehemencia: “es fundamental que los chicos vayan a la escuela secundaria y si pueden a la superior porque lo que más le van a ayudar para destacarse en la vida es precisamente su formación. Y el gobierno debe ocuparse para que los chicos no solamente terminen la secundaria que sería el primer paso para la formación, sino que también sigan las diversas carreras profesionales”.

Elda, si bien coincide, acota: “igualmente no solamente es ‘el tener el título’, para mí son más o tan importantes los valores. Porque no hacemos nada con tener un título solamente. Los valores son importantísimos”. Y el recordado rector de la Normal concluye: “los valores vienen a través de la educación”.

LA FAMILIA
De la unión matrimonial entre el hijo del laborioso panadero catalán y la hija de un reconocido caudillo radical, nacieron María Marta y Arturo Pujol. Los hijos le dieron diez nietos, y éstos, tres bisnietos. Varios ya ejercen distintas profesiones. Los abuelos felices. La semilla dio los frutos esperados.

EL FÚTBOL
Párrafo aparte para la pasión por el fútbol que cultivó Pochi Pujol. Comenzó en la 4° división de Estudiantes Unidos. Luego jugó en San Martín, donde tuvo destacada actuación. Cuando se radicó en La Plata para seguir estudios universitarios, jugó en la 2° división de Gimnasia y Esgrima, pudiendo pagar sus gastos con lo que cobraba en la entidad.

En la foto, la 4ta. división de San Martín, campeona invicta de 1944. “Pochi” Pujol, es el segundo de los hincados. Aquel equipo lo integraron también P. Alanis, A. Huth, B. Demichelis, H. Pérez, A. Salas, P. Scardamaglia, A. Iglesias, A. Capri, A. Pernas y R. Ponce. (foto publicada por “La Voz del Oeste”, en 1994).
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