Francisco, el talentoso y valioso Papa de los humildes

Felix Peyre
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“Tengo a mi lado, un hombre muy talentoso, muy valioso, monseñor Jorge Bergoglio. Si lo necesitan cuenten con él”. Afirmación del cardenal Antonio Quarracino, en agosto de 1994, en el Instituto “Santa María” de Guanaco, establecimiento de capacitación fundando por él, en 1964, cuando era Obispo de Nueve de Julio.

Fue durante una reunión con el padre Julio Vicario y colaboradores. Lamentablemente, las circunstancias no se dieron y la sugerencia del entonces Cardenal Primado de la Argentina no se hizo realidad.

En febrero de 1998 muere Quarracino. A pedido del padre Vicario, concurrí a las exequias e hice llegar un mensaje suyo al entonces Arzobispo Adjunto de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, junto a monseñor Rubén Di Monte, hoy Arzobispo en la Basílica Nacional de Lujan.

El ahora papa Francisco, agradeció el gesto y con esa espontánea humildad que lo caracteriza, se interesó por la salud del padre Julio, que ya padecía macolopatía senil. Bergoglio y Di Monte, remarcaron además el aprecio del cardenal fallecido por el cura del Guanaco.

Quarrachino y Bergoglio
Quarracino y Vicario ya no están entre nosotros. Ambos retornaron a la Casa del Padre. Gozosos y felices desde la eternidad comparten la buena nueva. Quizás nunca imaginaron que el padre Jorge, aquel pastor valioso y talentoso, un día sería ungido Sumo Pontífice y en forma inmediata generaría aires de renovación y transformación en el mundo del catolicismo y del cristianismo.

Valga este recuerdo, un tanto íntimo, para referir la connotación con el sacerdote rural pehuajense y para señalar en estos “caminos de fe” la inmensa alegría y la esperanza que nos depara el Papa Francisco, con sentimientos sinceros y actitudes ejemplares que sacuden y conmueven al mismo tiempo.

Como creyentes valoramos sus gestos e intenciones. Se perciben tiempos de cambios. Se respira aire fresco y renovador. Por encima de credos, el papa de la humildad está decidido a vencer desigualdades que duelen. Dios nos ha concedido una gracia muy especial. Francisco, es el elegido. Él sabe de necesidades y padecimientos. Conoce la sed de justicia, de piedad y misericordia.

Es tan grande su humildad como la riqueza de su espíritu y la amplitud de su corazón fraternal. Al iniciar su misión como Vicario de Cristo, bendijo a todos los hombres de buena voluntad, sin importarle que muchos no compartan la misma fe.

Hágase su voluntad. Dios te ilumine hermano Francisco.

Félix P. Peyrelongue

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