Fue durante una reunión con el padre Julio Vicario y colaboradores. Lamentablemente, las circunstancias no se dieron y la sugerencia del entonces Cardenal Primado de la Argentina no se hizo realidad.
En febrero de 1998 muere Quarracino. A pedido del padre Vicario, concurrí a las exequias e hice llegar un mensaje suyo al entonces Arzobispo Adjunto de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, junto a monseñor Rubén Di Monte, hoy Arzobispo en la Basílica Nacional de Lujan.
El ahora papa Francisco, agradeció el gesto y con esa espontánea humildad que lo caracteriza, se interesó por la salud del padre Julio, que ya padecía macolopatía senil. Bergoglio y Di Monte, remarcaron además el aprecio del cardenal fallecido por el cura del Guanaco.
Quarrachino y Bergoglio |
Valga este recuerdo, un tanto íntimo, para referir la connotación con el sacerdote rural pehuajense y para señalar en estos “caminos de fe” la inmensa alegría y la esperanza que nos depara el Papa Francisco, con sentimientos sinceros y actitudes ejemplares que sacuden y conmueven al mismo tiempo.
Como creyentes valoramos sus gestos e intenciones. Se perciben tiempos de cambios. Se respira aire fresco y renovador. Por encima de credos, el papa de la humildad está decidido a vencer desigualdades que duelen. Dios nos ha concedido una gracia muy especial. Francisco, es el elegido. Él sabe de necesidades y padecimientos. Conoce la sed de justicia, de piedad y misericordia.
Es tan grande su humildad como la riqueza de su espíritu y la amplitud de su corazón fraternal. Al iniciar su misión como Vicario de Cristo, bendijo a todos los hombres de buena voluntad, sin importarle que muchos no compartan la misma fe.
Hágase su voluntad. Dios te ilumine hermano Francisco.
Félix P. Peyrelongue