Haciendo un alto en su actividad cotidiana en la heladería artesanal, Chino O´Neille relató sus vivencias como mecánico en el equipo Fiat y su relación con Reutemann. Portafolios colmados de recortes periodísticos, fotos, folletos, programas y revistas corroboran momentos y etapas de aquellos años juveniles tan especiales, que jamás se olvidarán.
Conoció a Carlos Reutemann en el año 1964: “estábamos en Automotores Alvear, que era la concesionaria Fiat. Él era piloto de Fiat Grossi de Santa Fe. En el primer año corría otro piloto y al siguiente entró Reutemann. Surgió el vínculo porque Alvear y Grossi hicieron un equipo en conjunto, por eso que algunos de los autos llevaban el nombre de Automóviles Alvear y Fiat Grossi”.
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Luego vendrían los tiempos de trascendencia internacional. O´Neille rememora aquel momento que significó el comienzo de una extraordinaria trayectoria en el mayor nivel automovilístico. “Él hace un contacto con gente del Automóvil Club y son ellos los primeros que lo mandan a Europa, primero con la Fórmula 2. Y después, al verlo manejar, le dieron la posibilidad de incursionar en Fórmula 1”, comenta y sostiene: "Defraudar, no defraudó. No ganó campeonatos pero no defraudó. Y estuvo en los mejores equipos del mundo, Ferrari, Lotus, Williams…”
ADEMÁS DE BUEN PILOTO ES NECESARIO UN BUEN AUTO
Chino participó en algunas temporadas del Turismo Mejorado. Fue mecánico del equipo de Lole por lo que recorrió varias provincias del país junto a él. “Lo acompañé varias veces, no como acompañante sino como mecánico. Corrió en el Chaco, en Córdoba, en todos lados. Como piloto no hay nada que agregar. En las carreras de autos, pasa como en el fútbol. Vos podés ser muy buen jugador y al campeonato no lo ganás nunca. En las carreras es lo mismo, podés ser un buen piloto pero como todo mayormente depende del auto. A veces no responde por más que vos sepas manejar”.
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El oriundo de Castelar y radicado hace décadas en Pehuajó explica que “contrariamente a lo que parece, Carlos es un tipo muy dado”, y a propósito del vínculo generado, Chino señala que fue “una muy buena relación. Es extraordinario, una gran persona, un tipo serio. Por ejemplo, Canedo se lo pasaba haciendo chistes y él, no, era serio, era otra persona. Siempre lo comparaban con Fangio, pero Fangio era un tipo que se metía a los mecánicos y a los pilotos en el bolsillo. Él, no. Era más parco”.
O´Neille arribó en Pehuajó en el año 1969 y se reencontró personalmente con Lole diez años después, cuando se disputó el Gran Premio de Fórmula 1 en Argentina. “Entré con él al autódromo. Fue, sin duda, un día inolvidable”, afirma.
Con el piloto alejado del automovilismo, y en su incursionó en la política en la provincia de Santa Fe, la relación se mantuvo: “lo fui a visitar dos veces. Me atendió como los Dioses. Igualmente nunca lo molesté para algo en especial, sino para charlar un rato. Nunca se me pasó por la cabeza que uno vaya a beneficiarse por tener un vínculo con él. Nunca, nunca.”, reafirma O´Neille.
Los recuerdos proliferan y cada foto, cada recorte de diario, revive momentos y experiencias que atesora con afecto y la satisfacción de haberlas vivido con toda intensidad. Lo expuesto, es apenas una apretada síntesis, suficiente para exponer a las nuevas generaciones, que este pehuajense por adopción, formó parte del equipo de Carlos Alberto Reuteumann.
ADEMÁS DE MECÁNICO, COPILOTO
La tarea del Chino no se limitó al equipo de mecánicos. No condujo pero se desempeñó como copiloto. Al respecto, recuerda satisfecho: “Corrí con Fernando Arana y con Roberto Pachello, y con un tal Becco que vivía en Ciudadela. Con él fui a correr al sur un Gran Premio, siempre en Turismo Mejorado o Anexo J.”
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En el año 1994, Juan Manuel Fangio, lo recibió en su casa. Un encuentro memorable. Las imágenes son elocuentes. “Un hombre extraordinario, conversador, entrador, amable”, afirmó O´Neille, quien le hizo entrega de un cuadro alusivo a la categoría Turismo Mejorado con destino al Museo instalado en Balcarce.