Artémides Zatti: tercer Santo argentino que dedicó su vida a cuidar enfermos con ternura y amor

Felix Peyre
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Este domingo, el Papa Francisco, consagró Santo al italo-argentino Artémides Zatti, enfermero, laico salesiano. Había nacido en Italia y emigró a Argentina, donde desarrolló intensa y ejemplar misión pastoral en el sur de nuestro país.



“Dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás”, afirmó el Papa y remarcó: ”Artémides Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás”.

Nació el 12 de octubre de 1880 en Boretto (Italia) y murió el 15 de marzo de 1951 en Viedma (Argentina), donde emigró cuando tenía 17 años con sus padres y sus 7 hermanos. Zatti es el tercer santo argentino y el primero laico, ya que fue coadjutor de los salesianos.

Había sido declarado beato por Juan Pablo II en 2002 y fue canonizado por la cura, considerada milagro, de un hombre que sanó de un ictus isquémico cerebeloso derecho, complicado con lesión hemorrágica voluminosa, en agosto de 2016, en Lipa, Filipinas. La curación no tenía explicación médica, se dio de forma repentina cuando había sido trasladado a su casa para pasar las últimas horas con su familia, tras pasar 10 días internado por una hemorragia cerebral.


SALESIANO ENFERMERO



En 1897, en Bahía Blanca, conoció a los salesianos. Quiso ser sacerdote e ingresó como seminarista en la casa de formación ubicada en Bernal. Estuvo aquí 5 años y al asistir a un  sacerdote con tuberculosis, contrajo la enfermedad. 

Fue derivado al hospital de Viedma. El  joven Artémides no lograba recuperarse y prometió a la Virgen que si se curaba dedicaría su vida a la atención de enfermos sin ser sacerdote. Y se curó. Solía decir: “Creí, prometí, sané”. Se consagró salesiano coadjuntor y dedicó la totalidad de su vida a los enfermos.

Usaba el pelo corto y notorio bigote. Cultivó un carácter siempre alegre. Para atender a los enfermos en su domicilio recorría la ciudad en bicicleta e, incluso, cruzaba Río Negro para llegar a Patagones. Vestido con la bata y llevando el maletín con medicinas e instrumentos, sostenía el manubrio con una mano y con la otra desgranaba las cuentas del Rosario”.

Consagró su misión al servicio de los enfermos, especialmente los más pobres. En 1950, cayó de una escalera y fue obligado hacer reposo. Después de unos meses se manifestaron los síntomas de un cáncer y murió el 15 de marzo de 1951. 

En 1977 se inició el proceso de canonización y en 2002 fue beatificado por el Papa Juan Pablo II. El 9 de octubre de 2022, se convirtió en el tercer santo “argentino”. Los anteriores fueron Héctor Valdivieso, que ejerció sacerdocio en la ciudad de Buenos Aires y fue canonizado en 1999, y José Gabriel Brochero, el “cura gaucho”, canonizado por el Papa Francisco en 2016.

                    El nuevo Santo cuando trabajaba en la farmacia anexa al Hospital de Viedma





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