En octubre de 2013, mirá compartió un encuentro con Willy en su lugar de trabajo, el mismo donde actualmente intensificó la actividad y pone a disposición de la comunidad una amplia gama de creatividades. La entrevista de referencia, es la siguiente:
Cultor del filete
Los orígenes se produjeron en Buenos Aires, por el ello la tilde de “porteño”, pero en realidad es un arte argentino que llegó de la mano de los inmigrantes. En Pehuajó, descubrimos a José Luis “Willy” Giménez, que practica otras técnicas pictóricas, pero se ha propuesto poner énfasis en el “filete”. Un poco de historia y la habilidad creativa de Willy que impulsa una movida del llamativo arte pleno de color y atractivos.
Lo ubicamos en su taller de calle Ascasubi, a metros de Alsina,
justo cuando fileteaba una de sus creaciones. Willy hacía pocas
horas, había realizado una capacitación en Buenos Aires, con
Alfredo Genovese, palabra mayor en esta disciplina.
“Hace
casi dos años que me dedico al filete. Si bien siempre pinté con la
técnica de la aerografía, lo que siempre me interesó fue esta
técnica que se había perdido prácticamente. Por ahí ha habido un
resurgir y lógicamente uno quiere aprenderla y mantenerla porque en
la provincia de Buenos Aires nadie lo hace”, manifiesta Giménez a
modo de introducción.
La gente del interior suele
atribuir esta técnica a la ciudad de Buenos Aires. “Todo el mundo
lo asocia a los porteños porque era realmente era así”, afirma
Willy y añade: “un poco comenzó ahí con los carruajes de las
frutas y que después se trasladó a los camiones cuando los carros
dejaron de existir, a los micros, hasta que a fines de los ‘70 se
prohibió y los transportes dejaron de ser fileteados y así se fue
perdiendo el filete porque los viejos trabajadores se renegaron y no
trabajaron más. Entonces por ahí se empezó a perder la
actividad”.
Nuestro convecino está convencido que “más
que porteño es un arte argentino traído a través de los
inmigrantes que algunos de ellos experimentaron lo que estamos
haciendo hoy. Otros argentinos lo mejoraron, le pusieron su forma de
ver las cosas y acá quedó instalado en nuestro país”.
UN POCO DE HISTORIA
Ahondando en datos, señala que “comenzó
a vivirse como expresión de arte en los barrios bajos donde estaban
las tolderías, los mercados, los frigoríficos, donde estaba lo
marginal, porque el arte es marginal en sí. La gente que hacía ese
trabajo no se llenaba de plata simplemente trabajaba porque le
gustaba y se hacía una monedita para vivir, entonces el ambiente que
ellos consumían era el ambiente bajo del tango. Como comenzó el
tango, comenzó esto. Casi están asociados por esto comenzó en el
siglo XIX”.
Al tiempo que nos muestra algunas de sus
creaciones, acota que “durante los ’80, hubo un despertar por el
lado de la cartelería. Los 80 se identificaron por la explosión de
la publicidad y los medios gráficos y publicitarios de las calles
necesitaban algo y entonces aparecieron los letristas que laburaban a
mano, los fileteadores que más o menos habían agarrado alguna
historia que habían agarrado de algún viejito y bueno arrancaron de
nuevo”.
INTERÉS POR EL FILETE
Se muestra satisfecho por la reciente capacitación con Alfredo Genovese, a quien califica como la voz mayor del filete. “Es muy difícil salir a trabajar sin un respaldo de alguien que te enseñó”, remarca.
UNA BÚSQUEDA PERMANENTE
“Todavía sigo explorando –concluye- porque es como nos dijo el maestro: “cada uno va a explorar hasta que cada uno encuentre su forma para expresarse”. Y nunca va a estar satisfecho porque siempre va a buscar algo más. Y yo que vengo hace dos años pedaleándola me encuentro con esa situación y es cierto”.
Nos vamos, allí queda Willy aferrado a la conformación de una nueva creación. El filete lo entusiasma, aunque no desatiende sus trabajos en aerografía y dibujo, técnicas sobre las cuales también dicta clases. Se le interesa contactarse, puede ubicarlo en su esquina, Ascasubi y Alsina.