De Lonco Luan a la Escuela 34: Querer a los chicos y cumplir los sueños docentes

Felix Peyre
By -
0

Una maestra aliada al desafío y al compromiso. Compartió la creación de una escuela en una reserva mapuche. Asistió a alumnos erradicados de villas de emergencia en el conurbano bonaerense y desarrolló intensa actividad en escuelas pehuajenses de doble escolaridad. Sus recuerdos y convicciones. Nuestro homenaje a todos los sembradores de abecedarios en su día.



A los 19 años se enteró que solicitaban maestros para escuelas rurales de Neuquén. Se inscribió y a la semana estaba viajando al suelo neuquino. Inició su labor docente en una escuela pegada a la cordillera sobre el limite con Mendoza. Comenzaba a concebir una experiencia muy significativa que le permitió ver la vida de otra manera.

Elda Irma Pignaton (78), una maestra muy particular, que siempre asumió desafíos y ejerció la noble tarea de enseñar y educar, fiel a convicciones y principios que sustentó en toda su trayectoria.

Al comenzar el encuentro un emotivo y detallado recuerdo de su infancia en la localidad de Herrera Vegas, partido de Hipólito Yrigoyen. “La escuelita de Herrera Vegas, alejada del pueblo, no sé por qué. Un solo docente, el maestro Triberti de Pehuajó. Recuerdo el guardapolvo blanco muy almidonado, una mano en la pollera de mi mamá y la otra en la del maestro”.

A los 7 años deja Herrera Vegas porque su familia se radica en la localidad de Bellocq, partido de Carlos Casares. “El tercer grado en la escuela de Bellocq, vivíamos enfrente. Era nuevita, grande, majestuosa para mis años. Una maestra cada dos grados. Me encantaba ir a la escuela y encontrarme con los chicos que venían del campo a caballo o en sulky. Sus vidas me parecían toda una aventura y trataba de ir a pasar los fines de semana al campo”.

Inconscientemente, tal vez, ese encanto que le provocaba concurrir a la escuela, era una especie de señal de su vocación. Luego vendría la etapa de la escuela secundaria que se desarrolló en la Escuela Normal de Pehuajó. A propósito, Elda manifiesta: “Un desafío, nunca había tenido antes un profesor, ni música, ni idioma, nada. Un mundo desconocido. Profes muy exigentes, distantes y sabios. Aprendí una palabra grande y difícil “adaptación”. Amo mi promoción 60”.


 “MI INICIO FUE CASI UNA AVENTURA”

Escuela de Lonco Luan

Muchas veces suelen quedar grabados determinados momentos y al mismo tiempo definir un perfil de acción. “Momento en especial no recuerdo –dice- pero aprendí tempranamente que la vida, por lo menos la mía, era cambio, movimiento, cosas nuevas, adaptación”.

Al preguntarle cuándo se manifestó la vocación por la docencia, sostiene “En mi caso primero ejercí la docencia y después vino la vocación” y añade: “En realidad mi inicio fue una casi aventura. Trabajaba en La Voz de Pehuajó y leí en algún lado que solicitaban docentes para escuelas rurales de Neuquén.

Coincidentemente viajo a Buenos Aires con Juan Carlos Mascheroni por algo del diario. Me voy hasta el Ministerio y me inscribo. A la semana tenía los pasajes de tren en camarote Buenos Aires-Neuquén. Tenía 19 o 20 años de edad”.

Así de clara y contundente su decisión y proceder, tan valiente como sorpresivo teniendo en cuenta las características de nuestra sociedad hace más de medio siglo. Y al ahondar en detalles, expresa:

Y me fui sola, primero a Neuquén para la designación, luego a Zapala y desde allí en camión de Gendarmeria a El Huecu, límite con Mendoza, cordillera norte de Neuquén. Allí conocí otro mundo, otra cara de la docencia y de la vida. Me marcó para siempre. Me enamoré de la escuela y de la cordillera. Después vinieron otros destinos, Buta Ranquil, Andacollo, Huinganco. Todo cordillera.

Un día me llama el inspector de Neuquén y me informa que la familia de Jorge Carraha ofrece su casa para iniciar, crear una escuela en Lonco Luan, reserva mapuche catalán”.

Elda a 50 años de la fundación de la escuela n° 212 de Lonco Luan junto a sus primeros alumnos.

Es de imaginar las sensaciones que invadieron el alma de la joven maestra, que no titubeo y asumió el desafío con encomiable empeño. “Me subo a un avioncito, era julio, todo nieve, y aterrizo en el lago Aluminé. Lo más difícil fue recorrer casa por casa para convencer a la gente que manden sus chicos. Siempre me acompañó una querida alumna que sigo visitando, Emilia Carraha”.

Con un acento de reconfortante nostalgia, Pignaton acota: “Y así nace la escuela 212 de Lonco Luan. Hoy, una escuela albergue de jornada completa, bilingüe, que tiene desde jardín de infantes a secundario”.

La experiencia en aquella zona cordillerana, fortaleció el espíritu de la joven pehuajense. “Dejo Neuquén para casarme en mi pueblo y dejo la docencia. Fueron cinco años inolvidables que cambiaron mi filosofía de vida”.


 UNA PAUSA, EL RETORNO A LA DOCENCIA Y OTRO DESAFÍO                           

Junto a alumnos de escuelas de Laferrere y Camino de Cintura

Pasaron algunos años y en 1969, Elda decide reencontrarse con las aulas y los niños. Y asume otro desafío. En tal sentido, señala “Muchos años después vuelvo a la docencia en el Gran Buenos Aires. Por supuesto yo ya sabía lo que me gustaba, escuelas de desafío. Me designan en una escuela ubicada en el Camino de Cintura, de monobloc. Era una escuela de riesgo, con erradicados de villas, en tiempos de la dictadura”.

Otra experiencia que profundizó convicciones y afianzó su concepción por la tarea docente, pero ante el temprano fallecimiento de su esposo, en 1981 decide retornar a su Pehuajó natal. Aquí ingresa a la escuela n.º 20, único establecimiento céntrico o urbano en su carrera, porque luego opta por las escuelas rurales.

Recuerdo de alumnos de la escuela de Guanaco

Más tarde vuelvo a mis queridas escuelas rurales, Francisco Madero primero y luego Guanaco, donde viví 5 años en la misma escuela. Ya era directora por concurso y apasionada por la doble escolaridad. Por último, vine a la escuela 34 hasta mi jubilación”. Así sintetiza la última etapa de su vida docente.

Fueron varios los ámbitos que transitó pero de similares características, poniendo en práctica sus convicciones. “Siempre vi a la escuela así: desafío, hacer cosas nuevas, diferentes, trabajar en equipo, compromiso con la comunidad, querer a los chicos, pues ellos saben cuando los querés y los aceptás de corazón. Mi palabra seria: innovar. Lonco Luan-Escuela 34, la primera y la última donde pude cumplir mis sueños docentes”.

El día de la despedida en la escuela n° 34.

Luego de señalar que su familia acompañó su quehacer “Total y absolutamente”, quisimos conocer qué se siente íntimamente cuando se transmiten conocimientos a los niños. “Siento o sentía que me subía a un barco y en él me iba para siempre con mis alumnos. Llegar a un chico es un pasaporte al por siempre. ¿Quién olvida a un maestro?, nadie”


 “CREO QUE EL HOY NO ES MEJOR NI PEOR, ES DIFERENTE"                           

Elda cuando dictaba clases a alumnos del conurbano bonaerense

Relajados de la natural emotividad que causa recorrer la vida, consultamos a Elda cómo vivió las transformaciones comparando el inicio con la época del retiro. “Creo que hay un tiempo de cambios permanentes. Uso mucho esa palabra por la vida en general y la escuela en particular es eso: cambio y movimiento. Hay que saber que los cambios producen crisis, de hecho si no hay crisis no hay cambio. Creo que el hoy no es mejor ni peor, es diferente y hay que caminar a la par de esos cambios”.

Profundiza sus sentimientos y aflora la voz de la experiencia. “La vida es como un tren, siempre avanza. Podes subirte y tratar de mejorarlo, o dejarlo pasar y no haces nada. Estamos en otros tiempos, nuestros chicos van a vivir en un mundo tecnológico sí o sí, nos guste o no. Basta de añorar, de comparar. Acerquémonos por donde a ellos les gusta”.

Veo en mis nietos (otros contactos no tengo con la educación) una velocidad mental y una capacidad para buscar información y aplicarla. Una cantidad de conocimientos sobre todos los aspectos. La computadora les abre las ventanas del mundo y los acerca a otros chicos con los que jamás soñaron intercambiar”.

Junto a sus nietos Pedro, Enzo, Bruno, Vicente y Emma. Y el recuerdo permanente de Catalina, su nieta mayor, que comparte desde el cielo el homenaje a su abuela.

Al concluir el encuentro, le pedimos un mensaje ó sugerencia para quienes desean ejercer la docencia. “Creo que no puedo aconsejar, han pasado muchos años que dejé la docencia. Son tiempos muy difíciles para todos, también para los docentes. Hay algunas cosas que siempre ayudaron y tal vez sirvan: saber mucho de lo se enseña, imponer respeto, valorarse, estar seguro de si mismo, valorar a todos y cada uno de los alumnos, respetar las diferencias, trabajar en equipo, formar sólidos equipos de trabajo que respalden el accionar”.

Es el día del maestro. Suena el celular y entre otros saludos, comparte el mensaje de su ex alumna y compañera de andanzas en tierras neuquinas, Emilia Carraha: "Feliz dia mi querida maestra que lo pase re lindo junto a su familia, un gran abrazo y un beso grandote LKM".

Dejamos a Elda que vive su tiempo de jubileo con la misma intensidad de siempre, alejada de las aulas y junto a sus hijos y nietos. “Siempre a full, con mil cosas. Viajo, tengo muchos amigos, disfruto la vida. Leo, me encanta el aire libre, caminar, hacer mucha actividad física y disfrutar la música. Estoy agradecida a la vida. La valoro cada día”.


                                          PING PONG

Con sus hijos: Andrea, Javier, Gustavo y Pablo


                                      -¿Un deseo?: “Un mundo justo e igualitario”.

                              -¿Un recuerdo?: “Mi primera clase en Lonco Luan”.

                                                 -¿Una gratitud?: ”A la vida”.

                                               -¿Una ingratitud?: “Las olvido”.

                                -¿Un rencor?: “Ahora, en tiempos de pandemia”.

                                                -¿Un amor?: “Mi familia”.

                                        -¿Una alegría?: “La capacidad de disfrutar”.

                                    -¿Una frustración?: “La falta de solidaridad social”.

                                -¿Una esperanza?: “Casi he perdido mi mayor esperanza, 

                                    que haya menos pobres, que todos tengan un lugar seguro”.

                                                    -¿Un ídolo?: “No tengo ídolos”.

                                    -¿Un libro?: “Desde la docencia leí mucho a Pablo Freire”

                            -¿Un amigo?: “Muchos. He vivido en muchos lugares, sigo conectada”.

                                                -¿Dios?: “Alguien con quien peleo mucho”.

                                                    -¿Un maestro/a?: “Todos mis docentes”.

                    -¿La escuela 34?: “La que me permitió materializar mis sueños educativos”.

             -¿Guanaco?: “Inolvidable. Mis queridos docentes y yo nos iniciamos en la doble                                                                         escolaridad”

                                                -¿Pehuajó?: “Mi lugar en el mundo”.

-                                                        ¿Elda Pignaton?: “Difícil”.

Tags:

Publicar un comentario

0Comentarios

Publicar un comentario (0)