Reemplazaron los juguetes con lecciones de afecto y amor sincero

Felix Peyre
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La idea surgió en visperas del día del niño. Max Ai y Marta de Antón decidieron cambiar juguetes por gansos. Optaron por seis hermosos gansos, uno para cada hijo del matrimonio. Los adoptaron, los domesticaron y conformaron una familia numerosa que causó asombro y admiración al mismo tiempo.

 
Hace ocho años en este portal nos referimos al tema.  Hoy,  ante la rara celebración del día dedicado a los niños, por efecto del aislamiento social, creemos oportuno resaltar aquella experiencia de la familia Aí, para revivirla quienes la conocieron y para conocimiento de quienes no.

Fue en la década del 80. Causaron furor y admiración. La familia Ai y sus gansos domesticados recorrían las calles de la ciudad exhibiendo un especial ejemplo de cariño, fruto de un trabajo paciente impregnado de ternura para con los seis animalitos, uno para cada hijo del matrimonio conformado por Max Ai y Marta de Antón. Pasearon el nombre de Pehuajó a nivel nacional. Visitaron la Casa Rosada, estuvieron en canales de televisión, deslumbraron en Mar del Plata y hasta recibieron la bendición del Papa Juan Pablo II.

Silvia, una de las hijas, rememora sonriente y feliz aquellos años. La idea surgió en ocasión de un día del niño. Un poco cansados de los juguetes, los padres decidieron comprarles gansos. La decisión se tradujo en un torrente de amor y paciencia de toda la familia para educar a los 18 gansos que compraron.

Los chicos si bien alternaban la compañía de acuerdo a los compromisos y los lugares que visitaban, se identificaron con algunos. Por ejemplo, Evangelina con “Gardelito”, Lorena con “Gringa” y “Pepe”, Silvia con “Petiso”, Max Leo con “Quico”, María Susana con “Jefe” y María Cecilia con “Polola”. Del grupo, Pepe, Lucía, Jacinto, Quico, Polola y “los desporri”, que eran dos negritos de plumas desalineadas, los más aptos cuando había que viajar.

Los gansos y sus amos, visitaron numerosos lugares. En el verano de 1987, impactaron en Mar del Plata. También en la Capital Federal, “Jefe” estuvo en la Casa Rosada y participó del programa televisivo “Notidormi” que conducía Raúl Portal. Entre otros paseos y visitas, el 12 de abril de 1987, los 6 gansos y los 6 chicos, asistieron a la multitudinaria Misa de Ramos que ofició el Papa Juan Pablo II, en la avenida 9 de Julio, y recibieron la bendición del Sumo Pontífice.

Los diarios capitalinos reflejaron la presencia al día siguiente. Dijeron a la prensa: “Traemos los gansos, porque siempre están con nuestros hijos y además porque tienen un comportamiento singular. Junto a los chicos pienso que caracterizan un poco la paz que surge de todo este mensaje que nos ha dejado el Papa”.

Y habría abundantes anécdotas para recordar. Simplemente, quisimos adherir al Día del Niño con la evocación de aquella experiencia tan hermosa que pone de manifiesto la corriente afectiva que se genera entre los niños y los animales.

Los Ai y sus gansos conformaron una familia perfecta. Cada uno de los gansos respondía a las órdenes de su amo. Caminaban todos juntos, bajaban y subían del auto. Se quedaban parados o caminaban junto a los chicos.

La ocurrencia de los Ai fue genial, trascendente. Pudieron demostrar que no hay juguete de cualquier material que pueda igualar la relación de afecto, amor y solidaridad entre un niño y un animal.

Silvia Ai, como seguramente sus otros 5 hermanos, vivieron en su infancia momentos imborrables. Hoy, cuando la invasión de la tecnología domina, aquella experiencia puede parecer rara, pero fue relevante, admirable, hasta emocionante. Ha sido un placer recordarla. Gracias Silvia y gracias a Agustín y Exequiel, sus hijos, con quienes compartimos el relato de mamá.

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