El pan nuestro de toda una vida

Felix Peyre
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Nació en Pehuajó en 1933. Se crió en Cuartel Segundo, y a los 20 años, se radicó en la ciudad cabecera de partido. Hablamos de Felipe Eduardo Giorgio, un ícono en el mundo de la panificación regional. Comenzó en la panadería de Elizón y con el paso de los años e independizó y lideró durante décadas la Panadería La Imperial, de Landa y Gorriti. El pehuajense narró sus inicios, describió su extensa trayectoria y reveló los secretos que lo llevaron al éxito.



En octubre de 2013 cumplió 80 años. Cierra los ojos y recuerda cada instante de su paso por la panadería. Relata anécdotas, revive historias y describe situaciones inolvidables. Felipe nunca dejará de ser panadero: lo vive, lo siente y lo disfruta, como el primer día. Alejado de los hornos y los kilos y kilos de harina, el pehuajense afirma estar satisfecho y feliz por todo lo vivido en su querida Panadería La Imperial. A su lado, Leonor Buchichia, su compañera de vida, asiente las palabras de su esposo y también expresa felicidad por lo obtenido. Están juntos hace 56 años.

Don Giorgio vivía en el campo, en la zona de Cuartel Segundo. Laboraba las tierras junto a su padre, hasta que decidió probar suerte en la ciudad. Tenía 20 años. “Cuando me casé viví tres años más en el campo con mi mujer y un día me decidí. Dije, «acá, en 30 hectáreas, yo y mi padre vamos a trabajar toda la vida y…» Hasta que un día vine a Pehuajó y charlando me ofrecieron el trabajo de la panadería para entrar de socio en la panadería de Elizón. Y bueno le compré la parte a uno de ellos, eran tres. Ahí empecé. Empecé a trabajar y al año me compré un terreno, me empecé a hacer la casa y ya me quedé. Después le compré la otra parte a Elizón, a los dos años. Y a los cinco, le compré la parte a Di Salvo, que se jubiló. Y ya me quedé solo”.

Así empezó su relación con la panificación. Fue en 1953. Felipe y Leonor trabajaron mucho hasta alcanzarlo. Hoy miran hacia atrás y lo disfrutan. La panadería estuvo siempre, “durante cuarenta y pico de años” en el mismo lugar: en Cuenca (ahora Landa) y Gorriti. Al referirse a sus inicios, Giorgio recuerda: “Al oficio de panadero lo tuve que aprender. Y lo aprendí rápido: una, porque ponía empeño, y otra, que tenía tantos empleados que tenía que hacerlo. En un momento tuve 13 empleados a cargo, desde calle Artigas hasta Sastre era la única panadería que había para medio Pehuajó. Trabajábamos con dos hornos”.

En lo de Giorgio se elaboraba pan, facturas, pan dulces, galletas, masas finas, tortas, tortas de casamiento, sándwiches. Y mucho más. Como en toda panadería, la actividad comenzaba bien temprano y nunca se sabía el horario de cierre de jornada. “Hay que madrugar y hasta las 12 ó 1 no cerrás, después a la noche no sabés hasta qué horas estás, y al otro día también hay que madrugar. Descansábamos el domingo nada más, y ahora ni el domingo se para. La cosa cambió”, afirma Felipe.


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