Datos históricos señalan su uso ya en el siglo VI a. C. Ahora, en el siglo IX, las personas solían limpiarse con hojas de lechuga y con agua. Se dice que en la antigua Roma se practicó el hábito de la limpieza que hoy se asocia con el uso del papel. Una esponja amarrada a un palo y sumergida en un balde de agua salada estaba a disposición en los baños públicos. Los usuarios compartían la herramienta, con la que se “refrescaban”.
Emperadores chinos, en 1931, ordenaron la fabricación de hojas especiales para el baño, de 0,5 x 0,9 metros de longitud, mientras que en el siglo XVIII los colonos norteamericanos prefirieron las mazorcas de maíz.
Y hay más datos curiosos. En Hawai, utilizaban las cortezas de coco. En zonas rurales de distintos lugares del mundo, resultaron muy útiles los libros y revistas de toda clase. Se afirma que a principios del siglo XVIII los periódicos hicieron del baño su segundo hogar. Los agricultores recibían un almanaque con agujeros para una rápida acción de “lea y limpie” y los catálogos de grandes almacenes no tenían desperdicio.
En nuestro país, el criollo acudió más de una vez a recursos de la naturaleza y en los viejos baños exteriores no faltaban ejemplares de diarios, algunos prolijamente cortados y enganchados sobre sostén de alambre amurado a la pared.
En otros lares, hubo también quienes lo fabricaron en papel satinado, aunque provocó quejas por su rápido desplazamiento. Y entre otros hechos que hacen al historial del ahora vital elemento, en 1867, los estadounidenses Edward y Clarence Scott, consiguieron popularizar en Estados Unidos el uso del papel higiénico, gracias a que ofrecían el producto en pequeños rollos. Se comienza a afianzar en todo el planeta y se generan los paquetes económicos de varios rollos, a partir del año 1932. Diez años después se fabrica con dos capas y se utiliza una fibra más “gentil” al tacto. Surgen además diseños ilustrados para todos los gustos, desde un dibujo animado hasta un corazón enamorado.
Y así, con variantes, se afianzó y generalizó en todo el mundo, si bien en 1999 japoneses lanzaron el “inodoro sin papel”, un aparato que lava, enjuaga y seca las partes del usuario automáticamente, privilegio para pocos porque aún hoy el papel sigue siendo “artículo de primera necesidad”.
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