Casi medio siglo unidos por el amor y el tango

Felix Peyre
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Todos los conocen como “Marta y Julio”. Son sinónimo de tango. Tienen brillo propio en numerosos escenarios. Cultivan afectos por doquier. Sostienen que las amistades le achicaron el país y le ensancharon el alma. Tuvieron posibilidades de emigrar pero optaron por priorizar la familia y Pehuajó. Pero por encima de la fantasía tanguera, hay una historia de amor, nacida en un invierno de hace unos cuantos calendarios. Ambas pasiones se amalgaman. Los contienen y los fortalecen.

Julio Núbile (72) vino a Pehuajó, en el año 1963, para jugar en KDT. Marta Staroni (69), pehuajense, lo impactó a primera vista al medio porteño futbolista, dueño de un “chamuyo” muy sentimental que sedujo a la morocha. Él, además de ser habilidoso jugador, era virtuoso bailarín de tango. Ella no tenía ningún afecto por el tango, se inclinaba por los ritmos de la entonces “nueva ola”. Pero el “flechazo” fue contundente, el futbolista tanguero condicionó su permanencia en Pehuajó si ella aprendía a bailar el tango con él. Y así fue. Van juntos por la vida hace 49 años. Llevan 47 años de matrimonio. Tienen 2 hijos, 3 nietos y una bisnieta. Y una pasión que los fortifica y los mantiene siempre joviales, el tango.

El nacido en Lomas de Zamora disfrutaba de una jornada matinal en la esquina de Miré. De repente ve pasar a una mujer por la vereda de enfrente. Era Marta. Y Julio, que se sintió “asombrado por el andar” de ella, nunca olvidó ese momento. Fue la primera vez que la vio, pero no sería la última.

A la semana siguiente, Núbile, jugador de la primera división de Atlético KDT, había terminado de participar en un partido de fútbol ante Boca Junior. El resultado había sido negativo y su ánimo estaba por el piso. Los del Bajo habían perdido el invicto ante uno de los rivales más débiles de la Liga. Pero mientras mataban el tiempo en la Sportman, Marta le cambiaría la noche.

“Estábamos con un amigo, medios cabizbajos y con el dolor de haber perdido el invicto de esa manera, y por ahí miro para el costado y me encuentro que estaba Marta en una mesa con la hermana y dos amigas más. Entonces le digo a mi amigo, Carlitos García, “¿viste la mina que yo te comenté?. Está acá al lado, ¿qué te parece? ”. “La pucha… la encaraste?”, me contestó. “Y, todavía no...”, le dije. “¿Y qué esperás”, me apuntó mi amigo”.

Julio no lo dudó y se acercó. Les pidió un cigarrillo y aprovechó para hablar con ellas, y en especial, con Marta, a quien le dijo: “A vos si te llego a enganchar en una milonga, te saco a bailar y te vas a tener que bancar una declaratoria bárbara…”.
“Ella hizo como que no le importaba, los que veníamos a jugar al fútbol de Buenos Aires no teníamos una buena imagen. Así que ella se puso en guardia”, asegura Julio, y añade: “a la semana siguiente voy a Defensores, jugábamos el sábado y el domingo a la noche fui al baile de Defe, la saqué a bailar, empezó la conversación, ya nos vimos al otro día, empezamos a salir y estamos juntos hasta hoy”.

Así fue el inicio de una relación que perduró en los años y que hoy los encuentra, casados, con hijos y disfrutando de sus nietos. Al referirse al momento del encontronazo, Marta rememora que “al comienzo” no le interesaba Julio “porque era de Buenos Aires” pero afirma que “a mí me ganó en el baile, cuando empezó a hablar, el chamuyo. Me sacó a bailar “Celia” (éxito de Leo Dan en aquella época, que en su parte final decía “ahora el tiempo nos dirá que yo con Celia no nos separaremos más”) y él me decía “esto nos va a pasar a nosotros”. Y fue verdad, nos pasó eso. Ahí comenzó la historia”, entre la simple muchacha del interior y el lomence aporteñado con mucha labia y chamuyo. Fue el 21 de agosto de 1964.

LA PASIÓN POR EL TANGO
Julio llegó a Pehuajó a jugar al fútbol y trajo consigo el amor por el tango. Un sentimiento que nació en el seno de su hogar. “La pasión por el tango fue desde siempre. Me crié en una casa donde había mucho tango. Mi padre y mis cuatro hermanas, también. En mi casa se cantaba y se bailaba. A los 15 años intenté a copiar en los bares porque los mayores no te daban bola”, recuerda Núbile.

La solución fue empezar a bailar con vecinos y amigos, hasta que luego de sumar experiencia y movimientos, comenzaron a frecuentar en milongas. “Así empezamos a producir bailarinas en el barrio, y al tango no lo dejé nunca más porque para mí fue tan apasionante jugar al fútbol como bailar”, remarca con inocultable satisfacción.

Cuando arrancó su relación con su actual esposa, se dio cuenta de que a ella no le gustaba el tango. Marta en esa época bailaba cumbia, “eso me encantaba, y cuando él me dijo de bailar tango le contesté “que ni loca”. Pero me dijo: “si vos querés que yo me quede en Pehuajó aprendé conmigo a bailar tango porque es lo que me gusta”. Y bueno, no quedaba otra que aprender. Aprendí para darle el gusto. Aprendí en la cocina de casa, él silbaba porque no se podía poner música tarde y me enseñaba los pasos. Después cuando le tomé el gustito a los pasos y empecé a bailar. En público, en el 78, fue la primera vez en un escenario, en una fiesta que organizó Galver”.

Y EMPEZÓ LA SIEMBRA
El perfeccionamiento de la pareja fue constante y además el “entendimiento” provocaba avances mutuos y espontáneos. Pero no se limitó a la pareja. Al respecto, Marta señala que “mucha gente joven nos empezó a pedir que quería aprender, pero nosotros inventábamos los pasos a media. Y con los chicos armamos el primer ballet de tango de la zona. Cinco parejas y nosotros”.

En tanto, Julio acota que “estaba bueno porque nos hacía pensar mucho la coreografía”, al mismo tiempo que exterioriza su complacencia por haber sembrado una semilla que germina en el ambiente con renovados rostros y expectativas. “Los chicos son muy cálidos con nosotros y a mí me llena de alegría”, remarca el veterano bailarín sintetizando la proficua labor de enseñanza y aprendizaje.

HUBO TENTACIONES PARA EMIGRAR
En más de una ocasión, la pareja fue tentada para incursionar en el mundo grande del espectáculo danzante, pero a la hora de decidir imperó la prioridad por la familia y el amor por Pehuajó. “Nos tentaron un par de veces para dejar Pehuajó. Fuimos a “Grandes Valores”, nos llevó Agustín Magaldi hijo. Nos dijo “ustedes se van a quedar acá. Ustedes están preparados para Buenos Aires”, sostiene Julio.

Además, los destacados bailarines viajaron a España y cuando volvieron, trabajaron como profesores en Bolívar, donde “una secretaria de un diputado nos tentó para ir a la Isla de Cerdeña a dar clases, pero Marta no quiso porque cuando estuvimos en España extrañó muchísimo”.

EL TANGO FORTALECIÓ LA UNIÓN
Al realizar un balance de los años compartidos abrazados a esa fascinante pasión, que si bien está impregnada de cortes y quebradas, la unidad imperó siempre. “Todo fue muy bueno -reseña Julio- fundamentalmente porque el tango nos ha dado grandes amistades, se nos achicó el país, tenemos muchas referencias en muchos lugares, y además, fortificó esta unión. Si alguna nube oscura andaba rondando la casa se disipaba enseguida”.

Y Marta, luego de afirmar “nunca imaginé llegar a esta historia”, enfatiza: “cuando acepté que me enseñara era para darle el gusto, nunca me imaginé un escenario. Lo que más orgullosa me pone es que siempre decía que quería dejar en Pehuajó mucha gente que baile tango y hoy día vamos a algún baile y no sabés el orgullo de ver a montón de parejas y los conocemos a todos. La gente de las orquestas nos dice: “como en Pehuajó, no hay otro lugar en la zona que se baile tanto el tango”.

“Ahí dejamos la semilla, es lo que queríamos dejar en Pehuajó…” coinciden en señalar estos eximios cultores del tango fantasía, que son parte relevante de la vida cultural de la ciudad y motivo de orgullo para Pehuajó, suelo tanguero por excelencia donde en forma ininterrumpida se renuevan bailarines como una lluvia de estrellas, con brillo y esplendor propio.


LA FAMILIA
* “Viejitos queridos… con el amor de Dios hemos podido llegar hasta aquí unidos en familia, a su manera ustedes han ido en la búsqueda de ese Amor Divino que Todo lo ilumina. Estoy convencido que fue Dios quien puso varios talentos en sus manos, el tango es solo uno de ellos, pero destaco con gran importancia su honestidad y honradez, que junto a la FE han sido los cimientos de cada decisión en sus vidas, y esto es de gran ejemplo para toda nuestra familia!! Gracias viejitos queridos porque con su amor y comprensión son una bendición en nuestra vida…”, Julio Núbile, hijo.

* “No somos más que la consecuencia de lo que hemos vivido. No podemos dar lo que no nos dieron, no podemos amar si no fuimos amados, no podemos comprender si no fuimos comprendidos, no sentimos compasión si no nos la tuvieron y todo esto no se obtiene en la calle ni en el colegio, solo se obtiene en nuestro primer hogar con nuestros padres, cuando recién empezamos a forjarnos como personas y es allí donde entran en escena como parte de este grandioso y bello espectáculo que es la vida “Marta y Julio” (mamá y papá). Todo nos lo dieron sin guardarse nada. Aún nos hacen sentir amados, nos contienen, nos acompañan, nos guían, lloran con nosotros, se ríen con nosotros, se preocupan y se ocupan de nosotros. A pesar de nuestra edad sabemos que son nuestro cálido refugio. Viejos queridos, esta vida es magnífica porque ustedes nos llenaron el alma de alegrías y el corazón de amor. Doy gracias a DIOS por permitirme ser la hija de estos padres y ruego a DIOS ser una buena hija para estos padres”, Maby Núbile.

* “Soy Manuel Ramanovicz el único nieto varón. Abuelos, los quiero mucho y me gusta como bailan tango. Son buenos. Me gusta pasar tiempo con ustedes, su casa es muy linda y me encanta quedarme a dormir porque puedo dormir con la perrita “Pepa” y mi mama no me reta, ja, ja, ja. Y… abuelo, algún día voy a jugar al fútbol como vos”.

* “A nuestros abuelos solo podemos decirles ¡Gracias! Son parte fundamental en nuestras vidas. Hemos aprendido mucho de ellos, de sus maravillosos valores y nos queda mucho más para aprender a su lado. ¡Los queremos!”, Vanesa, Abi , Manuel y Bernardita.


PING PONG Julio

¿Un deseo?: “la patria grande”.
¿Una ingratitud?: “el olvido”.
¿Una gratitud?: “a Dios, todos los días”.
¿Un rencor?: “no lo recuerdo”.
¿Una frustración?: “la patria grande”.
¿Una esperanza?: “la patria grande”.
¿Un ídolo?: “mis padres”.
¿Una pasión?: “mi familia, el fútbol y el tango”.
¿Un amor?: “la familia”.
¿Una alegría?: “muchas”.
¿Pehuajó?: “mi lugar en el mundo”.
¿Lomas de Zamora?: “todos mis recuerdos”.
¿Un hobby?: “cantar y otros”.
¿Un deporte?: “fútbol y otros”.
¿Julio Núbile?: “un humilde soñador”.

PING PONG Marta

¿Un deseo?: “ver crecer sanos, nietos y bisnietos”.
¿Una ingratitud?: “cuando das lo mejor y no se dan cuenta”.
¿Una gratitud?: “a Dios, que me dio esta vida”.
¿Un rencor?: “no tengo”.
¿Una frustración?: “no existe”.
¿Una esperanza?: “el futuro”.
¿Un ídolo?: “no tengo”.
¿Una pasión?: “muy exigente con lo que hago”.
¿Un amor?: “mi familia, con perros y gatos incluidos”.
¿Una alegría?: “levantarme todos los días”.
¿Pehuajó?: “mi mundo”.
¿Un hobby?: “pintar”.
¿Un deporte?: “haragana”.
¿Marta Staroni?: “madre, abuela, bisabuela, peluquera, bailarina y pintora”.
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