Pedro Bernoldi y un ejemplo para imitar

Felix Peyre
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Importante repercusión alcanzó la nota publicada en diario “Clarín”, el pasado 14 de setiembre, en el suplemento Buena Vida, haciendo referencia al convecino Pedro Bernoldi. “Cumplir las ocho décadas y estar 10 puntos es posible si hay entusiasmo por la vida. Trabajó toda la vida, fue futbolista y nunca tuvo estrés. Lleva 53 años de casado”, dice –entre otros conceptos- la nota realizada por Ivonne L´Estrange.
Luego añade: “A la edad en que muchos se dedican a la aburrida tarea de convertirse en viejo, tres veces por semana Pedro Bernoldi sale a dar una vuelta en bicicleta por los accesos de Pehuajó, todavía con la suficiente vitalidad como para recorrer quince kilómetros y no sufrir ni un simple dolor de huesos.


Acaba de cumplir 80 y sus análisis clínicos tiran por tierra la idea de que los años no vienen solos. “Presión alta no tengo. Colesterol tampoco. Diabetes menos. Los glóbulos rojos, bien. Los blancos también. Todo 10 puntos”, cuenta contento en el living de su casa. Y no es para menos”. “A la edad en que la mayoría de los hombres tienen que aferrarse a un rosario de píldoras para atravesar el día, Pedro toma sólo una aspirina cuando le duele la cabeza”.

Al llegar al parque, hace una serie de ejercicios en el circuito de gimnasia al aire libre. Media hora de bíceps, tríceps, abdominales, trabajando sus músculos en series de diez o veinte repeticiones. Terminado el calentamiento, sale a pedalear. Antes, hace tres años, salía a correr. Pero una afección en la rodilla derecha lo hizo cambiar la rutina.

Más adelante, agrega la periodista: “¡Chau Pedro!”, le gritan al pasar. Muchos lo conocen de la época en que era futbolista y jugaba con la número 10 en el Club Defensores. Parece que en ese entonces la “rompía” jugando al fútbol. Su especialidad eran los tiros libres a lo Bochini. “Si había un tiro libre cerca del área, enseguida todos me gritaban para que yo lo hiciera. He hecho goles al rolete de tiro libre. Colocaba la pelota por encima de la barrera y hacía el gol.”

Sin embargo, dice que su especialidad era el aguante. “Desde el primer minuto del partido hasta el último, me la pasaba corriendo, continuamente. Eso es lo que Dios me dio a mí, el aguante.”

Luego, al hacer mención a principios de larga vida, expresa: “Jamás probó el cigarrillo y eso que se lo ofrecían en los asados de la barra de amigos. “En mi juventud se usaba, pero yo nunca, jamás fumé”, cuenta. Otro de sus hábitos es comer poco. Sólo lo justo y necesario. “Yo termino de comer y puede haber el postre más rico del mundo que no lo pruebo”, dice.

Los años de jubilado le permitieron dar rienda suelta a otra pasión, que además de mantenerlo activo enriqueció su mesa: la huerta. Hoy tiene sembrado perejil, zanahorias, rabanitos en el patio del fondo de su casa. “Es lindo decir: ‘Voy a cortar una planta de lechuga a la quinta’. Es un honor. Hay que cuidarla. Pero, como tengo tiempo, la mantengo bien, sin yuyos, limpita”.

El amor, los amigos, los afectos también son clave a la hora de mantenernos jóvenes. Hace 53 años que Pedro está casado con Nelly Magdalena Scardamaglia, su primera y única novia. Juntos tuvieron un hijo, que a su vez les dio dos nietos. “Lástima que viven lejos”, se lamenta Pedro. “Y claro que te rejuvenece jugar con ellos a la pelota. ¡Es un placer!”

Pedro comenzó a trabajar desde muy joven. A los 16 años dejó su pueblo natal y se fue a Temperley, como empleado en una fábrica metalúrgica. Luego la colimba lo llevó al Sur, a Neuquén. Tras su regreso a Pehuajó, comenzó a trabajar con un mayorista de productos de almacén. Desde entonces siempre se dedicó al rubro, como empleado o en forma independiente, expresa Ivonne L´Estrange.

“Yo, por tener 80 no me siento un viejo. Para mí, tengo siempre la misma edad. Tampoco me siento un pibe. Un adulto, eso sí. Puedo hacer lo que quiero, ejercicio, andar en bici, eso es importante para sentirme bien. Lo mismo si me preguntan: ‘¿Le tenés miedo a la muerte?’. Contesto no. Eso sí que no.”

Lo único que lamenta de los 80 es que la médica encargada de entregar los certificados para las licencias de conducir el año pasado le dijo que era el último que se lo daba. Y está enojado. “Si vos estás bien, si de la vista ves… Yo me operé los dos ojos de cataratas. Además uso anteojos para manejar. ¿Por qué no me lo van a dar?”. Habrá que ver qué dice la médica en noviembre. El problema para Pedro es que usa el auto justamente para ir a visitar a los nietos que viven en otro pueblo de la provincia de Buenos Aires.

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