Equilibrio con gusto y sabor a patria

Felix Peyre
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Mucho se ha dicho, se dice y se dirá sobre la PATRIA. Al celebrar un nuevo 25 de mayo, vale la pena reflexionar sincera y honestamente, más aún cuando subsisten realidades que duelen y preocupan. Hoy más que nunca es necesario compenetrarse con un ideal de vida, basado en la propia entrega a la humanidad, como para pensar en los demás.


Es necesario que aprendamos a vivir de manera tal que reaccionemos de la misma manera cualquiera sea la circunstancia, dando prioridad al sentido común porque somos comunidad.

EL que es bueno, es bueno aún cuando todos son malos con él. El que es fuerte, es fuerte aún cuando debe nadar en contra de la corriente. El que es recto encuentra, si lo busca, el paso justo para que su camino también se conserve recto.

Alguien “ama verdaderamente, el que quiere al otro no solo por sus cualidades sino también por sus defectos”. Somos seres humanos y palabras como TODO, NADA, NUNCA, SIEMPRE no nos pertenecen porque indican un absoluto demasiado perfecto para simples mortales.

Pero sabemos que tenemos dentro la semilla de la bondad, de la fortaleza, de la realidad, del amor... Hay que hacerlas crecer entre nosotros. Aceptar las caídas, las desviaciones, los tropiezos... porque nunca seremos ni demasiado fuertes, ni demasiado buenos, ni demasiado rectos.

Lo importante es la lucha. La dirección, el rumbo que demos a la vida. Siempre debe ser ascendente, que cada acción realizada sea mejor que la anterior. Así un día descubriremos que podemos actuar BIEN sin pensar antes cómo debemos hacerlo. Es decir que al cabo de la lucha seremos más buenos, más nobles, más fuertes, simplemente porque un día nos propusimos ser un poco mejor.

La clave está en vivir intensa y sinceramente, con un justo punto de equilibrio. “Si no hay solución...¿para qué preocuparse?. Si hay solución... ¿para qué preocuparse?.

Y cuantas veces hacemos todo lo contrario. Con motivo o sin motivo ¿Cómo no preocuparse? Como si preocuparse por todo y por todos significara solucionar algo. Como si moverse continuamente fuera la forma más eficaz de arreglar el mundo... Y lo peor que habitualmente hablar no es actuar, moverse no es hacer.

Hay un punto justo. El equilibrio entre las cosas que tienen solución y las que no lo tienen. Un lugar común entre preocuparse por todo y el no molestarse por nada.

Y ese punto medio se logra cuando comprendamos que las palabras no significan nada si no se respaldan con hechos y que tampoco se puede hacer más de lo humanamente posible.

Muchas veces ese equilibrio se contradice con sutilezas. No falta quien interprete de manera fácil y cómoda. Es común escuchar: “Yo cumplo con mi deber”. Y es estupendo escuchar una afirmación así, pero debe prevalecer la obligación, a veces olvidada, de nuestra responsabilidad de hermanos. De tender una mano, de prestar una ayuda, de poner hombro con hombro en la lucha de esta humanidad golpeada, que pese a paisajes de oscuridad, aún conserva el sol de la esperanza.

Y mientras esa grieta no se llene, entre todos, no habrá de madurar la esperanza que alimentamos. Siempre hay un deber que cumplir, siempre hay algo que hacer.

Bien es cierto que es imposible “Arreglar el mundo”pero en muchas ocasiones la solución de un problema solo depende de nosotros. Quizás no vale la pena desesperarse pero sí preocuparse.

Y en ese modesto pero importante propósito de cumplir todos nuestros deberes como ciudadanos y seres humanos, está el punto medio entre querer hacerlo todo, que es imposible, y no tratar de hacer nada, que es egoísmo.

Mientras no encontremos ese equilibrio no nos quejemos de este mundo que nosotros mismos estamos construyendo. O destruyendo... La Patria es nuestra tierra, la raíz, la esencia, la familia... Es identidad, amparo, refugio.

La Patria es sentimiento, valores compartidos. Como el amor se construye todos los días. O se destruye todos los días, si prevalece la intolerancia, la corrupción, el desprecio, el saqueo, el egoísmo, la desidia, la indiferencia, la impunidad, el absurdo desencuentro.

Las grietas parten, fragmentan, separan, enceguecen. Destruyen los valores elementales y desvanecen o disuelven el sentimiento de Patria.

Hagamos el esfuerzo. Busquemos el punto de equilibrio. Dejemos de lado intereses personales o sectoriales. Este día de la patria es oportuno. Honrarla no es solo lucir una escarapela sobre el corazón, embanderar el frente de una casa o cantar el himno.

Honrarla es mucho más profundo, si nos atrevemos a mirarnos a nosotros mismos. La vida terrenal es un suspiro, la patria es eterna.

¡Viva la Patria!


Félix P- Peyrelongue
chicofeo52@hotmail.com









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