La viveza del idioma

Felix Peyre
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Las lenguas cambian. Las palabras forman parte de un proceso histórico y cultural y van transformando con el correr del tiempo, inmersas en el fantástico universo de las relaciones sociales. Por ello, los diccionarios nunca están terminados: “son una obra viva que se esfuerza en reflejar la evolución registrando nuevas formas y atendiendo a las mutaciones de significado”.

Año tras año, las veintidós Academias de la Lengua Española evalúan y realizan enmiendas y adiciones al diccionario de la Real Academia Española. Modificaciones necesarias para demostrar la “viveza del idioma”.

Todos los cambios efectuados, son incorporados automáticamente en la web de la RAE, donde está disponible la XXII edición del Diccionario, y constituye un adelanto de la XXIII, que se publicará en 2013.

El millón de consultas diarias demuestra la importancia de una de las obras esenciales de referencia entre los hispanohablantes. Este elevado interés, obliga a las Academias a estar “en el tajo siempre, haciendo aportes continuos para seguir el ritmo de la sociedad y del idioma”, señaló el secretario de la Real Academia Española, Darío Villanueva, a la agencia de noticias EFE.

Entre las palabras aceptadas, y en algunos casos recomendadas, se encuentran las siguientes:

- Güisqui (para whisky)
- Cederrón (para CD)
- Bluyín (para jeans/pantalones vaquero)
- Alverjas (para arvejas)
- Almóndiga (para albóndiga)
- Murciégalo (para murciélago)
- Toballa (para toalla)
- Asín (para así)
- Dotor (para doctor)
- Obrón (obra de gran envergadura)
- Espray (aerosol, del inglés spray)
- Libro electrónico (en lugar de e-book)
- Oenegé (para ONG)

Éstas son sólo algunas. Existen muchas más. ¿Estás de acuerdo? ¿Cuáles son las palabras que agregarías a nuestro léxico?

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