Celeste vivía en Pehuajó pero un día se marchó

Felix Peyre
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La noticia sorprendió como tantas en este tiempo cuando comienzan a manifestarse secuelas del aislamiento causado por la pandemia. Celeste se marchó de Pehuajó, como “Manuelita”. No se fue a París, se fue a Salliqueló. Quizás un día retorne “la extraterrestre bailarina”. O tal vez no.



Un buen día, la recordada “Bochy Lo”, activa e inquieta colaboradora de “mirá”, cuando la edición gráfica priorizaba “chicas de tapa”, nos sugirió: “Acabo de hacer una sesión de fotos con una piba brillante, bailarina, actriz, coreografa. Una tapa y una nota en “mirá” sería genial”.

Y así se hizo. Fuimos al encuentro de Celeste Agostini, una encantadora bohemia y luchadora. Buenas ondas, buenos sentimientos, contagiante sonrisa y una pasión por la danza que se percibe en cada palabra, en cada gesto. Cuánta razón tenía Bochy. “Hay que bailar para ser feliz. La danza cambia la vida, es lo mejor que nos puede pasar y todo el mundo la puede practicar. No importa la edad”, exclamó entre otras afirmaciones.



Numerosos niños, jóvenes, adultos y abuelos pasaron por su salón de baile. Fueron dos años de intenso trabajo y fructífera siembra. Luego llegó el tiempo de pandemia y la danza se adormeció. Todo se complicó y se tornó difícil la subsistencia. Y el pasado primero de junio, Celeste dio por cumplido un ciclo y decidió decirle adiós a Pehuajó.

Al comunicar la determinación publicó: “Me despido de Pehuajó, de ¡éste estero profundo que me enseñó tanto!… Cumplí muchos sueños propios y muchísimos más ajenos. Me queda en el corazón guardado todo lo vivido. Agradezco las personas maravillosas que conocí, las hermosas personas que me ayudaron, y prometo una vuelta de visita y seguir unidos con los que se convirtieron en mis AMIGOS. Cuando esto pase, a dar el abrazo que quedó pendiente.

Bailen siempre! Que cura el alma!. Gracias por tanto, por todo a cada uno de los pasaron por mis clases, de los que nos cruzamos y me permitieron llegar a su interior. ¡Gracias inmensas”.



Y la despedida sorprendió. Quisimos indagar un poco más, y Celeste con la cordialidad de siempre, nos dijo: “Siempre fui una nómade, mi tarea en Pehuajó ya estaba cumplida, se me estaba haciendo difícil sostenerme en pie, y junto a mi compañero de vida, Gastón Domke, y mis hijos de 4 patas, Titán (perro) y Nunita (gata), nos vinimos a vivir a Salliqueló, por un tiempo. A cobijarnos en mi querido pueblo de adopción, donde estoy contenida, y donde puedo seguir haciendo lo que amo, reencontrándome con mis primeras alumnas”.

Esta pandemia nos hace replantearnos cosas y estar cerca de los que mas amamos, es lo más importante!

Y su reconocimiento se multiplica- “Agradezco todo lo vivido en Pehuajó, poder haber cumplido sueños míos y muchos mas ajenos, haber ayudado a muchas personas, haber tenido las posibilidades que tuve, que me apoyaran tantas personas. En verdad estoy agradecida, me llevo el cariño de muchos y por sobre todo me llevo una frase de un ser de luz, que cuando llegué a Pehuajó, hace 5 años, me dijo:



Vos viniste a florecer... éste es un estero profundo, estas de paso, y el día que florezcas por dentro, te vas a ir... Así me siento, crecí y es hora de que éste extraterrestre danzarín siga bailando en otro lugar, para seguir siendo feliz!

Aquel día de la entrevista, en mayo de 2018, nos dejó sin palabras. No era tiempo de pandemia pero nos incitó a replantearnos a través de la danza, esa adicción, esa religión, que transforma y hace sentirse feliz. Y hoy, ante su despedida, otra vez enmudecimos.

Gracias Celeste por haber sido parte de “mirá” y por hacer sentir felices a muchos pehuajenses. Sigue bailando, no pares de florecer por dentro y por fuera.


Reviva la entrevista realizada en 2018, ingresando:

http://www.mirapehuajo.com.ar/2018/05/bailar-para-ser-feliz.html


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