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Aníbal, de perfil humilde, disfruta de distintos atractivos y apetencias, sociales, políticos, familiares, pero sus expresiones irradian ese sentimiento tan particular que genera el amor a una divisa. “Soy hincha de Deportivo desde los 7 años” y nunca se alejó, siempre de una forma u otra estuvo ligado a la entidad “azul”, en las buenas y en las malas.
“Desde muy chico jugábamos al fútbol ahí. En la década del 50, empecé a jugar en las inferiores del Depo”, rememora y proliferan recuerdos y nombres de muchos impulsores del club.
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Más adelante, mientras recorre un álbum de fotos que documenta su “pasión azul”, se refiere a Jorge Polverini, a su criterio “uno de los mejores nueve que he visto en el fútbol pehuajense”.
A modo de acotación y teniendo en cuenta la actualidad de Deportivo Argentino, señala: “al actual presidente del club, también lo tuve en inferiores” y contempla, con nostalgia sin precisar calificativos, una foto donde aparece el “ruso” Arive como uno de sus dirigidos. Hoy, sigue el vínculo, en otro ámbito pero con idéntica pasión, dado que Villarreal forma parte de la conducción del club.
Volviendo al hincha, motivo del encuentro, Aníbal destaca sus apetencias por el más popular de los deportes: “a mi me gusta el buen fútbol. Algo que Deportivo hizo toda la vida” y rememora, con placer y regocijo, los triunfos festejados, sin dejar de reconocer tragos amargos que como fiel seguidor supo asumirlos cuando se produjeron.
Pero como sucede con todas las pasiones, en las buenas y en las malas, Aníbal siempre está con Deportivo y al mismo tiempo, en el fútbol grande, con Racing Club, la academia que también sabe de halagos y sinsabores.
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Y como lo ha hecho siempre junto a sus seres queridos. “A la cancha voy permanentemente. Ahora lo hago con mis nietas. Siempre que podemos, vamos a todos lados”, remarca y nos entrega una foto que testimonia ese sentimiento familiar compartido, que tiene connotaciones muy especiales, porque en un determinado momento sintió el tremendo impacto de la pérdida de un hijo, pero su descendencia sigue junto al abuelo alentando a Depo, en las buenas y en las malas, en el campo de juego o en la tribuna. Y aquel retoño ausente, acompaña con toda la fuerza desde el campo celestial, en celeste y blanco, y con “sangre azul”.