Por el camino de la fe

Felix Peyre
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Muchos convecinos lo recuerdan como empleado en la sucursal del Banco Provincia o cuando pisaba el césped de las canchas luciendo la azul de Depo. Otros, con mayor grado de intimidad, junto a sus padres, Don Tomás y Doña Eulogia, en la casa de la Avenida Sastre, en la maderera cuyos “gajos” conducen ahora hermanos y sobrinos. Es Carlos Arive (55), hoy sacerdote. Y a través de él, rendimos tributo al día del sacerdote, celebrado el pasado 4 de agosto, en honor de Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars. Se ordenó sacerdote el 20 de mayo de 1994 en Pehuajó. Fue Vicario General la Diócesis de 9 de Julio, cura párroco en General Villegas, en la Iglesia Catedral de 9 de Julio, en 30 de Agosto y actualmente está a cargo de la parroquia de Tres Lomas.


Carlos Arive nació el 16 de noviembre de 1957. “Mi niñez y adolescencia fue muy feliz, con padres que me quisieron mucho, me educaron, me enseñaron el camino de la fe y me regalaron 11 hermanos con los cuales fui muy feliz. En esa etapa, de los 13 a los 16 años, estuve en un colegio salesiano de Ramos Mejía adonde la fe cristiana se fortaleció”.

Ya radicado en Pehuajó, Carlos comenzó a trabajar en el Banco Provincia de Buenos Aires. Allí estuvo durante ocho años: desde el 5 de mayo de 1978 hasta el 8 de enero de 1986, fecha en la que entró al seminario. “Lo que queda siempre es el factor humano, los amigos que allí coseché”, asegura, al mismo tiempo que recuerda, su pasado futbolista. Porque el sacerdote vistió la camiseta azul de Deportivo Argentino de Pehuajó: “era hacerlo en el club de mi familia, un modo sano de socialización a través del deporte y, por supuesto, una cantidad de amigos y conocidos. Fue muy importante en mi juventud el futbol y todo su entorno”.

¿POR QUÉ SACERDOTE?
A los 25 años de edad, se planteó “qué iba a ser en la vida”. “Pensaba formar una familia, creía que era mi vocación, pero el Señor me llamó y la respuesta fue, luego de un largo proceso, de responder a la iniciativa de Dios. Jesús nos dice “no son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo a ustedes” (Juan 15, 16), allí está el “por qué”.

Carlos Arive lleva 19 años de misión sacerdotal. El 20 de mayo del 2014 cumplirá los 20 años de su ordenación, y a modo de evaluación, sostiene “un profundo agradecimiento al Señor por su fidelidad y el hecho de ser plenamente feliz, anunciando el Evangelio, perdonando pecados, bautizando, visitando enfermos, curándolos y anunciar a Jesús, su Reino, la Vida Eterna. Ser un testigo privilegiado de lo que Dios va haciendo en el corazón de los hijos de Dios. Y vivir y amar a la Iglesia con todos los tesoros espirituales que tiene y luchando contra sus impurezas, que también las tiene porque todos los que la formamos somos pecadores”.

¿Te gustaría ser párroco en Pehuajó? “Realmente no lo sé. A Pehuajó se lo lleva siempre en el corazón, pero no es usual que te envíen a la ciudad de adonde naciste. Yo tengo un Pehuajó que se ha ido despegando de mí desde 1986, ya hay mucha gente que no conozco. Pero si se da la posibilidad no me disgustaría, estaría cerca de mi familia, a la que siempre extraño, y mis amigos, además de los lugares de mi infancia y juventud”.

EL PAPA ARGENTINO
Arive no oculta la sorpresa que le ocasionó la designación de Jorge Bergoglio como Papa. “Nos sorprendió a todos. Es la primera vez que es elegido alguien que no es europeo. Es un cambio copernicano en la Iglesia, lo que dice que es Dios, a través del Espíritu Santo quien la conduce. Es el primer argentino, cosa que yo pensé que nunca vería en el transcurso de mi vida y además el primer latinoamericano. No solo comprende más nuestra realidad sino que ahora, necesariamente, tendrán que mirarla todos”.

En cada acción del Papa Francisco, queda expuesta la intención de cambio en el catolicismo. Al respecto, el presbítero considera que “el cambio no solo es posible sino necesario. Pablo VI en su gran encíclica Evangelii Nuntiandi nos decía: “La iglesia cuando evangeliza, primero se evangeliza a si misma”. La Iglesia, y la humanidad con ella, siempre esta necesitada de cambio, de conversión, porque en la Iglesia y en la humanidad reside el pecado, el mal. Solo en Jesucristo el hombre puede lograr ese cambio. Francisco nos esta mostrando el camino siempre necesario de la conversión y vuelta la Evangelio”.

“FUE UNA FIESTA DE LA FE”
Así define a la reciente Jornada Mundial de la Juventud, realizada en Brasil, donde estuvo presente junto a jóvenes de la región. “Fue una fiesta de la fe. La alegría de todos los jóvenes, su adhesión al Papa, a la Iglesia, las celebraciones junto al Santo Padre llenas de entusiasmo y fe es un misterio que, quienes lo contemplaban -el pueblo carioca-y quienes participaban-los jóvenes de Brasil y del mundo-no olvidan fácilmente.

Es muy difícil que un encuentro humano, en este caso la comunión en la fe en Jesucristo en la Iglesia Católica, con tres millones de participantes, muestre tanta alegría, ningún desmán y un respeto y armonía como la vivida en Río en la JMJ. La gente de Río se emocionaba muchísimo ante este espectáculo que, siendo Río una cuidad muy visitada y de 18 a 20 millones de habitantes, no ha dejado sin sorprender. Solo la fe puede mostrar ese milagro. Además el carisma y la presencia del Papa”.

MENSAJE A LOS JÓVENES
A propósito del encuentro mundial de profunda resonancia, el padre Arive entregó su mensaje para la juventud: “el mensaje para los jóvenes es el mismo que nos dio Jesús: “vayan al mundo y enseñen todo los que yo les he mandado” (Mateo 28). Los que hemos sido alcanzados por Cristo sabemos que allí esta nuestra alegría y nuestra vida. Solo en El hay vida en abundancia, Vida Eterna. El Papa nos dijo: somos el campo de Dios, adonde Dios quiere sembrar la semilla de su Palabra, de su vida divina. Nuestro entrenamiento para la Gloria, que es alcanzar la Vida Eterna, no un campeonato de futbol, es la oración, los sacramentos y la ayuda al prójimo. Somos la construcción de Dios, piedras vivas que construimos la vida nueva en Cristo. Este es el mensaje”.

Por último, y en referencia al Día del Sacerdote, Arive manifiesta que “a los que lo lean que en Jesucristo, muerto y resucitado y en la Iglesia he encontrado la alegría y la paz profunda de mi vida. Como sacerdote vivo y transmito esto. Y espero con total certeza la Resurrección y la Vida Eterna y que Creo firmemente que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman”. Y tengo la plena certeza que si soy fiel lo alcanzaré y lo viviré en la plenitud, por gracia de Dios”.

“La adversidad no me vence, me retempla”
El padre Carlos Arive escribió un libro sobre la vida de su sobrino, Alejandro Díaz, joven comunicador social, fallecido tempranamente, que recibió formación espiritual y trasmitió su energía a través del periodismo deportivo en la ciudad de La Plata. Fue periodista deportivo, creador de un programa radial que trasmitía todas las inferiores de Gimnasia y Estudiantes. También fue uno de los mentores del proyecto de la tecnicatura en periodismo deportivo que hoy ofrece también la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.

Arive recogió testimonios de la gente que lo conoció y del diario familiar que escribía desde niño: “se destaca siempre el perfil humano que es lo que él siempre buscaba de los chicos que estaban en esas inferiores para que a través del fútbol, en el imaginario de vida sean mejores personas. A su vez trabajó muchísimo en la facultad y él fue un gran colaborador de que hoy puedan salir con un título universitario formados como periodistas deportivos”.

El autor ha remarcado que “cuando le sucede la enfermedad es él mismo el que anima y estimula a sus padres, hermanos, amigos a todos, con esta frase que decía “la adversidad no me vence, me retempla” y esto es que la templanza es tener fe con toda su belleza”.

Por ello, Carlos reafirma “escribí la historia de mi sobrino Alejandro porque fue un gran cristiano y por donde paso la familia, la parroquia, la facultad y el periodismo dejo la huella de un joven santo. Eso quise reflejar”.

Ping pong
¿Un deseo? “Ser cada día más fiel a Jesús”.
¿Un rencor? “No tengo ninguno”.
¿Una gratitud? “A Dios por supuesto, pero a mis padres y a mi familia siempre agradecido”.
¿Una ingratitud? “Solo las que produzco cuando obro mal”.
¿Un amor? “Jesucristo”.
¿Un santo? “Por la vida, San Francisco. Por lo que enseña, San Agustín”.
¿Una alegría? “El día que deje todo para seguir a Jesús”.
¿Una tristeza? “Pecar, hacer el mal”.
¿Un amigo? “Tres: Roberto Zema, Daniel Tezza y Ricardo Tom”.
¿Un ídolo? “Mis padres”.
¿Una pasión? “El futbol”.
¿Pehuajó? “El único lugar adonde siempre vuelvo”.
¿Deportivo Argentino? “El recuerdo de una juventud muy feliz. Y el futbol”.
¿Los Arive? “La reserva afectiva que tengo siempre en mi vida”.
¿Papa Francisco? “Soplo del Espíritu Santo para estos tiempos”.
¿Jesucristo? “Mi Señor y mi Dios”.
¿Carlos Arive? “Ya no importa tanto mi nombre sino que sea conocido y amado Jesucristo. En esta misión tendrá sentido mi nombre, fuera de ella seré uno más que pasa por la vida sin sentido, sin dar fruto”.
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