Madre e hija vivieron la misma experiencia. No es común. La magia de un payaso lo hizo posible. Después de 2 años volvió Santiago con sus hermosas travesuras.
Hace 21 años compartió y llenó de alegría y felicidad el corazón de su
mamá, Florencia, que cumplía 3 años. Ahora, revivió aquel momento y colmó de
dicha y placer a la hija de aquella mamá, Mía, justo el día que cumplía 3 años.
Fue espontáneo y placentero. Después de mucho tiempo el Payaso Santiago
volvió a lucir su colorido traje y la roja nariz. La sorpresa de madre e hijo
fue hermosa y el placer del payaso lo exhibe su rostro.
Rubricamos el hermoso gesto con una oración de gratitud, que seguramente
late en el corazón de Santiago:
“Nunca permitas que yo me olvide del don de ser Payaso, el deber de
animar, de hacer reír, de dar felicidad y amor a la gente. Quiero ser un
instrumento de tu amor y cariño. Señor, te consagro mi profesión de Payaso para
ser un instrumento de tu alegría”.