Particularidades de los primeros años de Pehuajó. En vísperas de un nuevo aniversario remarcamos precisiones de un español que se radicó en el suelo hernandiano, cuando el pueblo estaba en plena formación, impresiones que el escritor Raúl Alejandro Hansen, incluyó cuando escribió la historia de Pehuajó.
Funcionaban dos escuelas, la número 1 que era solo para varones y la número 2 para mujeres. La primera estaba instalada en el local que ocupó luego la firma Hugo Balbi e hijos. Aurelio García, fue alumno de esa escuela y recuerda que el primer día de clase: “Me recibió un maestro español muy bueno. Me hizo algunas preguntas para luego destinarme al grado correspondiente. Entre otras, me preguntó los puntos cardinales. Si vacilar respondí este, sur, norte y... no me acordaba el último. Ante la insistencia del maestro le dije gallego, porque en España cuando venía viento oeste, decíamos gallego, por eso deduje que sería el último punto cardinal".
La escuela número 2 era para mujeres y funcionaba en una casilla de madera, en la plaza principal, frente al actual edificio de la Municipalidad.
Entre otros detalles, Aurelio manifestó al Dr. Hansen que, para la atención de la salud, "había un médico sin título rivalidado, que tuvo que retirarse al establecerse el Dr. Rodas. Farmacia había dos y una asistencia pública para atender urgencias, atendida por la curandera Doña Nicasia.
Funcionaba una empresa de pompas fúnebres a cargo de Enrique Giúdice y el cementerio se instaló en el lugar actual.
No existía la iglesia en aquellos primeros años. Los servicios religiosos se realizaban en un galpón de chapas, ubicado en la entonces playa de colectivos (hoy calle Alem y Del Valle, con entrada por ésta última). En el galponcito de chapas se improvisaba una capilla y el cura párroco, padre Durand, venía a caballo desde Nueva Plata para decir misa. Años después se construyó la capilla San José.