"No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte"

Felix Peyre
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Las celebraciones cristianas de fin de año, sensibilizan y dar lugar a la serena reflexión, máxime en estos tiempos de incertidumbres que vivimos. “Por la huella” rescata enseñanzas del Martín Fierro. Si todo, o casi todo, se acaba, es justo y necesario compartir el pan con alegría, despojados de egoísmos.


 

No es desatinado calificar "Biblia gaucha" al Martín Fierro. En distintas partes aparecen afirmaciones y reflexiones ejemplificadoras, de manera muy especial en los refranes. A través de los años se han realizado análisis puntuales para reflejar esa particularidad.

“Pués si usté pisa en un rancho y si el alcalde lo sabe, lo caza lo mismo que ave aunque su mujer aborte… No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte”.

Aquí aparece el primer refrán. José Hernández lo pone en labios del protagonista del poema, después que termina de cantar. Hace alusión a los buenos tiempos idos y su significado se traduce en una adaptación del proverbio español: “No hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague”.

Si nos detenemos a analizarlo, el refrán martinfierresco nos alerta acerca de hechos irrepetibles en la vida cotidiana. Nacer y morir. Todo tiempo se acaba, y todos terminamos en el tiempo.

Al profundizar el análisis y hurgar en la sabiduría del refrán, incita a la cordura, más aún si alguna vez se tuvo la idea de la inmortalidad en el tiempo. El tiempo de vivir, es un interrogante para todos. Vivir mucho y bien es un deseo de sentido común. Es un privilegio de gran valor conferido a la existencia del ser humano. Un don recibido y del cual tendremos que rendir cuentas.

Es justo señalar que el amor a la vida es un buen sentimiento, cuando la entregamos y la compartimos día a día. No todos viven en la real dimensión, la clara precisión de la primera parte del refrán: “No hay tiempo que no se acabe”...

Y "Ni tiempo que no se corte". Los hombres de campo saben perfectamente que muchas veces, por mejor trenzado, el tiento puede romperse de un tirón, más aún si evidencia desgaste general. En consecuencia "nadie está ni debe sentirse seguro".

Por último, es justo señalar, si nos proponemos vivir la filosofía del refrán, es imprescindible hacerlo sin egoísmo. Si todo, o casi todo, se acaba, es justo y necesario compartir el pan con alegría.

En otras palabras, reírse un poco de las vanidades de la vida y darle a cada cosa, su justo valor, porque bien es cierto que "No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte”.

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