¿Quién fue San Bernardo?

Felix Peyre
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Como sucede con todos los Santos no siempre se difunden precisiones sobre orígenes y acciones desarrolladas. Al celebrarse la festividad de San Bernardo, Santo Patrono de la localidad de Guanaco, es oportuno compartir algunas precisiones sobre la trascendente labor de quien fuera considerado “Cazador de almas y vocaciones” y “Doctor boca de miel”.



Nació en Borgoña, Francia en el año 1090. Eran 7 hermanos. Sus padres le inculcaron a todos la religión que practicaron con suma devoción. Cronológicamente San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia y fue uno de los que más influyó en el pensamiento católico en todo el mundo.

La personalidad de San Bernardo era atrayente e impactante. Poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él.

Una navidad, una visión cambió su rumbo. Mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.


SORPRENDENTE PODER Y ATRACCIÓN

Por decisión personal se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos. Cuando le contó a su familia, todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.

Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.

Su poder de atracción era sorprendente. Se afirma que en toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas. Cuentan que las jóvenes de la época tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo más probable era que se iría de religioso.


CAZADOR DE ALMAS Y VOCACIONES

En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fue el fundador de Claraval. En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día. Supo infundir de tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.


"EL DOCTOR BOCA DE MIEL"



Otra de sus virtudes fue la oratoria. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Tenía y exteriorizaba un profundo amor por la Virgen Santísima. Entre los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Los fieles vibraban de emoción cuando le oían clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Fue un viajero incansable, si bien deseaba permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero todos pedían su ayuda. Con una salud débil, a raíz de demasiadas penitencias que dañaron su digestión, recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.

Llegó a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros, como hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar. Llenó países de monasterios con religiosos fervorosos. Cuando los discípulos le requerían que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca".

Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles. Se lo llevó a su eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años, pero había trabajado como si tuviera más de cien. El 18 de enero de 1174 fue canonizado por el papa Alejandro III, y en 1830, el papa Pío VIII lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1830.


SAN BERNARDO, PATRONO DE GUANACO



Cabe señalar que el templo de Guanaco, consagrado a San Bernardo, fue construido por decisión de Rosa Martina Garat de Irrazabal, María Marcelina Garat de Etcheberry, María Eduarda Garat de Mesa, Sebastiana Garat de Etcheberry, Bernardo H. Garat, Pedro C. Garat, Ramona M. Garat de Espain y Rvda. Hna. Victoria del Carmen Garat, hijas de Bernardo Garat y Maria Osquiguil, cuyos restos descansan en el mismo templo desde el año 1921.

Fuentes: “Incagua”, archivo Mirá Pehuajò y Centro de Espiritualidad Santa María 

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