Tributo al periodista Julio Mas, oriundo de Henderson, radicado hace varios años en Pehuajó. Evocación de su trayectoria periodística y exaltación de sus cualidades que cultivó durante toda su vida.
El periodismo regional y la sana bohemia están de duelo
Justo el día que los argentinos evocamos al Padre de la Patria, apareció la infausta noticia de tu partida. No fue fácil digerirla, pero aferrados a la fe cristiana aceptamos el paso a la eternidad.
Es
contradictorio hablar de quienes dejan huellas en la vida, cuando se produce el
desenlace físico. Debería ser al revés, pero es una costumbre que viene desde
lejos. Quizás las nuevas generaciones de periodistas puedan cambiarla en el
futuro.
Nos
dejó Julio Mas o el “Turco”, como todos lo llamábamos. Y en este duro trance y
ante el raro tiempo que nos toca vivir, reviven en la mente tantos momentos
compartidos. Haré mención de algunos, si bien todos ponen en evidencia tu
manera de ser y la bohemia que cultivaste en todos los órdenes de la vida.
Aquellos
tiempos adolescentes cuando actuabas en los fogones que compartimos en los
patios de la Sociedad Española. Recitabas especialmente y los relatos llegaban
a emocionar, pero al terminarlos rematabas con una inesperada humorada que
transformaba la emoción en carcajada.
Los
momentos compartidos en la vieja imprenta donde junto a tu padre, Ramón Domingo
Más, periodista de campaña por excelencia, desde niño mamaste el amor por la comunicación
escrita, que siempre se transforma en pasión.
Aquellas
inolvidables jornadas, aún siendo niños, vibramos de emoción y dimos rienda
suelta a la alegría cuando se produjo la anhelada autonomía del amado
Henderson.
Innumerables
encuentros entre tinta y papel, en la histórica imprenta del diario “La Acción”.
Y las charlas en una esquina cualquiera conjugando un mismo verbo y similar bohemia
pueblerina, cuando no en el Demetrio Hernández donde acunamos el amor por
Juventud Unida.
Tus
aportes como corresponsal de Henderson cuando editaba en Pehuajó el semanario
regional Realidad. Siempre eras el último en llegar con el material para
publicar y más de una vez en las primeras horas de la madrugada, sabiendo que a
las 6 de la mañana había que enviar todo para imprimir. Es cierto que el periodista
tiene alma de noctámbulo.
Y
daba un poco de bronca, pero era tu estilo, tu manera de ser. Esa envidiable
bohemia que no cambiaste nunca. Si hasta hace poco tiempo, para utilizar con cierto
rédito los momentos de ocio que deparó la jubilación, me sorprendías en una
calle de Pehuajó, recolectando cartones y diarios, que luego vendías para cubrir
algún bache económico personal o darle una mano a una institución infantil.
Las
cosas de la vida. Nos conocimos en Henderson y compartimos de todo un poco. Nunca
perdimos el contacto, siempre por cuestiones o inquietudes periodísticas. En
los últimos años, nos reencontramos en Pehuajó, distrito al que pertenecíamos cuando
nacimos, en la entonces localidad de Henderson, partido de Pehuajó. En
definitiva, pehuajense o hendersonense, nos daba lo mismo. El conocimiento y el
afecto reciproco no tienen identidad específica. Y el hombre no es un árbol
para nacer, crecer y morir en el mismo lugar.
Turco
querido, ahora, en este invierno de tiempos de pandemia, me sorprendiste feo.
Se apagó tu vida terrenal en el suelo de la hermana provincia de La Pampa y el
periodismo lugareño se vistió de luto. La humildad y la sana bohemia se inundaron
de lágrimas.
Hasta
siempre Julio. ¡Te vamos a extrañar Turco! Dios te ampare.