El recuerdo y homenaje a ejecutantes del bandoneón, desde la tierra de Osmar Maderna, junto a una travesura fotográfica que recrea una decena de los bandoneonistas pehuajenses que lo honran.
Bienvenida la
celebración del Día Nacional del Bandoneón, para recordar y rendir tributo a
todos los pehuajenses que tuvieron y tienen el privilegio de acunar un fueye.
En distintas épocas desde el momento que el recordado maestro, Don Francisco “Pancho”
Lo Gioco, trasmitió sus conocimientos e hizo nacer y fortalecer las habilidades
de muchos convecinos identificados y enamorados del atrayente instrumento.
Bien lo ha dicho
el poeta el uruguayo, Juan CarlosWelker: “El bandoneón es un hombre que se
encoje de dolor y se estira de placer ...” Sus sonidos irradian todos los
sentimientos, desde la queja dolida hasta el encanto de la satisfacción y la
alegría. Si bien su origen no es nuestro, los argentinos a través del cultivo
del tango especialmente, lo sentimos parte de nuestras pertenencias.
Nuestra humilde adhesión
a la fecha y el emocionado recuerdo para todos los pehuajenses bandoneonistas que
nos acompañan desde el cielo, junto al sincero reconocimiento a quienes aún lo
enaltecen con su práctica. Nos abstenemos de dar nombres, por temor a incurrir
en olvidos. Y a través de una travesura gráfica alegórica se exterioriza la
presencia de varios de los pehuajenses que supieron transmitir el mensaje de un
fueye, tanto cuando rezonga como cuando acaricia el alma. Y además, la presencia de otros destacados cultores de la música de nuestra ciudad.
Y al mismo tiempo
el tributo al bandoneón mayor de Buenos Aires, Aníbal Troilo “Pichuco”, que alguna
vez pisó escenarios pehuajenses y en cuya memoria se conmemora este día desde
el año 2005, declarado mediante ley 26.035, porque un 11 de julio nació el
talentoso compositor y director de orquesta. La aludida Ley fue impulsada por
Francisco Torné (nieto de Zita Troilo) y el poeta Horacio Ferrer, por entonces presidente
de la Academia Nacional del Tango.
CUANDO EL BANDONEÓN
LE HABLÓ A “PICHUCO”
A modo de corolario,
compartimos versos de Héctor Gagliardi, titulados “A Aníbal Troilo”:
– Pichuco, soy yo
tu bandoneón el que te habla,
Aníbal Carmelo
Troilo de Soler y Gallo.
Soy ese mismo que
de pibe me llevabas
al cine de
Corrientes y Medrano.
– Yo soy aquél
que compró tu vieja
con los pesos que
guardaba en el ropero
y por ella más
triste fue mi queja
cuando estrenamos
“Alma de Bohemio”.
– Soy el mismo
que al lado de tu cama
dormía en tus
tiempos de soltero.
Doña Felisa
entraba y te tapaba
y a mí también,
por ser tu compañero.
– Después un ángel
te besó en la frente,
ese mismo que llevas
en tu sonrisa,
te aplaudieron
las luces de Corrientes
y tus tangos se
oían como en misa.
– De tus manos
pasé a las de Paquito
¡no sabes con qué
orgullo me llevaba!
pero yo
perdonáme, Pichuquito,
el calor de las
tuyas extrañaba.
– Y después vino
otro fueye, más diquero
mi sonido, ya lo
sé, no era muy puro
y yo lo
comprendí, porque te quiero
pero lloré de
pena, te aseguro.
– Y a tu lado
quedé, como un recuerdo,
añorando tus
sueños, los ensayos,
cómo quedó tu
pieza de soltero
allá en la casa
de Soler y Gallo.
– Ya ves, cuántos
momentos deshojamos
en este mano a
mano de recuerdos.
Tanta lucha por
llegar, pero llegamos
y tu nombre en el
tango será eterno.
– ¡Será eterno,
lo afirmo con orgullo!
Porque sigo
compartiendo tu tristeza,
porque sigo
escuchando al lado tuyo
el frasear que
golpea tu nobleza.
– Y te hablo así
porque yo fui el primero
que tus dedos de
tigre acariciaron.
Ya lo sé que
estoy viejo y soy fulero
pero en esta te
juro que matamos.
– Y arriba Pichi
que te sobra cuore,
sácame a través
del apoliyo,
hacé de cuenta
que vino Fiore
y tenemos que
ensayar un estribillo.
– Soy yo, tu
bandoneón, el que te habla
Aníbal Pichuco
Troilo de Soler y Gallo.
Por el tango que
es el alma de tu alma
en tus brazos llévame
al escenario.