Aquella reina del trigo

Felix Peyre
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La belleza de la mujer pehuajense se exteriorizó siempre, pero de manera muy especial en memorables fiestas regionales. Evocamos la celebración zonal del trigo junto a la ex convecina Delia Ortega, hoy radicada en La Plata, donde cultiva el arte pictórico. Recuerdos y emociones.
La fiesta del trigo fue uno de los eventos populares trascendentes de Pehuajó, durante las décadas de los años 60 y 70. Las calles de la ciudad de vestían de color y belleza. Acudían pobladores de toda la región y la celebración central se realizaba en el Club Boca Junior, donde el punto culminante era la elección de la reina que posteriormente nos representaría en la fiesta nacional que se realiza en Córdoba.

Oportunamente, en estas páginas, hicimos mención a la intervención de la convecina Susana Cozzarin, que tuvo el privilegio de ser electa reina nacional. Nos había quedado pendiente una referencia a otra pehuajense, Delia Ortega, que si bien no logró el título nacional obtuvo el cetro regional en el año 1969.

Y hace bien recorrer el pasado, principalmente los momentos placenteros. “Yo no quería participar -dice Delia- medio como que no me animaba, pero la gente del club Calaveras insistió y como vivía en el barrio acepté”.

Y la gente del “Cala” no estaba errada. La piba del barrio se transformó en reina del trigo. Fue la protagonista principal en aquella noche del 18 de enero de 1969. Junto a las restantes princesas aspirantes se concentraron en Bom Publicidad, empresa periodística que dirigía el recordado Juan Carlos Mascheroni, que tenía a su cargo la organización del evento. Delia desfiló por las calles pehuajenses y conjuntamente con las otras chicas fueron ovacionadas al llegar a Ascasubi y Rivera Indarte, sede del club Boca y de la Fiesta del Trigo.

Y allí se vivió la gran noche. Ya en horas de la madrugada del 19 de enero, por decisión del jurado la representante de Calaveras, Delia Ortega, era coronada como nueva Reina del Trigo. Su antecesora, Olga Aurora Abella, le entregó los atributos y autoridades y organizadores realizaron la coronación, ante el aplauso de la multitud que congregaba todos los años el clásico evento.

Una vida social muy especial comenzaba para la atractiva morocha del barrio de Calaveras. Asistencia a eventos, fiestas regionales, provinciales y nacionales, llevando el nombre y exponiendo la belleza de Pehuajó. “Fue una experiencia linda -evoca Delia- no sabes cómo te atendían y recibían en todos lados. No lo podía creer. Era una época muy distinta a la actual, pero realmente hermosa”.

AHORA CULTIVA EL ARTE
Delia mira las fotos de aquel acontecimiento. Los recuerdos se entremezclan y la emoción se percibe en su rostro, en su voz, en su sonrisa. Y se entremezclan en el diálogo diversos momentos de la vida y un presente pleno de goce y satisfacciones, donde prevalece su entrega al arte pictórico, que siempre estuvo latente pero sin tener, quizás, el tiempo y el lugar de preponderancia que indudablemente tiene en su vida.

Ahora, radicada en La Plata, se capacita en la Facultad de Bellas Artes, se perfecciona en talleres específicos y exhibe sus creaciones, donde queda en evidencia no solo el placer que experimenta, sino la armonía interior que la invade, a través de una corriente abstracta con colores de tonos fuertes algunos y suaves otros, pero demostrativos ambos de un equilibrio espiritual que se siente, se transmite.

Acaso la misma armonía estética y el mismo equilibrio de aquella joven que una noche de enero, hace 48 años, honró a la belleza de la mujer pehuajense.

Gracias Delia por compartir el recuerdo y permitirnos evocar una de las brillantes fiestas populares del Pehuajó de otros tiempos.
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