Ser bombero te cambia la vida

Felix Peyre
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Las frecuentes visitas al Cuartel de Bomberos despertaron la vocación. Hoy forma parte del cuerpo activo y es una de las mujeres integrantes del mismo que se incorporaron hace poco más de un año. Está feliz y afirma que fue notorio el cambio que experimentó. Recuerdos y emociones.

Karen Marisol Kleiber (21) empezó desde niña a visitar la sede del cuerpo de Bomberos Voluntarios de nuestra ciudad. Al ver el movimiento en sus distintas facetas comenzó a sentir atracción, su vocación empezó a exteriorizarse hasta que un buen día surgió la posibilidad de incorporarse.

“Desde muy chica seguía a mi papá. Él integra la comisión de bomberos hace muchos años y bueno cada vez que iba yo lo acompañaba. Me pasaba muchas horas ahí adentro, me encantaba estar”, rememora y agrega: “Muchas veces había emergencias estando yo ahí. Los veía llegar (a los que hoy son mis compañeros), llegar, cambiarse e irse en el móvil. Y luego verlos regresar. Creo que de ahí salieron mis ganas de querer compartir y ayudar. Y cuando se abrió la inscripción no dude en anotarme”.

Cumplida la capacitación donde siempre se disipan dudas y se afianza la vocación de servicio, llegó el día en que Karen lució el uniforme bomberil por vez primera. “Sentí que había logrado lo que tanto quería. Ser bombero voluntario. Ya no iba a ver mas a mis compañeros llegar, cambiarse e irse. Ahora yo también iba a ser como ellos. Me emocioné, y mucho. Se me pasaron mil cosas por la cabeza, pero muy feliz. Había logrado mi objetivo”.

OTRA MANERA DE PENSAR

Un nuevo camino se abría en su vida, con la ansiedad y la responsabilidad natural de una tarea al servicio de los demás que requiere una actitud muy especial y una manera de ser. “Sí, te cambia la vida por completo, al menos en mi caso”, acota Karen sonriente. “Te cambia la manera de pensar y ver las cosas. Es muy lindo”, remarca la joven bombero voluntario que en la faz laboral, trabaja en una guardería infantil.

¿Y cuando escuchás la sirena, qué sentís? “Desde el momento en que suena la sirena dejás todo, salís en lo que sea para llegar al cuartel lo antes posible. No pensás en nada solo querés llegar y estar lista para ir al lugar del siniestro y ayudar”.
Claro que interiormente todo bombero percibe sensaciones en el cuerpo por un siniestro o un accidente. No es fácil enfrentar el dolor y la desesperación de quienes requieren la presencia de los bomberos. “No, no es fácil –afirma Karen- hasta que no llegás al lugar no sabás con lo que te vas a encontrar. Ningún siniestro es igual a otro y en cada uno tenés que mantener la calma frente a todas las situaciones que puedan ocurrir en ese momento y sobrellevar de formas muy distintas”.

QUE SE SUMEN
 A modo de sugerencia, a chicas y chicos que de pronto estén interesados en la noble tarea de los bomberos, Kleiber nos dice: “Que se sumen, que no tengan miedos ni dudas. Es una linda pasión, es muy lindo poder ayudar… y mucho más lindo recibir el cariño de la gente y de los niños cuando van a visitar el cuartel o cuando te reconocen en la calle”.
Sus sentimientos son claros, simples y sinceros. Los percibimos. Karen sorprendida por nuestra entrevista que no tiene otro propósito que rendir tributo a nuestros bomberos voluntarios, remarca a modo de corolario: “Ser bombero es una muy linda experiencia”.


Un recuerdo

Si bien la trayectoria bomberil de Karen Kleiber es breve, remarca un episodio: “Recuerdo mi asistencia al primer accidente. Fue al mediodía, yo estaba almorzando, llamaron y fui. No fue de gravedad, pero sí me llegó mucho. Eran dos abuelos y hacía poco tiempo yo había tenido la pérdida de mi abuelo.

Llegamos al lugar del accidente. Eran dos personas mayores, estaban bien, no estaban atrapadas, ya estaban fuera del auto y esperando la ambulancia. Pero por lo que dije hasta ahora es lo que más recuerdo. Ah, y me llamó mucho la atención lo bien que estaban de salud esos abuelos”.

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