Cosecharás tu siembra

Felix Peyre
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El conocido convecino fue objeto de un particular reconocimiento al finalizar su último día de trabajo en la Cooperativa Eléctrica. Algo inédito en esa institución. Recuerdos e impresiones de quien pasó más de 40 años en oficinas. Ahora, una nueva etapa, plena de familia y aire puro.

Atardece en Pehuajó. Julio, más relajado, en el comedor de su casa, pero aún conmovido por el tributo de despedida de sus compañeros de trabajo en la Cooperativa Eléctrica, hace un rápido repaso de su vida. Frente a él, sobre la mesa, el colorido sombrero que le dieron en la despedida, los afiches y los mensajes de puño y letra, que para asimilarlos hará falta tiempo.
Julio Torrás (65) nació en el viejo Sanatorio Pehuajó de calle Mitre. Fue al jardín de la Escuela Normal donde además hizo la primaria y la secundaria. Luego se recibió de perito mercantil en la escuela comercial.
“Mis abuelos eran inmigrantes italianos. Nací acá pero en los primeros años de mi vida, todos los fines de semana y algunos días de la semana, iba a Guanaco. Tuve la suerte de haber vivido en Guanaco, pueblo que amo, en una parte de su esplendor. Tendría 5 años y me acuerdo de los días vividos ahí. Me acuerdo de los pesebres vivientes que se hacían frente a la iglesia, de los regalos cuando aparecían los Reyes Magos”, rememora con inocultable nostalgia.

REMEMBRANZAS QUE EMOCIONAN
Añade enseguida: “Ahí estaban mis abuelos Bergamasco y los abuelos Torras estaban cerca de la estación. Mi viejo tuvo la farmacia, que estaba de la casa donde vivía Panchito Caldiero, a media cuadra de la estación. Mi mamá fue catequista. Vivian haciendo cruz con la panadería Besoso. Fue una de las primeras catequistas que tuvo Guanaco. Cuando cumplió 90 años la lleve a la Iglesia y se sentó en el mismo lugar donde daba catecismo y tuvo las últimas charlas con el padre Vicario”.
La emoción cala hondo al recordar a su casi centenaria madre y ese momento tan especial en el tempo San Bernardo de Guanaco. De este pueblo conserva en su interior imágenes y momentos increíbles. Y junto a los recuerdos de Guanaco, el recuerdo de su padre que partió tempranamente a los 64 años de edad.
Julio es hijo único, una particularidad que no aconseja. “Fue dificilísimo ser hijo único. No se lo aconsejo a nadie. Si no pueden tener hijos que adopten pero nunca que sea hijo único. Igualmente, soy un tipo feliz, tengo una familia espectacular, mi esposa, dos hijos, cinco nietos, una nuera y un yerno fabulosos. El día que termino mi trabajo en la Cooperativa me llevan prácticamente a la rastra a pasear al Tigre. Hoy me devolvieron”, acota sonriente y muestra fotos con su familia en este primer viaje de flamante jubilado.


EL BANCO, EL MOLINO, LA COOPERATIVA

Su actividad laboral fue una constante, exigente y responsable, quizás por eso el inmenso placer que representa el retiro. “Me recibí de perito mercantil, pero luego fui profesor de educación física en la escuela Normal hasta que me voy a la colimba en 1972. Se había retirado Rubén Martín y entré en lugar de él”.
“Y cuando vuelvo de la conscripción entro al Banco del Oeste, donde estuve hasta diciembre de 1980. Luego me voy al Molino donde estoy hasta diciembre del 90. Ordenadito cada diez años cambiaba de trabajo. Y en diciembre de 1992 entro a trabajar en la Cooperativa Eléctrica, por tres meses y fueron 25 años”.
La prestadora de servicios públicos fue el lugar de mayor estadía para Julio Torrás y de mayores sorpresas. “Como lo sucedido el último día. No lo puedo superar”, acota, se refriega los ojos brillosos y vuelve a mirar los afiches, los escritos y la emoción lo quiebra otra vez.
“Es algo que no se entiende y me pregunto por qué no lo poderlo hacer a diario. Cuando termine de asumirlo, me gustaría sentarme con todos los que escribieron esto y preguntarles porque no lo hicimos antes. Y pedirle que lo aguanten, que estén unidos, recontraunidos contra viento y marea. Si fueron capaces de decir cosas una vez, que sean capaces de sostenerlo. Con idiosincrasias diferentes los que hicieron es inesperado. Hasta el fin de semana me siguieron mandando mensajes, gente de Servicios Sociales que no había podido estar. No lo puedo entender”.

COSECHA DE EXPERIENCIAS
Los recuerdos se multiplican y al hacer un balance, se manifiesta complacido. “El Banco del Oeste fue una gran experiencia. Mi primer trabajo largo, la gran experiencia, arrancar de cero y trabajar con gente de primera. Hice mis primeras armas y me retiré porque económicamente me convenía más el Molino”.
A propósito, añade: “En el Molino otra experiencia, pero totalmente diferente. Fue una empresa que me brindó pilas de cosas para aumentar experiencia. Y dejo el Molino, la verdad, porque me insumía tanto tiempo que no veía los chicos”.
“Y luego del Molino, aunque parezca risueño, fui tambero. Otra experiencia, además el campo me atrajo siempre, Y de ahí surgió el trabajo en la Cooperativa Eléctrica, lugar donde pasé todo, épocas duras, blandas, risueñas, de todo. Viví historias que son experiencias y buenas”.
Ahora iniciando una nueva etapa, muy anhelada, se propone saldar una especie de íntima deuda. “Ahora, una nueva vida. Quiero disfrutar a mis nietos totalmente, mi señora, mis hijos. Necesito horizontes grandes. Necesito salir de la oficina. Necesito ver el horizonte allá lejos”.
Y los años de enclaustre en oficinas ya son solo recuerdos. Una atracción postergada ocupará gran parte de sus días porque “El campo me sigue atrayendo. Tengo a mi hijo Matías, que es ingeniero agrónomo, y más de una vez me vio subir al sulky. Necesito estar en el campo, donde hay horizontes grandotes”.

PING PONG
-¿Un deseo?: “Disfrutar mi nueva vida”.
-¿Un recuerdo?: “Entre tantos, muy fuerte, lo que me pasó el último día en la Cooperativa”.
-¿Una ingratitud?: “No. Si hubo me olvidé”.
-¿Un rencor?: “No tengo rencor con nadie”.
-¿Un amor?: “Mi señora”.
-¿Un libro?: “Don Segundo Sombra”.
-¿Un ídolo?: “Rattin”.
-¿Dios?: “Todo”.
-¿Banco del Oeste?: “Los mejores recuerdos”.
-¿El Molino?: “La gran experiencia”.
-¿La Cooperativa Eléctrica?: “El desarrollo de todo lo anterior”.
-¿Una esperanza?: “La paz”.
-¿Julio Torrás?: “Tiene un título de buen tipo, que revalido día a día. Trato de mantenerlo”.


“Y lo que me hicieron en la Cooperativa realmente me movió, me sacudió. No lo puedo superar. Mira los mensajes escritos por sus compañeros, se emociona. No lo puede creer. Fue una sorpresa muy saludable y me llama mucho la atención, por qué es necesario llegar a que se tenga que ir alguien para decir lo que se siente. Fue un fenómeno raro, insólito, cada uno dijo lo que sentía”.


¡Qué buen tipo tu viejo!
-“Mi papá es antes que nada un buen tipo. De esos que por sólo portar su apellido te abren puertas, porque hicieron las cosas bien.
Mi papá es de los que no se quejan. De los que siguen para adelante con un optimismo tenaz.
Es un ser querido, muy querido. Porque todos cosechamos lo que sembramos, y él sembró como se debe.
Ahora con más tiempo, merecido y sin relojes que le marquen el día, tiene la posibilidad de disfrutar y seguir sembrando.
Felicidades papá! Que se te llenen los días de proyectos y de planes! Que hagas todo lo que antes no podías! Y gracias por el legado”.
Mariela Torrás y familia

-”Viejo querido, bien merecido tenes este retiro entre tanto afecto de tus compañeros, amigos y familia, porque eso no se compra, eso se gana y bien vos supiste hacerlo...como siempre digo, por sobre todo sos un GRAN TIPO, compañero y ejemplo a seguir y sobre esa misma linea construiste todo en tu vida...
Una de las cosas mas lindas que me pasa seguido, es que me pregunten...”Vos sos hijo de Julito?, que buen tipo tu viejo! “...
Los mejores deseos para esta nueva etapa. Ojala mis hijos sientan el mismo orgullo por mi que el que yo siento por vos. Te amamos!”
Matías Torras y familia

-” Que puedo decir de mi marido, que es mi amor desde mis quince años, con todo lo que eso implica. Con altos y bajos como en todas las relaciones humanas. Lo mas importante: ¡lo volveria a elegir!!.
Ana Sánchez

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