Antorcha invertida

Felix Peyre
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Un lector radicado en la zona de Magdala hizo llegar la inquietud con respecto a los ornamentos artísticos del pórtico de entrada al cementerio de Pehuajó: ¿Por qué la antorcha está hacia abajo? La acotación es válida y no es la primera vez que un observador de las obras de arte puntualiza el detalle, en este caso en alusión a las esculturas que conforman el aludido pórtico realizadas por Rafael Hernández hijo, obra destacada por eruditos en la disciplina.



Al respecto, cabe señalar que en la antigüedad, las antorchas cruzadas, invertidas o al revés, eran signo de luto en los monumentos funerarios grecorromanos. La antorcha apuntando hacia abajo representa el concepto de la muerte, mientras que hacia arriba simboliza vida y el poder regenerador de la llama.

Profundizando: “antorchas que apuntan hacia abajo mantienen un significado similar al de las antorchas del pórtico de entrada, pero al estar invertidas y encendidas tienen como misión iluminar la verdadera vida que viene después de la muerte”, señalan precisiones en tal sentido.

Es oportuno señalar también que en su momento el cristianismo rechazó la antorcha como elemento pagano y orgiástico, y, en su lugar, se sirve del cirio. A pesar de ello penetró en la iconografía cristiana el antiguo motivo de la antorcha invertida como símbolo de la vida que se extingue de la muerte. Por otra parte puede designar el elemento fuego, o la iluminación.

Entre las escrituras de San Agustín denominadas “Semper sursum” (siempre arriba) hay una explicación acerca de ese emblema:

“Arded para que no ardáis con el fuego en el que arden los demonios. Arded con el fuego de la caridad, para que os separéis de los demonios; porque tal fuego os arrebata, os lleva hacia arriba, os eleva al cielo. En la medida en que sufráis molestias en la tierra, en el grado en que el enemigo oprima al cristiano corazón con las humillaciones de abajo, el ardor de la caridad pedirá las cosas de arriba. Aceptad este ejemplo: Si sostienes una tea encendida, súbela arriba de mi cabeza, el penacho de su llama se elevará al cielo. Baja la antorcha, la llama sigue hacia el cielo. Voltea la antorcha hacia abajo, ¿acaso la llama se irá hacia la tierra? A dondequiera que vuelvas la antorcha, la llama no sabe otro camino: se dirige al cielo. Oh ardientes de espíritu, encendeos con el fuego de la caridad. Enfervorizaos con las alabanzas de Dios y con inmeiorables costumbres”, remarcó San Agustín.

Satisfecha la inquietud del lector y seguramente de muchos convecinos observadores.
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