Ranchos de barro

Felix Peyre
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Hasta no hace muchos años la persistencia de ranchos de barro en la localidad de Magdala eran motivo de atracción y curiosidad. Si bien era dable ver en otras comunidades de la zona construcciones similares éstas eran muy notorias.

En la foto, apreciamos el último rancho que queda en Magdala. Aún está en pié y según afirman viejos pobladores es la primera construcción de la localidad. Sin duda un testimonio de singular valorhistórico.

Cómo desafiando el progreso, los viejos ranchos de adobe exhibían su increíble fortaleza y mantenían vigente un paisaje que viene desde las aulas. ¿Quién no dibujó o sigue dibujando una casa con forma de rancho?

Un paisaje, que en tiempos de transformaciones tecnológicas, permitió mantener latente el recuerdo y el homenaje a esos criollos pobladores de la zona, laboriosos paisanos, que cada uno en lo suyo aportó al desarrollo de nuestra región agrícola ganadera.

Para quienes desconocen el procedimiento constructivo. El adobe se fabricaba formando pequeños bloques de barro y paja, del tamaño de un ladrillo. Se dejaba secar al sol durante uno o dos semanas, según las condiciones climáticas. Se aplicó en todo el mundo desde hace siglos y en los últimos tiempos se han hecho estudios como material constructivo alternativo, atento a su condición ecológica y asequible.

La fortaleza de estos ranchos fue notable, motivo de asombro durante años. En Magdala eran admirables. Su extinción es inevitable. Lástima, acotó un nostálgico poblador, no haber preservado alguno como un testimonio más ligado al patrimonio gauchesco, tantos para los que pintan canas como para las nuevas generaciones.
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