La farmacia, su vida

Felix Peyre
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No imaginó jamás trabajar en otro lugar. Es su vida. No tendría sentido cambiar. Ya superó los 50 años en la tradicional farmacia pehuajense. Sigue su tarea, aliada al esfuerzo y la perseverancia. Recuerdos de otros tiempos y la satisfacción del reconocimiento a una trayectoria inédita. Está feliz y mientras pueda, y no le pidan que se vaya, seguirá con la responsabilidad del primer día.



Es atardecer de sábado. Graciela Pascual está en su lugar de trabajo. Si bien aguardaba nuestra presencia, es muy común que los fines de semana adelante o programe tareas. Fiel reflejo de una manera de ser que la caracteriza desde la adolescencia, cuando ingresó a la histórica farmacia Del Águila, sin pensar –seguramente- que ese ámbito laboral sería para toda la vida.

“Una amiga me dijo ‘por qué no te vas a la farmacia que López y Ghezzi, los dueños de aquella época, necesitan una empleada’”. Había necesidad y deseos de trabajar. “Yo tenía 16 años. ¡Y unos nervios!”, exclama al recordar su ingreso a la farmacia. La amiga insistía: “Andá”. Graciela se decidió, entre nervios e impaciencia. “Vine y me dijeron: ‘¡mañana empezás!’”.

“Y así fue. Comencé con atención al público y a dos o tres años me pusieron en la caja. Y seguí, seguí, seguí, hasta hoy. Ha sido mi único lugar de trabajo. Nunca falté. Nunca me tomaba vacaciones, salvo cuando cerraba la farmacia. Después me pusieron a hacer todo lo referente a las obras sociales”.

Al rememorar tareas, señala: “Cada vez había más trabajo. Se producían cambios de sistemas y había que adaptarse. Ha sido un aprendizaje permanente. Cuando cambiaba el dinero, por ejemplo, que me tocaron varios cambios”.

Hubo muchas particularidades en el accionar de la farmacia y en la relación con la clientela. “La clientela era muy importante. Ya hay varias generaciones de clientes. Venía mucha de campo. Algunos pagaban las cuentas una vez al año. Había una confianza absoluta, la palabra se cumplía”, remarca al tiempo que recuerda que “antes era todo más de contado y no había tantas obras sociales”.

RECUERDOS Y SENTIMIENTOS




Y entre otros aspectos, hay recuerdos que reviven en sus retinas. “Cuando yo entré a trabajar, ya hacía como 35 o 40 años que estaba Ghezzi en la farmacia. La entrada era por la esquina, cuando estaba el águila arriba, al frente. Era todo un símbolo. Y las plantas en la vereda, que ahora vemos enormes, eran muy chiquitas cuando empecé”.

Sin duda, todo configura un entorno de vivencias y sentimientos que forman parte de su vida, como ese ámbito del que nunca se alejó. “En ningún momento tuve deseos de cambiar de trabajo ni tampoco dio lugar a otra alternativa. Soy perseverante, para todo en la vida. Además uno se adapta al trabajo, le va gustando y se va quedando”.

Ya hace tres décadas que Graciela pertenece a la empresa liderada por Jorge Fernández. A propósito, acota: “Hubo cambio de firma y continué sin problemas”. Y resurge en la charla el recuerdo de muchos compañeros de trabajo. “Han sido muchos. El único que está desde hace 40 años es Julio Acuña”, y en otros, “el recuerdo de Ilari, de Alicia Massa, Norma Marcero, Anita Gutiérrez”.

EL FRUTO DE LA PERSEVERANCIA



Naturalmente, su balance es positivo. “Estoy contenta, feliz. A veces, ando complicada por tanto trabajo, y algunas dolencias físicas que aparecen pero gracias a Dios hago lo que me gusta”. Y al valorar el apoyo familiar que tuvo, sostiene que ha sido importante y surge el recuerdo de la mamá, de la cual es evidente que heredó el apego al trabajo y el sentido de responsabilidad. “Mamá, para trabajar era muy firme. Inculcó el esfuerzo y la importancia de ganarse el peso”.

Sentada en su lugar de trabajo, donde administra y programa tareas, o en la caja donde intensifica el contacto con la gente, Graciela sonríe y su rostro refleja el placer que representa sentirse bien y hacer lo que le gusta, con claridad de conceptos, firmes convicciones y sentido de responsabilidad, cualidades que la acompañan de la lejana adolescencia cuando ingresó por primera vez a la tradicional farmacia de Alsina y Alem.
Claro que como sucede en todo los órdenes de la vida, no todo fue color de rosas. Sostiene que hay que “ser constante. Muchas veces y me ha pasado, te vas llorando del trabajo, pero después pasa y uno se rehace. Hay que ser constante y todo se logra”.

No imagina un futuro sin la farmacia. Si bien se jubiló hace 5 años, acordó legalmente para continuar. “Si un día, Fernández me dice que no me quieren más, me voy. Pero por ahora me siento bien”.

UN RECONOCIMIENTO INOLVIDABLE



Con motivo de los 50 años de trabajo, fue objeto de un hermoso homenaje, propiciado por el Grupo Más. “Fue hermoso. Inesperado. Una noche inolvidable con el personal de las tres farmacias que tiene la empresa. En un momento, estaba distraída y miro a un costado, y aparecen mi hermana, mi hermano, mis sobrinos. Fue todo muy lindo y lo agradezco”.

PING PONG
-¿Un deseo?: “Salud”.
-¿Un recuerdo?: “Mi madre”.
-¿Una esperanza?: “Paz en el mundo”.
-¿Un rencor?: “No tengo”.
-¿Una gratitud?: “La familia”.
-¿Una ingratitud?: “No tengo”.
-¿Un ídolo?: “El Papa”.
-¿Un amigo?: “La vida”.
-¿Un libro?: “Ninguno”.
-¿Un amor?: “Los pequeños de la familia”.
-¿Farmacia Del Águila?: “Mi segunda casa”.
-¿Pehuajó?: “Mi lugar en el mundo”.
-¿Dios?: “El creador”.
-¿El futuro?: “Bienestar para los que quiero”.
-¿Graciela Pascual?: “Una persona responsable”.
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