Descubrirse, crecer y ser libre

Felix Peyre
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Es diseñadora y artista visual. Nació en Pehuajó, y tras culminar la secundaria, se radicó en La Plata. Se graduó como diseñadora en comunicación visual en la UNLP y hoy se destaca en el arte textil y en la arquitectura interior.



Ya pasaron casi treinta años de su partida a la capital provincial. Pero el apego de María Torrallardona (46) por la ciudad natal, las instituciones y su gente sigue intacto. “La infancia y la adolescencia es importante para todos, pero poder transcurrirlas ahí en Pehuajó, en la misma escuela, para mí fue súper significativo por el aporte que hizo la escuela y algunos profesores en particular”.

La pehuajense cursó sus estudios secundarios en la Escuela Normal, durante una etapa muy importante para el país: la transición de la dictadura cívico-militar a la democracia. “Hubo profesores que fueron muy representativos. Para mí fue muy importante, desde la concepción de centro de estudiantes hasta haber podido leer autores que no se podían, más en mi caso que me interesa el arte”.

“Yo sentía que la escuela era un ámbito de libertad para los profesores que querían ejercerlo. Había profesores que lo ejercían, y otros que no. Yo hice primero y segundo año durante la dictadura, y había profesores que se tomaban el espacio puertas adentro de las aulas como para brindar otra cosa, o por lo menos de alguna manera ir por las orillas de lo que era lo general en la dictadura”. Entre los profesores que marcaron su adolescencia, María destaca a su tía Elena ‘Boyi’ Torrallardona: “Ella daba literatura, y bueno, sacando la relación familiar, dentro del aula era una persona que despertaba todo el tiempo a la gente”.

A Pehuajó lo quiero muchísimo. Me encanta haber transitado en la escuela Normal, en la escuela pública, que era y es un orgullo. Ese edificio, la calidad de la enseñanza, todo. La escuela (Normal) para mí fue muy valiosa. Estaba rodeada por gente muy valiosa, como por ejemplo fue “Uche” Ferreira. Hay un montón de profesores pero ellas dos, Boyi y Uche, por cuestiones personales me gusta nombrarlas”.

La búsqueda de la propia imagen
Durante sus estudios de diseñadora en la Facultad de Bellas Artes, María comenzó una intensa lucha consigo misma para lograr definir sus gustos y aspiraciones. Como toda disciplina artística, el diseño gráfico le permitió acercarse a otras vertientes de las artes que fueron delineando su perfil artístico personal. Entre otras cosas, adquirió saberes de pintura, dibujo y fotografía que le permitieron comenzar a crear su propia imagen.

“En el camino, lo que subyace es siempre el deseo que uno tiene. En la facultad ya empecé a trabajar y el trabajo también te va guiando a la medida de lo que va surgiendo. Entonces eran como capas de un interés. Lo concreto era el trabajo, siempre trabajé mientras iba creciendo en la carrera. Y debajo de eso, en la búsqueda continua de encontrar un lenguaje artístico propio. No ya con un comitente, con un interés concreto sino indagando en la propia imagen: la felicidad del artista visual”.

La artista destaca las diferencias entre el diseño gráfico y el “arte puro” al señalar que en este último “la necesidad comunicacional es propia”, sin comitente o pedido externo. “Te metés en un mundo absolutamente diferente, infinito, en el cual si te comprometés es cada vez más rico, más profundo, más enriquecedor. La verdad que es alucinante. También te encontrás con un montón de cuestiones, incluso con tus propias frustraciones, tus propios límites. Entonces eso te permite ir profundizando más para superarte. Es interesante”.

María Torrallardona, artista textil



Desde hace un año y medio entró en un nuevo mundo: el arte textil. Un ámbito para descubrir(se). Y haciendo retrospectiva, la artista sabe que nada fue casual. “A mí siempre me encantó lo relacionado con el arte. De chica, siempre, siempre estuve haciendo cosas con las manos. Por eso ahora que retomo todo lo textil, recuerdo que de chica ya bordaba, tejía, cosía. Es un interés particular”.

“Dentro de la familia paterna tenía influencias muy claras, muy significativas. Gente que se dedicaba profesionalmente con mucho prestigio en las artes. Y dentro de la familia materna, gente muy laboriosa con lo textil. Tenía unas tías abuelas que bordaban excelente, y todo eso lo iba viendo y ahora me pongo a ver toda la trayectoria, y voy como reencontrandome con todas esas cosas que veía de chica o que me enseñaban”.

El modo de construcción es el collage. Primero en papel, y ahora, en telas. Pero para llegar a eso, hubo que transitar un largo camino: “Lo primero que hice fue ilustraciones para libros, durante los años primeros años de los noventa. Y a partir de ahí, como yo estudié dibujo con Cristina Torrallardona, la hija de Carlos, empecé a ir mucho a Buenos Aires a otros talleres y seminarios”.

“Fue una cuestión que empezó a crecer en uno, y uno mismo va tratando de satisfacerse. Entonces se empezó a armar un circuito hasta que empiezo como una indagación técnica hasta armar mi propia imagen. Que es una construcción infinita, pero empezás a saber qué es lo que te gusta dentro de una multiplicidad de técnicas y de idiomas dentro del lenguaje visual. Es ahí cuando descubro, devenido por mi manera de trabajar en el diseño, que lo que me gusta como forma de construcción es el collage. A mí me interesa mucho cómo dialoga en una imagen la diversidad de materiales, de distinto origen, impresos para que luego de arme una imagen amalgamada. Son pedacitos de distintos orígenes que cada uno trae su historia”.

Dentro del collage empezó a trabajar con papeles y diversos materiales, siempre utilizando acrílico, hasta hace un poco más de un año que le anexó lo textil: “Es otra manera de enriquecer esa cuestión del collage. Pinto, bordo, coso. Bordo de una forma y luego la aplico de una forma más grande, y así. Una cosa va alimentando a la otra, hasta que arman un universo conformado por esa multiplicidad”.

Diseño y arquitectura interior



A lo largo de su carrera como diseñadora gráfica, la pehuajense realizó trabajos para las editoriales Kapeluz, Estrada y Santillana y para destacadas firmas nacionales. Pero su inclinación por las artes la ayudó a indagar en otra interesante salida laboral: la arquitectura interior.

“Lo que hago es tomar propuestas de arte específicas para proyectos concretos de arquitectura interior, interiorismo o arquitectura. Realizo seguimiento y materialización de las obras propuestas en su variadas características interactuando con profesionales y artistas, artesanos de otras disciplinas”, explica, al tiempo que señala que la mayor parte de sus proyectos los desarrolla con la arquitecta Karina Vinocur.

Según sostiene la pehuajense, el trabajo “toma del diseño la cuestión del encargo porque yo tengo un comitente, una obra, un proyecto o un interés concreto que me transmite el arquitecto. Dentro de cada proyecto puedo hacer un cuadro, un mural, grillas multifunción, el diseño del empapelado de un ambiente, el diseño de lo que luego se teje en un alfombra. No es sólo un cuadro, se abre mucho más el abanico”.

Cada artista tiene su estilo. Pero en el diseño es más difícil dejar una huella. Al respecto, María afirma que “en algunas de las piezas queda mi sello personal, y en otras, un poco menos. En el diseño uno no involucra tanto su arte. Es todo un tema la negociación con el comitente y lo que uno está dispuesto a negociar. Generalmente en el ámbito de la arquitectura interior tengo la suerte de trabajar en un ámbito de mucha libertad con la arquitecta o con los arquitectos, pero a veces el comitente tiene una búsqueda o interés determinado entonces tratamos siempre dentro de mi lenguaje acercarnos y satisfacerlo”.

Recuerdos de la ciudad natal
“Con Pehuajó me encuentro muchísimo. Con lo que Pehuajó fue para mí. Viví hasta los dieciocho años pero fueron los años fundacionales. En lo que hago lo encuentro con cuestiones muy concretas con personas y con lo que yo era. Cada vez que remito a mi propia infancia, por supuesto el paisaje es Pehuajó. Y yo tenía un paisaje muy nutrido con gente que para mí fue muy valiosa”.

“Otro de los ámbitos de la infancia, es cuando la familia materna pasaba todos los veranos en un campo que teníamos. Esa familia extendida con todos los primos, entonces eso también remite. Muchas cosas de las que hago me traen a ese lugar. Esas sensaciones del campo, los primos, la abuela. Siento que eso está en todos los primos. Se mantiene y está buenísimo. Además tenía una abuela paterna súper interesada. Escribía, le interesaba mucho la literatura, el arte, estimulaba mucho”.

Sueños y proyectos
“Mi aspiración pasa por crecer puertas adentro. Lo que me interesa es hacer un trabajo serio y que se sostenga en sí mismo. Todo lo que el derrotero pueda hacer ese trabajo, casi que no depende de mí. Me encanta que salga a luz y que fundamentalmente otra gente lo pueda tomar, valorar si es posible, que le llegue, que la conmueva porque ese es el destino del trabajo, pero es lo que la obra hace por sí misma. El arte sirve para conocerse y para establecer prioridades en el sentido de qué es lo que uno quiere decir, cómo, y a veces ya no hace falta decir más nada porque lo que uno piensa está dicho ahí. Tenés un discurso estético visual que tiene otros caminos para decir, hasta a veces de manera más eficiente que las palabras, para decir aquello que es hasta innombrable”.

“Me encantaría hacer una muestra en Pehuajó. No la he podido hacer por cuestiones personales. He tenido las puertas abiertas en muchos lugares. Me gustaría poder hacer una muestra en un lugar como la Municipalidad. He tenido contactos pero ha sido una cuestión personal que no pude concretarlo. Quisiera en un lugar público de Pehuajó, espero poder concretarlo pronto”.

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