Aquellos sacrificados arrieros

Felix Peyre
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Elida Orensans (87), fiel seguidora de Mirá, nos acercó un ejemplar de la libreta de acarreadores de hacienda, documento que habilitaba el trabajo de arreadores y reseros, esforzada tarea que se manifestó en todo el país hasta la aparición de los camiones jauleros.



La particularidad del aporte está dada en que la libreta tiene 96 años de antigüedad. Toda una reliquia. Fue extendida en Pehuajó, en el año 1919, al abuelo de Elida, don Miguel Orensans, quien se desempeñaba como acarreador en la zona de Cuartel II.

La Libreta de Acarreadores de hacienda, tal su denominación, además de contener la fotografía del acarreador habilitado, pormenorizada en varias páginas detalles reglamentarios de la actividad regulada por el gobernador José Camilo Crotto, en el año 1918, el mismo que permitió a los linyeras viajar en los trenes de carga, motivo por el cual a estos hombres marginados de la sociedad se los conoció también como crotos.

La Libreta de Acarreadores habilitaba para el movimiento de ganado menor, ovino, caprino y porcino, asimismo para ganado mayor y transferencia de cueros. Don Miguel, oriundo de los alpes españoles junto a su esposa proveniente de la capital vasca Guipúzcoa, se radicaron en nuestra zona, como tantos inmigrantes.

Doña Elida, al hilvanar recuerdos, remarca que aquellos reseros, arrieros o acarreadores “Iban con el agua hasta la rodilla de un campo a otro. Llevaban un poncho, que yo lo conocí, era redondo grandote, forrado en tela gruesa y cubría todo el caballo”.

Elida, vive en la misma calle que vivieron sus antepasados, casi en el mismo predio, en la primera cuadra de la calle Aristóbulo Del Valle al principio. Rememora con particular afecto las labores rurales realizadas por su padre y abuelo, sin olvidar mencionar que además de la Libreta de acarreadores de hacienda, hubo carnet habilitante para conducir sulkys, jardineras y chatas.

35 AÑOS EN SANIDAD ANIMAL
La convecina Elida Orensans sigue vinculada a los quehacer del campo a través de su hijo. Proliferan recuerdos de los buenos y de los malos. Duele ver ahora el campo deteriorado y perjudicado por reiterados robos, pero el trabajo no se detiene, como en el siglo anterior pero con otros matices y particularidad.

Elida fue empleada de SELSA desde 1966 a 2001. Treinta y cinco años cumpliendo tareas administrativas en esa dependencia que funcionada en las oficinas de la Sociedad Rural. Siempre abocada a la extensión de certificados de sanidad animal y de vacunación a productores de la zona.

Aquí también conserva muchos recuerdos. Acota que en aquella época “había mucho movimiento pero los trámites eran más sencillos” y a propósito del cambio en los trámites, acota: “Cuando me jubilé, mi jefe me dice de que se salvó. Trabajaba de lunes a viernes, y muchas veces había que ir fuera de horario y los sábados”.

Elida, fiel a una definida personalidad, se siente “muy acreditada por la gente” y siempre recibe saludos de productores de la zona que atendió en la oficina de SELSA. Claro que también proliferan anécdotas: “Un día no le extendí una certificación a una persona que era Ministro de Asuntos Agrarios. Vino a sacar un permiso para vender y no se lo quise dar porque no estaba al día la vacunación. Mi jefe me dijo: ‘¿Ud. sabe a quién le negó el certificado?’ No… Ese es Ministro de Asuntos Agrarios. Bueno, mala suerte, contesté”.

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