¡Lucho, qué tango hay que cantar!

Felix Peyre
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Juan Carlos "Lucho" Erbín, como espectador, disfrutaba uno de los destacados espectáculos del reciente festival de tango. Walter Hidalgo, pehuajense de cuna y brillante bandoneonista, actuaba junto a su quinteto, y de pronto pregunta si estaba Lucho en la sala. "Sí, se escuchó y Walter me invita al escenario. Quería acompañarme en un tango", cuenta Erbín, y agrega: "él tenía otro, pero yo opté por cantar ‘La canción de Buenos Aires’".

El aplauso del público rubricó un momento muy especial, de esos que calan muy hondo, esos que aceleran el latir del corazón. Y más aún con un protagonista tan querido por todos: el "Lucho", el de siempre, el cantor popular, el que siempre está, en las buenas y en las malas. Sí, salvando distancias, es como el Cacho Castaña de "Pehua".

"Mirá andaba medio jodido", confiesa Lucho, y añade: "Estaba agradecido que no me habían invitado para actuar en el festival. Pero se dio esto y Dios me ayudó, más que no soy un gran cantor...".

Y es cierto el buen Dios siempre nos tira un pial. "Fue increíble la reacción del público, te juro que me emocioné", remarca contento, satisfecho y feliz. Y transmite con su gestos y palabras la simpleza y humilde que adornan su manera de ser.

Y más tarde, después de cantar Erbín con el quinteto de Walter Hidalgo, Ricardo "Chiqui" Pereyra, plato fuerte de la velada, recordó su actuación en "La Gallina Loca". Y otra vez la emoción invadió la platea. "Le llevé el libro con la firma de él. Muy cariñoso estuvo conmigo, se acordaba todo", acotó Lucho reconfortando por la recordación de una de las memorables noches de la inolvidable "Gallina".

A modo de síntesis, Erbín afirma: "Fue un buen espectáculo. Una noche espectacular, inesperada para mí". Pero sin duda, merecida por lo que representa Lucho para el tango y la noche pehuajense.

¡Qué noche! Gracias "Chiqui" Pereyra por revivir tu visita a la "Gallina". Gracias Walter Hidalgo por el gesto y hacer que tu bandoneón te preste un tango más. Gracias Lucho por decirle al querido bandoneón, para gozo de quienes te admiran, qué tango hay que cantar para poder seguir creyendo en el amor. Y en la amistad, también.
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